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La primera selección española que jugó la final de un Mundial de fútbol

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Llovía mucho en Moscú el 8 de septiembre de 1985. Aquel día España perdió con Brasil la final del campeonato del mundo juvenil que se disputó en la URSS. Era la primera vez que una selección española disputaba la final de un Mundial.

«Llovía mucho y estábamos reventados», recuerda Sebastián Losada, delantero de aquel equipo y máximo goleador del Mundial con tres goles, a pesar de no jugar los dos primeros partidos, tapado por Peña, delantero del Valladolid, y López López, canterano del Barcelona, ya fallecidos los dos. Empató con varios jugadores, entre ellos Fernando, el capitán español, que ya jugaba en el Valencia. «La Bota de Oro me la dieron por ser el más joven de todos», dice.

España había llegado ahí después de superar en semifinales a la URSS por penaltis. Unzué paró dos en la tanda. «La prórroga se notaba», recuerda Sebas. El cuerpo técnico de España se reducía a Jesús Pereda, el seleccionador; Galán, el utillero, y el doctor Jorge Guillén. «Ni preparador físico ni entrenador de porteros; se entrenaban los porteros entre ellos», recuerda César Mendiondo. «Y el psicólogo era Rafa Paz contando chistes. Y Tirado [del Sevilla], que era un cachondo».

En 1985 España todavía no tenía costumbre de jugar finales. Un año antes la selección mayor había sido subcampeona de Europa, pero nadie imaginaba que aquel grupo de chavales que se había concentrado en Medina de Pomar, el pueblo del seleccionador, iba a ser la primera selección española que disputaría la final de un Mundial, el campeonato del mundo juvenil que se disputó en la URSS. El comienzo tampoco invitaba al optimismo. Un empate a cero contra Arabia Saudí y una derrota contra Brasil obligaban a España a ganar por dos goles a Irlanda del Norte en el cierre de la primera fase. «Marqué el gol que nos clasificaba, creo que en el minuto 89», rememora Losada.

«¿Cuándo nos van a eliminar?, pensábamos», dice Mendiondo. «Teníamos las maletas preparadas por si en el partido siguiente teníamos que volver a casa», añade Losada. «Fue muy divertido. Pasamos de ser un equipo que prácticamente no sabíamos a qué jugábamos a ir pasando de ronda. Y una vez en semifinales nos creímos que podíamos ganar», cuenta César Mendiondo.

César jugaba de lateral derecho en el Atlético Madrileño, pero la lesión del lateral izquierdo titular hizo que se viera en un Mundial para el que no estaba convocado jugando a pierna cambiada. «Aunque yo la izquierda la tenía para saltar», confiesa.

En aquella selección había también jugadores como Unzué, Nayim, Jon Andoni Goicoechea, Ferreira, Marcelino, Gay o Lopetegui, que era el suplente de Unzué. Y faltó Martín Vázquez, al que el Real Madrid no dejó ir porque ya era jugador del primer equipo.

La final se jugó en Moscú, pero antes España pasó por Tiflis y por Ereván, la capital de Armenia. «Para llegar a Tiflis tardamos tres días. Y de Tiflis a Ereván no pudimos ir todos en el mismo avión. Los bancos eran corridos y no había asientos», recuerda Toni Fidalgo, uno de los dos periodistas españoles que cubrieron el torneo desde el comienzo. Fidalgo, entonces redactor de As y después secretario general de la Liga y presidente del Oviedo, se quejó por los viajes y aquello le costó un enfado de Joao Havelange, presidente de la FIFA en la época.

Toni recuerda las dificultades para transmitir en aquella URSS gobernada por Yuri Andropov. «Ibas a pedir línea y podía tardar una eternidad. Hasta que le dabas unos dólares a la telefonista». En la concentración tampoco tenían mucho que hacer. Al llegar a Moscú, jugadores y periodistas se hospedaron en el Hotel Rossiya, entonces el más grande del mundo y ahora derruido. «Fuimos a la Plaza Roja, a la tumba de Lenin y al Metro», dice Losada. Pero hasta entonces no habían tenido gran cosa que hacer. «Como yo había jugado al fútbol, Antonio, el utillero, me dejaba ropa y entrenaba con ellos», cuenta Toni Fidalgo.

Para la final llegó José Ángel de la Casa, que se encargó de narrarla para Televisión Española. Fue el único partido que se pudo ver en España. «Yo no había salido por la tele en mi vida. Y ya sabía que lo iban a ver mi familia aquí en Madrid, mis amigos. Hostia, qué nervios», explica Mendiondo. «Se me quitaron en unos diez segundos. Cuando entramos al campo ya se acabó todo. Y además empezó a llover», agrega.

La lluvia acabó siendo decisiva. Y Mendiondo, que había tenido que marcar a Müller en los dos partidos contra Brasil, fue expulsado por dos amarillas. «Yo siempre iba fuerte y rápido a los choques, pero aquella vez quería frenar y no pude frenar. Fue justa la expulsión», dice. España aguantó con diez hasta la prórroga. Marcó Henrique y se perdió la oportunidad de ser campeones del mundo. «Nadie nos dijo que éramos los primeros en jugar una final», lamenta Mendiondo.

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