Un partido inolvidable: España 5 Francia 4

Hasta la media hora del segundo tiempo, España arrolló a Francia con Oyarzábal, Pedri y Lamine Yamal como maestros de ceremonias. Pero, dieron el partido por ganado antes de tiempo y acabaron pidiendo la hora

Qué más se le puede pedir a la España de De la Fuente, que sigue ganando todo lo que juega y encima divierte hasta a las piedras. Un lujo de selección, que el domingo buscará su tercer título seguido en la final de la Nations League frente a Portugal. Una oportunidad que se brindó con susto incluido, porque tras alcanzar la manita frente a Francia se fue del partido y acabó pidiendo la hora. Así también sabe mejor.

Regresaba casi un año después España a Stuttgart, una ciudad de grato recuerdo, donde tumbó a Alemania en los cuartos de la pasada Eurocopa. Y quizás, aún invadida por aquellos días de vino y rosas, le costó centrar la cabeza en el partido. Francia, una de las muchas selecciones que tiene cuentas pendientes con este invencible equipo que dirige De la Fuente, comenzó asustando. Pero no tardó en comprobarse que, a falta de fluidez en el juego, ya está Unai Simón para lucirse y tapar las carencias.

La falta de concentración con la que compareció España se notó especialmente en las pérdidas que empezó a acumular rápidamente, muchas de ellas peligrosas y sin mucho sentido. Como la de Mikel Merino, que permitió la carrera de Dembélé y la asistencia a Mbappé, que frustró Simón con su primera gran intervención. Le seguiría Theo Hernández, al que el larguero negó el primero de la noche alemana.

Algún fogonazo de Lamine Yamal y alguna carrera con eslalon incluido de Nico Williams eran la única respuesta española. En este escenario, Pedri parecía un espectador más, pésima noticia para la roja. Doué no tardaba en volver a probar los reflejos de Unai Simón. Francia parecía estar comiéndose a España pero los chicos de De la Fuente son de aquellos que les das un dedo y te cogen el brazo entero.

Aunque todo el juego parecía volcado en el área de Unai Simón, el marcador se inauguró justo en las antípodas del verde. Una genialidad de Lamine, que metió el balón a Oyarzábal originó la acción. La pantalla y el pase genial del vasco lo aprovechó Nico Williams para fusilar a Maignan y desatar la euforia de los miles de seguidores españoles presentes en las gradas del MHP Arena. Francia cayó tan grogui como pasmada al verse por detrás en la semifinal. Y. cuando se quiso dar cuenta, giró la cabeza y le cayó otro mamporro.

El segundo gol de España, tres minutos después del primero, lo firmó Mikel Merino, cuyo idilio con Stuttgart continúa tras el cabezazo en la prórroga ante Alemania del año pasado. El del Arsenal culminó con la derecha una gran pared con Oyarzábal, un jugador silencioso pero que cada vez se va haciendo más imprescindible.

Sin brillar, sin jugar bien, España dominaba con mano de hierro, confirmando el potencial de un equipo que sigue navegando a velocidad supersónica allá donde va. El equipo de Deschamps intentó revolverse antes del descanso, pero Unai se lo impidió con tras grandes paradas. Es más, el VAR anuló el tercero a Huijsen por fuera de juego y evitó la sentencia definitiva.}

Los galos agotaron sus cartuchos tras el descanso con un par de buenas jugadas por banda que pudieron ser gol tranquilamente. Pero lo peor para ellos estaba por llegar. Rabiot no midió nada bien y se llevó a Lamine por delante, obligando a Oliver a señalar el punto de penalti. El candidato al Balón de Oro con 17 años quiso su trozo del pastel y encontró la red engañando a Maignan. Apenas unos segundos más tarde, era Nico Williams el que conectaba con Pedri, que con una maniobra de elegido y un disparo certero subió el cuarto. La goleada ya era de las que hacía daño a un rival de la entidad de Francia, a la vez que aumentaba el prestigio de una roja que enamora.

Lo que parecía una alegría efímera para les bleus la firmó Mbappé. El astro de Bondy se inventó un penalti, dejándose caer ante Pedro Porro, y él mismo lo envió a la red para dibujar un espejismo en el partido. La respuesta, de nuevo, fue fulminante, y volvió a tener la firma de Lamine Yamal, que regaló a un desastroso Lenglet otra fotografía.

Con una manita luciendo en el marcador el telón ya parecía rozar el suelo. El posterior carrusel de cambios, además, ralentizó el partido. Pero el orgullo francés intentó aflorar, aprovechando que España se había desconectado. Cherki firmó un golazo que pareció testimonial. Pero Vivian sumaba el tercero para los galos en propia puerta y la tensión regresó al verde. El cuarto de Kolo Muani en el 93 ya puso el susto en el cuerpo a todos, presentes y ausentes. El final del partido fue todo un alivio para España, a la que le espera una nueva final.

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