"No pude llegar al fútbol pero el fútbol sí llegó a mí y se quedó para siempre"
0
2
En aquellos tiempos muchas calles no estaban asfaltadas. Entonces poníamos montones de piedras como porterías. Como no había postes, ni árbitro, las trifulcas eran persistentes y siempre llevaban razón los mayores. No podían perder. Balones que pasaban su portería eran desechados y en la nuestra otros que habrían sido rechazados por un poste eran gol. Jugábamos de sol a sol, de lluvia a lluvia, de barro a barro. Un extraño partido de todos contra todos. Cuando las farolas se encendían sonaban las voces. Eran las madres llamándonos para las cenas. Una tortilla francesa y la sombra de un sueño. Unos mazapanes y el corazón de un anhelo infantil pleno de dicha y olvido del mundo.

