El Mundial de Fútbol provoca una tregua: la captura del ‘Mencho’ debe esperar
0
23
DOMINGA.— En menos de un año México, junto con Estados Unidos y Canadá, será nuevamente anfitrión de la Copa del Mundo de Futbol. Y al menos 5 mil millones de aficionados pondrán su atención en América del Norte. Para algunos, hay razones para ser optimistas y creer que seremos un país más seguro para junio de 2026. Otros pensamos que el Mundial podría traer un gran retroceso en seguridad.Esta preocupación es compartida por una fuente informativa –a la que llamaré Leak– que hizo llegar a DOMINGA una imagen inédita, tomada a corta distancia, de la detención de Antonio Oseguera Cervantes, Tony Montana, hermano de Nemesio, el líder del Cártel Jalisco Nueva Generación. La fotografía prueba que cuenta con información privilegiada. “El gobierno de México ha solicitado al de Estados Unidos, a la fiscal Pam Bondi en concreto, abstenerse de realizar alguna acción de captura o eliminación de Nemesio Oseguera Cervantes –El Mencho–. Por la violencia que podría generarse al ocupar su lugar. Estados Unidos ha seguido presionando mucho con esa figura y México pidió, al menos, esperar a que pase el Mundial 2026 para retomar esa agenda”, asegura Leak.Cuenta que hay una enorme presión por parte del gobierno de Estados Unidos por lo que pasa en Jalisco y sus autoridades municipales. Especialmente, les preocupa la manera en que el Cártel Jalisco ha penetrado el sistema financiero, empresarial y comercial en el estado. Para los vecinos del norte, el arresto del Menchoes prioritario pero México lo ve de otro modo.No se trata de una preocupación surgida de la nada: un alto mando del Cártel Jalisco reveló al gabinete de seguridad que entre los escoltas de Nemesio Oseguera hay spetsnaz–comandos de fuerzas especiales y de élite militares de la actual Federación de Rusia–, así como escoltas y armamento de última generación. Un golpe a ese gran capo sería desastroso para Guadalajara, una de las tres ciudades mexicanas donde se disputarán cuatro partidos internacionales.En los hechos se trataría de un armisticio –suspensión de hostilidades– con el crimen organizado. Existe la Tregua Olímpica, así que México tendría que hacer una Tregua Mundialista con un intercambio simple: yo no te cazo y tú no manchas la reputación internacional del país. Y para que funcione tiene que replicarse con otros grandes grupos criminales, como el Cártel Santa Rosa de Lima y La Nueva Familia Michoacana, entre otros, que tienen experiencia sacando a su base social a hacer “narcobloqueos”, quema de vehículos, ataque a vías de comunicación y hasta apagones cuando les detienen a algún capo. Cualquiera de esas acciones mancharía la reputación mexicana acaso para siempre.El problema con una tregua de ese tamaño es el reconocimiento implícito del Estado mexicano: que la paz depende de la voluntad del crimen organizado y no de la capacidad del gobierno. El crimen manda.El temor de que el crimen se reubique a zonas residenciales o marginalesMéxico no sería el primer país en montar una tregua mundialista. El caso más famoso –y documentado– es el de Argentina en la Copa del Mundo de 1978. En aquel año, el diario francés Le Matininformó que en un lujoso hotel parisino se habían reunido altos mandos del gobierno militar argentino, representando al dictador Jorge Rafael Videla, e integrantes de la organización clandestina Montoneros, una guerrilla de extrema izquierda que quería sacar a los militares del poder.