Racing (sin Gabriel Arias) eliminó a River Plate (sin Paulo Diaz) del Clausura argentino (Video)
Ya casi no queda partido y todos los caminos conducen al alargue. A esta altura de la noche, hay un show cargado de adrenalina, de pierna intensa, de mucha tensión. También, un equipo decidido a ganar, a buscar esa revancha que viene persiguiendo desde el mercado de pases, que necesitaba desde la eliminación de la Copa Argentina, que lo ponía al límite. Racing va impulsado por el corazón, por la sed de venganza, por la valentía de un conjunto que no especula, que se desnuda ante su gente. Y el gol de Gastón Martirena, que se empieza a palpitar en esas tribunas repletas de pasión, estalla en el arco de Franco Armani y tiene una onda expansiva en las gargantas de los hinchas.
La Academia ¡por fin! le gana a River. Pone de rodillas a su bestia negra en un año cargado de rivalidad. “El que no salta, es un traidor”, canta el Cilindro con un mensaje directo para Maximiliano Salas, que ya había dejado la cancha. Para Marcos Acuña, al que silbó de principio a fin, y hasta para Juan Fernando Quintero, el villano de una historia mal contada que aportó para la Sudamericana que descansa en las vitrinas de Avenida Mitre y mostró toda su clase de banda roja.
Gustavo Costas, el que corre desaforado después del agónico gol del uruguayo, el técnico dentro del cuerpo del hincha, también ganó el duelo táctico. Marcelo Gallardo, que había tenido ojo de buen cubero con tres modificaciones disruptivas que le permitieron dar vuelta el partido, se apuró con los ingresos de Matías Galarza Fonda y Juan Portillo. Las salidas de Enzo Pérez y Nacho Fernández tuvieron como objetivo fortalecer el medio. Lograron el efecto contrario. Porque Ian Subiabre, que había conseguido el gol del 1 a 1 por la izquierda y colaborado con Quintero en el 2 a 1, pasó a la derecha y se perdió. La entrada triunfal de Toto Fernández, el pibe criado en el Ascenso, fue el cambio clave, más allá del deficiente cruce de Lucas Martínez Quarta que derivó en el 2 a 2.
Racing siempre mostró decisión. Desde el primer minuto. Por eso encontró rápido el gol. El centro punzante de Gabriel Rojas cayó como una daga en el área y Santiago Solari saltó más alto que Lautaro Rivero para poner la frente y hundir la pelota en el arco de Armani.
Apenas iban cuatro minutos, pero la Academia ya había conseguido la ganancia a bordo de una intensidad propia de su convencimiento y buen despliegue por afuera con sus laterales, pero notables movimientos hacia adentro, donde Santiago Sosa fue un volante central europeo.
Enmascarado, y muy a pesar de que la zona facial estaba comprometida, el mediocampista nacido en La Plata mostró valentía para anticipar de arriba y de abajo, pero sobre todo criterio para entregar la pelota al pie del compañero.
River se encontró golpeado y la apuesta de jugar con Salas no tuvo éxito. Al correntino le pesó el pasado. Y en ese 4-3-1-2 que pergeñó con Nacho Fernández como enganche, el que se destacó fue Driussi en la conexión.
Con River lanzado, Racing se vio favorecido para jugar de contra. Y armó varias. Con Gastón Martirena, Tomás Conechny, el propio Solari y Maravilla Martínez, que jugó al desgaste de los centrales. Le faltó la puntada final para poder liquidar el pleito. Tuvo dos tiros libres, uno ejecutado por Rojas que pasó muy cerca, y otro de Agustín Almendra que tapó Armani.
Y en el segundo tiempo, River tuvo sus dos minutos de gloria con los zurdos Subiabre y Quintero. Parecía que la historia se repetía. Que otra vez iba a pesar la paternidad. Y no funcionaba Duvan Vergara. Hasta que entró Fernández y el empate se hizo carne en el clásico.

