Olimpiadas y neurociencia

Vivimos emocionantes momentos desde un lugar saludable, la sala de nuestra casa o en donde se encuentre la televisión o tecnología que nos acerca las esperadas y cuidadas olimpiadas que remontaron tantos inconvenientes, de tal suerte que el primer evento de esta olimpiada fue una lucha contra el coronavirus y todas sus implicaciones, y que aún continúa.

Detrás del evento olímpico identificamos muchos factores y circunstancias asociados a la conducta humana, como el deseo por la competencia, la satisfacción por sobresalir, alcanzar metas aparentemente inaccesibles, superar la ansiedad y el estrés, regular las emociones, y otros que llevan a considerar que más allá de la preparación física del deportista olímpico para lograr patrones motores, y la potenciación del sistema óseo, muscular y cardio-respiratorio se considere el manejo de las emociones con todo lo que este término implica.

El ya conocido término del espíritu olímpico, el que tiene su referencia en el juramento que fue escrito por Pierre de Coubertin fundador del Comité Olímpico Internacional presentándose por primera vez en la Olimpiada de Amberes en el año de 1920, se refería a la caballerosidad, honor del país y gloria del deporte; en recientes olimpiadas este juramento ya cambió mencionándose el respeto a las reglas, al compromiso con un deporte sin dopaje y sin drogas, el honor de los equipos y la gloria del deporte.

Actualmente se privilegia también con especial énfasis la preparación psicológica y mental del deportista, el doctor en neurociencias Roberto Bataller de la Universidad de Harvard sostiene que la neurociencia es útil en el deporte porque entrena áreas del cerebro que están en actividad durante la práctica y que le permitirán al deportista concentrarse mejor, motivarse, y evitar que los estados anímicos negativos boicoteen el logro de las metas trazadas.

El conocimiento del cerebro, el saber cómo reaccionamos y por qué, cómo aprendemos, cómo afecta el estrés al rendimiento que factores positivos genera la alegría o negativos la depresión, son motivo de la neurociencia. Este conocimiento debe trascender al ámbito deportivo para ser parte del proceso formativo en general capacitando a los docentes de todas las materias para que emociones negativas no disminuyan las capacidades de los estudiantes, futuros medallistas y seres humanos plenos y felices.

Arlette López Trujillo

Facultad de Estudios Superiores Iztacala UNAM