“Los Montoneros no lanzarán ninguna operación que pueda poner en peligro a los jugadores, los numerosos periodistas y miles de visitantes que llegarán a la Argentina. [...] De nuestra parte no habrá ninguna escalada en la lucha armada. Estamos dispuestos a ir más lejos. Proponemos una tregua a la dictadura militar del general Videla”, dijo Rodolfo Galimberti, de Montoneros, según el periódico.Aquí en México parece improbable un acuerdo así, verbalizado y frente a la prensa, con los cárteles. En octubre de 2024, la presidentaClaudia Sheinbaum rechazó cualquier diálogo con criminales, luego de que su compañero de partido, Manuel Espino, expresidente nacional del PAN, se ofreciera a recorrer el país para preguntarles a los capos qué desean a cambio de guardar las armas.En contraste a una tregua, puede ocurrir lo que muchos tememos: la reubicación del crimen organizado, es decir, que las autoridades concentren a policías y militares en zonas de gran exposición y tránsito –aeropuertos, estadios, restaurantes, zonas hoteleras– en los días mundialistas y que los grupos criminales desplacen sus actividades a donde la vigilancia disminuye. Un efecto de rebote: baja el crimen en zonas turísticas y céntricas, pero sube en suburbios residenciales o barrios pobres.Uno de los ejemplos más dolorosos está en Europa. El 18 de junio de 1994 se disputó el partido mundialista entre Italia e Irlanda del Norte en Estados Unidos. Las autoridades se prepararon para el juego concentrando cuerpos de seguridad en las zonas turísticas del Reino Unido. Muchos policías de pequeñas comunidades fueron comisionados a las grandes ciudades, lo que creó grandes huecos sin vigilancia.Ese reacomodo fue aprovechado por la Fuerza Voluntaria del Úlster (UVF, por sus siglas en inglés), un grupo paramilitar que se oponía a la unión de la República de Irlanda con Irlanda del Norte. Sabiendo que la custodia se había relajado en el pequeño pueblo de Loughinisland, County Down, los mercenarios entraron al pub O’Toole y dispararon a mansalva a quienes veían el partido por televisión. Seis civiles murieron y otros cinco fueron heridos. El ataque conocido como “La masacre de la Copa del Mundo” fue una respuesta de la UVF a la matanza de tres de sus miembros a manos del Ejército Irlandés de Liberación Nacional, otro grupo paramilitar. Una mala planeación policiaca dio ventaja a los terroristas.El riesgo de uso excesivo de la fuerza y hasta espionaje Otro mal diseño de seguridad en el Mundial puede crear problemas donde no los hay. Por ejemplo, que con el pretexto de “mano dura” policías y militares cometan detenciones con uso excesivo de la fuerza, arrestos arbitrarios, represión contra manifestantes o, peor aún, espionajea opositores con el argumento de la paz.Sucedió en la Copa del Mundo 2022, en Qatar, donde diversos medios de comunicación consignaron que el gobierno anfitrión había espiado a funcionarios de la FIFA, opositores al gobierno, periodistas disidentes, y hasta aficionados, con el argumento de frustrar los planes de alguna organización terrorista.Durante aquel mundial, el periodista Leo Eiholzer escribió: “Cualquiera que asista a la Copa Mundial de 2022 en Qatar y vea una camioneta estacionada fuera de su hotel debería desconfiar de una posible vigilancia. Documentos secretos [...] revelan detalles sobre el equipo de espionaje del país del Golfo [Pérsico], incluidos vehículos de vigilancia de alta tecnología.“Las camionetas, parte de un proyecto con nombre en clave ‘Mystery’, funcionan como plataformas móviles de vigilancia. Son capaces de interceptar señales de redes WiFi, grabar videos en secreto y reconocer automáticamente matrículas de vehículos. También pueden monitorear datos de teléfonos móviles cercanos e interceptar llamadas telefónicas”.En México, organizaciones civiles como Red en Defensa de los Derechos Digitales han denunciado eluso sistemático del spywarePegasusque infecta teléfonos de críticos del oficialismo para espiarlos. Sólo en un mes, de abril a mayo de 2019, 456 personas en México fueron intervenidas telefónicamente sin su consentimiento, según documentos judiciales del litigio entre WhatsApp y la empresa israelí NSO Group, que vende a gobiernos