El laberinto burocrático que discrimina a los niños extranjeros que quieren jugar al fútbol de barrio

Tener cinco años y jugar en un equipo de fútbol de barrio supone, si no has nacido en España, enfrentarse a un espeso laberinto burocrático. Tan espeso que algunas de las familias de los niños no son capaces de superarlo sin ayuda. La Federación Galega de Fútbol lleva años aplicando una incomprensible normativa de la FIFA, en principio pensada para dificultar el tráfico de jugadores menores de edad en los clubes profesionales. La consecuencia de aplicar ese protocolo ha convertido al fútbol infantil en un nuevo territorio de discriminación para los niños y niñas que buscan poder darle patadas a un balón en su nuevo país de residencia. “Es mucho trámite, muy engorroso y lioso para los padres”, señala a elDiario.es un entrenador de Santiago de Compostela, que se ocupa de las categorías más bajas en el San Pedro Fútbol Club.

Si un equipo de barrio quiere hacer la ficha de un niño de cuatro o cinco años no nacido en España para que este pueda participar en los partidos oficiales de fútbol aficionado, su familia debe entregar una montaña de documentos. En concreto, un certificado de empadronamiento conjunto, un certificado de nacimiento para extranjeros, los contratos laborales de ambos progenitores, un documento de sustento económico -que acredita el origen de los recursos financieros para cubrir gastos-, los pasaportes de pequeño y padres, los permisos de residencia de los tres y una declaración jurada conforme a que no ha jugado en otro país. “¿Todo para un niño de cuatro años?”, se pregunta el entrenador, “no tiene sentido”. En su club hay en este momento unos nueve o diez casos en esta situación.

Los equipos de fútbol modesto envían las fichas a la Real Federación Galega de Fútbol y esta a su homóloga española, que comprueba que cumplen con los reglamentos de la FIFA. Porque, según todos los agentes consultados, este es el origen del problema. La poderosa organización internacional del fútbol profesional estableció en 2014 una normativa con la que pretendía impedir el tráfico de futbolistas menores de edad. La decisión la adoptaba poco después de sancionar al Barcelona, al Real Madrid y al Atlético, además de a la Federación Española, por infracciones relacionadas con el traspaso de jugadores menores. “Claro, pero son clubes profesionales, ¿qué sentido tiene en un equipo de barrio?”, dice el entrenador.

Un portavoz de la Federación Galega, en comunicación con este periódico, muestra cierta resignación. Remite a los dictados de la FIFA, que relaciona con el “riesgo de tráfico de niños”, y asegura que han habilitado una vía para alargar el plazo de presentación de los documentos, una licencia provisional para que los niños puedan jugar mientras su familia reúne y entrega toda la documentación. En el San Pedro Fútbol Club la conocen, pero aseguran que no soluciona el problema, ya que al año siguiente no se puede renovar. En la opinión de su entrenador de prebenjamines, la solución que evitaría discriminaciones sería un documento firmado por el club en el que conste que no se paga por el menor ni se compran derechos futuros del futbolista. “En los equipos de baloncesto es todo mucho más sencillo, basta con los DNI y un certificado de escolarización”, señala el entrenador.

Requisitos “absurdos”

El Foro Galego de Inmigración agrupa asociaciones y entidades de apoyo a las personas migrantes. Su portavoz, Miguel Fernández, califica de “absurdos” los requerimientos de las federaciones en equipos de fútbol populares y de barrio. Recuerda que hace años el Foro denunció públicamente otras trabas burocráticas, pero que sufrían niños de familias en situación irregular.

La Lei do Deporte de Galicia, vigente desde 2012, reconoce en su preámbulo que el deporte cumple “especiales funciones” en la sociedad en los ámbitos educativos, de formación y de cultura, además de en el fomento de la cohesión social. Su artículo tres considera uno de los principios rectores de la norma “el derecho de todos los ciudadanos a conocer y practicar deporte de forma libre, voluntaria y democrática, en términos de igualdad y sin discriminación ninguna”. El Foro Galego de Inmigración intuye en lo que sucede con las fichas de menores un comportamiento discriminatorio. Consultada por elDiario.es, la Xunta de Galicia se ciñe a la normativa FIFA “para evitar posibles casos de tráfico de menores” y que “siempre se debe acreditar que el niño tenga residencia legal en el país de acogida”.

La Secretaría Xeral para o Deporte del Gobierno gallego añade que, según le ha comunicado la Federación Galega de Fútbol, “no constan problemas con este asunto y, en el caso de existir, los afectados pueden dirigirse a la propia federación para solucionarlo”.