El Madrid también tropieza en el Bernabéu (0-2)
El Real Madrid tenía muchas ganas de volver al Bernabéu después de más de un mes jugando fuera y de firmar el mejor partido del curso en Bilbao. Lo ideal parecía regresar a casa en busca del nueve de nueve ante su público, pero la realidad fue otra muy distinta. Un partido que se le atragantó a los blancos desde el principio, con una salida fría y una segunda mitad en la que la cosa se fue enloqueciendo de la manera más extraña. Tanto, que el Real Madrid terminó con nueve jugadores por las expulsiones de Fran García y Carreras, y vio más amarillas que faltas cometió. Ahí puso de su parte Quintero González, un árbitro que terminó superado y aportando lo suyo en la locura final.
Arreón con diez
El Real Madrid necesitaba ganar para seguir a la estela del Barça y durante muy poco rato pareció que quería los tres puntos. Sus mejores momentos fueron ya con diez futbolistas y con el Celta por delante en el marcador, cuando los blancos tiraron de una épica que les ha dejado de funcionar últimamente. Buscó el Madrid ese arreón que convierte el Bernabéu en una apisonadora, y metió Xabi a Gonzalo para llenar el área. Remató al palo el canterano y Mbappé tiró por encima del travesaño una vaselina después de un grandísimo control, pero no terminaron los blancos de meterle miedo al Celta. Muy poco positivo se puede sacar de un equipo que había volado ante el Athletic y que parecía haber dejado atrás los tres empates consecutivos en Liga con malas sensaciones. En la Catedral funcionó lo de siempre, Mbappé, y lo que había dejado de funcionar, que era el funcionamiento colectivo, la intensidad y la fluidez ofensiva.
Poco de Mbappé
Pues todo eso no apareció en el regreso al Bernabéu, ni siquiera Mbappé, que además de esa vaselina que se le fue por poco dejó una buena maniobra dentro del área para dejarle un balón claro a Güler, que remató fuera por poco en una de las mejores ocasiones locales en la primera parte. La otra la tuvo también el turco, al cuarto de hora, pero se encontró con el cuerpo de Radu. El portero vigués sacó un cabezazo de Bellingham que iba para dentro y ahí casi se terminaron las ocasiones del Madrid, que no conseguía hacer cosas bien con continuidad.
Muchos pases al pie, poca movilidad de los que no tenían el balón y para colmo, la lesión de Militao, que tuvo que correr varias veces para atrás en busca de las escapadas de Bryan Zaragoza y Pablo Durán. En una de esas, se rompió el brasileño, que ahora se va a perder varias semanas seguramente.
El Celta crecía con el balón y nunca se precipitaba. Tampoco es que hiciera un partido enorme, pero su victoria es histórica después de muchísimos años. Acertó Williot Swedberg, dos veces, primero con un taconazo genial tras un pase de Bryan, y después al final, con el Madrid ya con nueve y la fiesta celeste montada.
Exagerada expulsión de Carreras
Para entonces el Madrid ya estaba desquiciado con el colegiado, que se precipitó en la expulsión de Carreras, y no pudo hacer nada con la de Fran García, que vio dos amarillas en un minuto que debería haber evitado, al menos la segunda. Nada le salía al Madrid, que en otros tiempos, en este escenario, hubiera tenido a Vinicius cabalgando por su banda y creando peligro. Estuvo tan gris como el resto de sus compañeros y siempre se encontraba con dos defensas delante.
Xabi también vio amarilla por protestar y no fue capaz de modificar grandes cosas con sus cambios ni desde la alineación inicial. Si en Bilbao vio muchas cosas de las que quiere que tenga su Madrid, ante el Celta no apareció nada. Ni la calidad de los solistas ni el juego colectivo. Las victorias en Atenas y San Mamés parecen más espejismos que nunca para un equipo que desde el Clásico y la goleada al Valencia ha dejado de reconocerse y de progresar en las ideas de su entrenador.
No solo ha perdido la ventaja que tenía con el Barça, ahora está a cuatro puntos del liderato y uno por delante del Villarreal, que tiene un partido menos. Ahora llega el City, con seis defensas lesionados y muchas dudas, que parecían haberse quedado en Bilbao, pero va a ser que no.