el programa Pegasus.Un escándalo de ese tamaño podría romper la delgada cuerda que conecta a la ciudadanía con las instituciones de justicia. Y una vez rota esa confianza, dejan de fluir las llamadas anónimas con información confidencial, el respaldo a los policías frente a la base social de los cárteles y se borra la línea entre policías buenos y malos. Eso sería como meter un gol de medio campo para el crimen organizado.Un comando terrorista irrumpió en los Juegos Olímpicos de MúnichLa visibilidad global de un anfitrión mundialista convierte a sus ciudades en un blanco para grupos terroristas que buscan atención mediática. Además, el flujo extraordinario de viajeros suele ser aprovechado por las mafias; y puertos marítimos y aeropuertos saturados en estas fechas siempre son ideales para traficar desde personas y cocaína hasta animales exóticos.No es un miedo inventado: desde que los Juegos Olímpicos de Múnich 1972 se tiñeron de sangre con el ataque de Septiembre Negro, un comando terrorista que irrumpió en medio de un megaespectáculo deportivo, dejó de ser una mera pesadilla y se convirtió en posibilidad real. Desde entonces, cada torneo de futbol carga con esa angustia: el del deporte convertido en escenario de guerra.También en la Copa del Mundo Francia 1998, mientras el mediocampista Zinedine Zidane levantaba la copa, las fuerzas de seguridad frustraban atentados planeados por islamistas radicales que querían golpear a las ciudades de Marsella y París. Dos ediciones más adelante, en Alemania 2006, agentes encubiertos interceptaron células vinculadas a Al-Qaeda.Rusia 2018 y Qatar 2022 vivieron bajo los amagos del Estado Islámico, que usó canales de propaganda para difundir fotomontajes de jugadores, estadios y ciudades sede como blancos de sus atentados. La sangre nunca corrió en la cancha, pero el mensaje fue claro: el Mundial no sólo es la máxima vitrina del futbol, también lo es para quienes buscan aterrorizar al mundo entero.Para evitar delitos extraordinarios, las ciudades sedes suelen invertir hasta tres años en bajar las tasas de criminalidad. Los gobiernos de Ciudad del Cabo y Johannesburgo, en Sudáfrica, lo hicieron cuando alojaron la Copa del Mundo 2010. Y Brasil hizo lo suyo cuando organizó la de 2014: desplegaron más de 30 mil soldados por las ciudades fronterizas y las sedes para anular cualquier atentado terrorista.Pero tal vez la mejor estrategia de Brasil no fue la ocupación militar, sino algo más simple y barato: miles de folletos escritos y autorizados por la policía nacional que se entregó a los turistas curiosos por saber cómo sobrevivir al país carioca. Por ejemplo, la información incluía cómo esconder joyería, qué zonas evitar de noche e, incluso, cómo confrontar a un ladrón.“No reaccione, grite ni discuta”, aconsejaba la policía brasileña. La estrategia funcionó, pues Brasil entregó el máximo galardón a la selección de Alemania y emergió con una imagen moderna frente al mundo. Nada que lamentar, excepto por algunos carteristas en el transporte público y estafadores en la calle.¿Unos folletos mundialistas de prevención en México?Ahora es el turno mexicano. Si la estrategia será repetir los folletos brasileños, habrá que enseñar a los turistas cómo enfrentar casos de bloqueos carreteros, balaceras o hallazgo de cadáveres. Y así como en cada restaurante, bar y estadio hay placas que informan qué hacer en caso de incendio y temblor, ¿habrá que hacer una placa que diga qué hacer en caso de ser secuestrado desde su hotel o qué hacer si le obligan a pagar “derecho de paso” en un retén clandestino?En un país donde la violencia es asunto diario, la Copa del Mundo 2026 no sólo será un escaparate deportivo: también una incómoda vista global a nuestra guerra que, desde hace casi 20 años, carcome a México en medio de fuertes presiones desde Estados Unidos.GSC/ASG