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El piloto de drones enamorado de Toledo

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La presencia de drones sobre los cielos de pueblos y ciudades es cada vez más frecuente. No obstante, son poco conocidas las múltiples aplicaciones de estos artefactos cuyos primeros modelos nacieron en los años 20 del siglo pasado, vehículos dirigidos por control remoto que para elevarse utilizan la fuerza de giro de sus motores unidos a las hélices. Captar la belleza del mundo desde las alturas mediante fotografías aéreas, algo vedado al común de los mortales que caminan diariamente sobre el globo terráqueo, es una de las funciones de estos ingenios voladores. De ello sabe, y mucho, el fotógrafo Alberto Gaitán, de raíces toledanas y 37 años de edad. En el primer confinamiento por la pandemia del coronavirus, este empleado del sector del comercio de alimentación decidió comparse un dron y probarlo sobre Toledo, una ciudad de la que se confiesa enamorado. «Aunque vivo en un pueblo de Madrid, voy a menudo a Toledo; es una ciudad que siempre me ha encantado y para cualquier fotógrafo es un escenario ideal», explica. Sobrevolando el Alcázar - A. GAITÁN Después de tomar durante tres años cientos de fotografías de la ciudad de las Tres Culturas, «el dron me picaba la curiosidad», y al final cursó operador de dron en una de las escuelas adjudicadas por la Agencia Estatal de Seguridad Aérea (AESA). Los estudios para especializarse son caros, explica Alberto, y a ello se une, además, la prueba psicotécnica. Pero en el caso de este piloto de drones merece la pena el esfuerzo. No hay más que echar un vistazo a su perfil de Instagram (@albertusmadperlas) para comprobar el espectacular resultado de sus vuelos teledirigidos sobre la capital de Castilla-La Mancha. «En mi Instagram hay varios tipos de fotografías, algunas hechas con dron y otras sin él. Para volar un dron necesitas muchísimos permisos, no puedes comprarte uno e irte a volarlo alegremente por ahí porque es muy complicado. Al principio puedes pensar que no tiene ningún peligro, pero una vez que te metes en este mundo y lo estudias, te das cuenta de la cantidad de espacio aéreo controlado que existe y no lo puedes hacer», explica. El espacio aéreo de la ciudad de Toledo está protegido y lo primero que se precisa es obtener el correspondiente permiso de AESA. Porque para volar un dron sobre esta ciudad hay que coordinarse, por ejemplo, con el Hospital Nacional de Parapléjicos, que cuenta con servicio de helipuerto. «Si se produce un accidente o una emergencia de cualquier tipo puede haber un helicóptero sobrevolando la zona, y AESA tiene que saber todo lo que hay volando sobre Toledo; o si hay excursiones en globo, por ejemplo, también. Todo está programado, nadie puede hacer nada sin permiso», añade. Atardecer con el Alcázar - A. GAITÁN Con todas las autorizaciones en regla, Alberto Gaitán ha pilotado dos veces su dron sobre Toledo. En un vuelo de cinco minutos se pueden obtener ocho fotografías. Él suele volar en las inmediaciones de la ciudad, en lugares donde no haya muchas interferencias. «No puedes irte muy lejos, meterte en un bosque o debajo de un puente sobre el río porque todo este sistema va por radiocontrol, y cuando pides el permiso coordinas con la Policía Local el sitio donde vas a volar. Yo suelo situarme en el Puente de Alcántara». La sorpresa posterior Al llegar a su estudio y visualizar las instantáneas captadas, hasta el propio autor se sorprende del resultado. «Soy fotógrafo a pie de calle y el 90% de las fotografías que hago son con cámara. Puedo subirme al Cerro del Bu y captar una panorámica de la ciudad, o irme al Puente de Alcántara y fotografiar un atardecer del Alcázar. Pero la catedral de Toledo, ¿cuántas veces puedes verla desde arriba si no vuelas en globo? Todas las fotografías que he hecho con el dron me han impactado muchísimo», confiesa Gaitán. Lo mismo le ha pasado a la alcaldesa de Toledo, Milagros Tolón, que le ha escrito felicitándole por su trabajo y ha compartido alguna imagen en sus redes sociales. La majestuosa catedral - A. GAITÁN «De Toledo me atrae todo, y es una ciudad que no valoramos y que tenemos aquí al lado. Según te haces mayor vas viajando, yo me he recorrido casi media Europa y luego me digo que tengo a unos minutos de mi casa una ciudad que es mucho más bonita que cualquiera, por la cultura que tiene, la historia. ¿En cuántas ciudades de Europa han convivido tres culturas? En muy pocas. Y poder ver de repente una mezquita, una sinagoga, un barrio judio o una iglesia cristiana, eso es un privilegio y una maravilla».
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