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Sánchez renuncia a recuperar 16.000 millones de Bankia

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Está llamada a ser la mayor fusión bancaria de las dos últimas décadas. Para recordar algo similar cabe remontarse a las operaciones de Banco Santander con Central Hispano o de BBV con Argentaria. La de Caixabank con Bankia sería una unión que alumbraría al mayor banco por activos en España. Un gigante nacional de 630.000 millones de euros. No exento de polémica, eso sí, a costa de las ayudas públicas que inyectó el Estado en Bankia. La negociación está en marcha, avanzada y con números ya sobre la mesa. El peor parado, según fuentes conocedoras de las conversaciones, sería el Estado al dar por perdidos unos 16.000 millones de euros. La unión tiene sentido, apuntan fuentes financieras. Ahora bien, por mucho sentido de negocio que tenga, los agentes implicados son variados y con la chequera en juego. Una operación perfectamente medida y calculada, con el plácet de La Moncloa pero cuyas condiciones finales habrá que analizar. El Fondo de Reestructuración Ordenada Bancaria (FROB), del Estado, tiene en su activo un 61,8% de Bankia. Fuentes financieras detallan que desde esa institución no se tiene contratado ningún asesor para vigilar los números. La entidad accionista dejará hacer a la participada para que sea ella la que aborde las cuestiones técnicas; cuando haya una propuesta de fusión en firme, ahí sí, el FROB tomará partido con su asesor de confianza -el banco de inversión japonés Nomura tiene sus papeletas como viejo conocido y encargado hasta ahora de intentar vender Bankia-. La unión, de momento, está siendo pilotada por al menos seis empresas de diversa índole. Cada banco cuenta con mínimo con tres asesores: un banco de inversión, una consultora y un despacho de abogados. Caixabank tiene en nómina a Morgan Stanley, EY y Uría Menéndez; Bankia, a Rothschild, KPMG y Garrigues. Nombres de sobra reputados y curtidos en mil batallas. En medio de todo están Isidro Fainé, presidente de la Fundación Bancaria La Caixa, y el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez. Fuentes financieras conocedoras de las conversaciones entre ambos explican que, de llegar a buen puerto la operación, el Estado cobraría en acciones de la nueva «Caixabankia» o «Bancaixa» -aunque lo cierto es que el nombre escogido no está decidido, y no será una mezcla de ambos sino uno distinto a todo-. Más que fusión es una integración de Bankia en la entidad de origen catalán, e incluso «absorción», hablan ya fuentes cercanas a la operación. El Estado se quedaría con un 14% que al canje en dinero podría rondar entre los 4.000 y los 5.000 millones de euros, según la prima. La realidad es que, incluso después de que Bankia subiera ayer en Bolsa un 33%, la participación del Estado apenas tiene un valor ahora de 2.600 millones. Hasta la fecha solo se han recuperado unos 3.300 millones de euros de los 24.070 millones que costó rescatar a Bankia -y luego a la integrada BMN-. Con la operación diseñada por Fainé, con el beneplácito de Sánchez -que lograría a cambio que el nuevo banco intermediara en la concesión de ayudas sociales-, el Gobierno daría por perdida cualquier oportunidad de recuperar el dinero restante; un escenario que contrasta con la insistencia de su socio Unidas Podemos por recuperar el dinero del rescate. Se mueve Bankia al balance de Caixabank y por el camino se quedan aproximadamente 16.000 millones para las arcas públicas que irían a engrosar directamente el déficit, ahora sí. La operación, por otra parte, sería redonda para Fainé (para «su» Fundación, que se prevé que ostentaría el 30% de la firma resultante). Un porcentaje tan elevado en manos de un solo accionista que, dicen las fuentes consultadas, «es una anomalía en el sector bancario». Sin embargo, las negociaciones siguen en marcha. El drama del empleo Más allá de las cifras están las plantillas. Barclays calcula que la únión provocará una superposición de sucursales del 23% y que, suponiendo que se ajuste plantilla en un 50% por establecimiento cerrado, el coste de la restructuración -un previsible ERE- superaría los 1.000 millones; el ahorro anual posterior sería de 500 millones. En otros términos se pronuncian las fuentes consultadas por este periódico. Hablan de la posibilidad de eliminar unas 3.000 oficinas y alrededor de 12.000 puestos de trabajo; solo la plantilla de Bankia no alcanza los 16.000, para poder comparar las cifras. Y el ahorro, en este caso, sería de 800 millones anuales con ese volumen de despidos. Así las cosas, sin contar reducción de oficinas ni empleados y sumando las cifras en bruto, la entidad resultante tendría un tamaño considerable a nivel de grupo, aunque la mayoría de su actividad radica en España. En total: 23,4 millones de clientes, 6.727 oficinas y 51.536 empleados. Líderes a nivel nacional en todos estos aspectos, pero muy lejos del volumen global que manejan Santander y BBVA. Las entidades se complementan y las fuentes consultadas afirman que es una operación con mucho sentido, para poder reducir costes, ganar en eficiencia y poder remontar la rentabilidad, como exigen tanto el Banco de España y el BCE.
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