Madrid de noche: fría, iluminada y festiva
Madrid, España: La ciudad nos recibe con siete grados celcius, frío anunciado y asumido, pero también erguida y pletórica, vestida con una decoración luminosa que realza sus principales centros festivos: Chueca, la Gran Vía y la Puerta del Sol.
España vive intensamente la Navidad, el Año Nuevo y una tradición muy suya: los regalos grandes llegan el 6 de enero, durante el Día de Reyes, una celebración profundamente arraigada en su cultura y en su herencia cristiana.
Una gigantesca postal luminosa de los Tres Reyes Magos en El Corte Inglés capta todas las miradas. Es sábado por la noche, y la muchedumbre se mueve entre tonos negros y grises, propios del invierno madrileño, abrigados, caminando sin prisa, disfrutando.
La mayoría converge hacia la Puerta del Sol, donde un imponente árbol de Navidad, majestuoso y radiante, congrega miradas, fotografías y videos. Los teléfonos celulares —infaltables en la vida del siglo XXI— reemplazaron hace tiempo al lapicero y la libreta de notas. Tecnológicamente incomparables, son hoy testigos permanentes de cada experiencia.
Madrid, como España, es una potencia turística mundial. Restaurantes, bares, cocina propia e internacional, sabores de muchas latitudes conviven en una ciudad que ofrece de todo y para todos. A eso se suma un metro extraordinario, amplio, eficiente, moderno, que mediante tarjetas electrónicas permite un desplazamiento intenso, rápido y ordenado.
Un servicio de primer mundo que muchos quisiéramos ver replicado en nuestros países.
Entrar a Europa por Madrid y España es un deleite, un paquete completo de placer. Incluso el viaje parece acompañar la experiencia: un viento de cola impulsó al avión de Iberia, permitiendo un traslado más veloz desde nuestra América hasta estas tierras.
De alguna manera, invertimos el viaje de Cristóbal Colón. Él cruzó el Atlántico navegando en 1492 y llegó a Costa Rica en 1502; hoy lo hacemos volando, en algo inimaginable para su generación: un Airbus A350, con cerca de 340 pasajeros, impulsado por corrientes de aire favorables que facilitan el desplazamiento.
Es imposible no detenerse a pensar, aunque sea de paso, qué vendrá tecnológicamente dentro de cien años, especialmente en materia de transporte. Somos una generación que ha visto avances increíbles y acelerados: internet, telefonía móvil, conectividad global y un mundo cada vez más interconectado.
Y aun así, como tantos hombres y mujeres a lo largo de la historia, uno solo desea que el mundo sea mejor, mientras transitamos por este maravilloso planeta, con la bendición de Dios.
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