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El origen de referirse como 'míster' a un entrenador de fútbol está en este técnico irlandés que hizo campeón de Liga al Betis

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Patrick O'Connell, gracias a su carácter y su compromiso, fue muy querido en el club verdiblanco, en el que pronto se instauró la expresión para referirse a un entrenador

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Patrick O'Connell, una figura legendaria y compleja del fútbol, dejó una huella imborrable en la historia de clubes como el Real Betis y el FC Barcelona. De hecho, fue el único entrenador capaz de ganar la Liga con el Betis hasta la fecha y jugó un papel decisivo en la salvación del Barça durante la Guerra Civil. Aunque su vida personal estuvo marcada por el bohemismo y las zonas de sombra, su biografía está repleta de éxitos y fracasos. Y lo más curioso. Desde su llegada a Sevilla, se instauró que los técnicos se les llame ‘míster’, palabra que lógicamente él entendía aunque seguramente no supiera que trascendería hasta nuestros días, nada más y nada menos que 90 años después.

Nacido en Westmeath, Irlanda, en 1887, O'Connell tuvo una destacada carrera como futbolista, primero en Belfast y luego en Inglaterra. O’Connell jugó en clubes como el Sheffield Wednesday y el Hull, antes de unirse a las filas del Manchester United, donde llegó a ser capitán. También es considerado el primer futbolista irlandés que formaba parte en la historia del equipo. Fue internacional con Irlanda, participando en una memorable victoria por 0-3 ante Inglaterra en 1913. Sin embargo, su etapa en el Manchester United finalizó en 1915 a raíz de un escándalo de amaño de partidos en el que, aunque él no participó, un penalti deliberadamente fallado por O'Connell lo vinculó al incidente. Cosas del fútbol de ahora… y de antes.

Tras retirarse como jugador y una breve incursión como entrenador en el modesto Ashington en Inglaterra, O'Connell emprendió un enigmático viaje a Santander en 1922 para dirigir al Racing. Esta decisión fue controvertida, ya que abandonó a su esposa Ellen y a sus cuatro hijos en Irlanda, aunque les enviaba dinero, sin revelar su paradero ni su nueva ocupación. Una de las “zonas de sombra” de su vida se desveló en Santander, donde se casó con Ellie O’Callaghan, otra irlandesa, a pesar de que su matrimonio en Irlanda seguía vigente. Tras siete años de éxito en el Racing, llevándolos a la primera edición de la Liga en 1929, y un paso por el Oviedo, llegó a la ciudad del Guadalquivir.

En 1932, Patrick O'Connell llegó a Sevilla para hacerse cargo del Real Betis, una ciudad que marcaría su destino. No solo logró ascender al equipo a Primera División, sino que en 1935 logró algo inédito y que el club hispalense aún no ha podido repetir: conquistar el título de Liga, el único en la historia del club, toda una cima sin precedentes. Fue en esta etapa cuando los sevillanos le apodaron cariñosamente “Don Patricio”. Su método de entrenamiento era revolucionario para la época: a diferencia de otros técnicos que observaban las sesiones desde la banda, él se ponía el chándal y sudaba junto a sus pupilos, ganándose la admiración y el cariño de la plantilla y la afición.

Y fue ahí, en esa dorada etapa verdiblanca cuando, además de sus hazañas deportivas, a Patrick O'Connell se le atribuye haber introducido y popularizado la palabra 'míster' en el argot futbolístico español como sinónimo de entrenador. Aunque el término ya existía por la influencia inglesa en el fútbol, su gran impacto y fama en España contribuyeron decisivamente a su uso generalizado. De hecho, su obituario de 1959 en Vida Deportiva ya afirmaba que el tratamiento de ‘míster’ para los entrenadores de fútbol en España surgió en honor a Patrick O'Connell, dada su enorme influencia. Esta impronta lingüística quedó finalmente plasmada cuando la palabra 'míster' fue incluida en el diccionario de la Real Academia Española con el significado de “entrenador deportivo, especialmente de fútbol”, reconocimiento que se produjo en 2001.

Tras ese entorchado liguero, O'Connell fichó por el FC Barcelona. Su periodo en el club catalán coincidió con tiempos convulsos, ya que pocas semanas antes del estallido de la Guerra Civil española el Barça fue subcampeón de Copa y ganó el campeonato catalán. El conflicto lo sorprendió en Belfast, y aunque el presidente del Barça le envió un telegrama pidiéndole que no regresara, O'Connell, comprometido, volvió a una entidad devastada. Lideró al equipo en la conquista de la Liga Mediterránea, en 1937, la única competición que se llegó a disputar ese año. Su gestión más trascendental fue organizar una gira por México y Estados Unidos en 1937, que recaudó 461.799 pesetas, una inyección económica vital que, según los historiadores, salvó al club de la ruina y la posible desaparición.

Un triste final

Tras la gira en América, O'Connell regresó a Barcelona a finales de 1937 con solo cuatro jugadores, ya que muchos se quedaron en el extranjero temiendo la represión en España. En enero de 1938, aceptó una reducción sustancial de su salario para contribuir a la supervivencia del club en tiempos de guerra. Fue el único entrenador del Barça durante el conflicto bélico, pero su contrato fue rescindido en 1940 en un intento del club por rejuvenecer tanto la plantilla como el cuerpo técnico. Después, O'Connell regresó a Sevilla para entrenar al Betis, logrando el ascenso en 1942. Y posteriormente se unió al eterno rival, al Sevilla FC, durante tres temporadas. Regresó una vez más al Betis, en 1946, en circunstancias difíciles, siendo destituido antes de que el club descendiera a Tercera. Su etapa como entrenador culminó en el Racing de Santander.

Tras su última etapa en Santander, se instaló en Sevilla, donde subsistió gracias a las clases de inglés que impartía su esposa. En 1954, el Betis le rindió un homenaje en su estadio para intentar paliar su precaria situación económica. Un año después, ya casi arruinado, se mudó a Londres, donde vivió en la pensión de su hermano. Su final fue desolador: murió mendigando y asistido por los servicios sociales el 27 de febrero de 1959, siendo enterrado en una tumba sin nombre en Londres. La noticia de su fallecimiento conmocionó al club verdiblanco, que le rindió un sentido homenaje con brazaletes negros y un minuto de silencio en el campo de Heliópolis. Su legado es recordado a día de hoy con un mural en Belfast y un busto en el campo del Betis, el Benito Villamarín.

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