Los centrales dan la victoria al Real Madrid contra el Mallorca (2-1)
Decía Cervantes que hasta de los libros malos se puede sacar siempre algo bueno, aunque sea una frase. También de los partidos que no valen para nada, que parecen fuera de sitio, cuando todos o casi todos están a otra cosa, a lo que tiene que venir, también de esos partidos se pueden sacar cosas buenas, historias que parecían imposibles en otros. Por ejemplo, que Vallejo juegue, y no solo eso, sino que además dé el pase de gol que da la victoria, y que el remate a puerta, el tanto salvador, lo marque Jacobo Ramón, el central de la cantera que había disputado un par de encuentros esta temporada y había dejado una imagen difusa. Con el gol coronó un buen partido, que no olvidará y que le pone en órbita el mismo día que se daba por cerrado el fichaje de Huijsen para el Mundial de Clubes. Un gol de un central y canterano. No hay mensaje ahí ni nada.
Fue un final bonito y emocionante para un partido más vivo de lo esperado, no mal jugado por el Real Madrid, que mereció ganarlo mucho antes. Pese a que LaLiga ya está decidida, quedaba ese pequeño orgullo de no permitir que el Barcelona cantase el alirón por los deméritos del equipo blanco, y por eso lo peleó hasta el final, con una insistencia que bien se podía haber dado en otros momentos de la temporada. Acabó tirando muchas veces desde lejos y colgando balones, pero al menos esta vez Ancelotti había puesto ya al canterano Gonzalo en el campo, el único delantero que le ofrece garantías por arriba.
Tampoco tenía muchas opciones Ancelotti. Hubo un momento, horas antes del partido, en que dio la impresión de que el Real Madrid no iba a tener jugadores del primer equipo para disputar el encuentro. A todas las bajas que tenía el equipo se unieron Lunin y, después, Brahim. Así que el técnico, además de estar pendiente del partido, tenía que estar pendiente de no hacer cambios equivocados para no dejar en el campo menos de siete futbolistas del primer equipo. En el equipo titular, además de Asencio, al que el juez procesó ayer, estuvo Jacobo Ramón, que terminó siendo decisivo. Pero el resto de jugadores eran del primer equipo.
Fue un Madrid sin prisa, pero que dominó la situación, excepto en el gol del Mallorca. Falló la zona izquierda de la defensa y Valjent se sacó un tiro cruzado sensacional. A partir de ahí, el encuentro solo fue en una dirección: la que marcaba el equipo de Ancelotti. Con un centro del campo lleno de jugones, tenía la pelota, pero le costaba llegar con claridad al área. Su mejor arma fueron los tiros desde lejos. Fue un bombardeo a Leo Román, el portero del Mallorca, que respondió a todos en esa primera parte. Acabó harto el Madrid de sacar de esquina y de rematar sin éxito.
No jugaba con el ritmo más rápido, pero sí el suficiente como para encerrar al rival y merecer un tanto. Pero este solo llegó en la segunda parte, cuando Mbappé hizo de Mbappé y marcó en la jugada más difícil.
Había empezado más lento el Madrid tras el descanso, pero con el paso de los minutos cambió el ritmo. Se permitió ligerezas atrás, lo que obligó a Courtois a hacer su parada de rigor, y a cambio fue sin freno arriba, con Mbappé con mucha movilidad, Güler muy presente y el equipo jugando casi en la línea del área del Mallorca. Su guardameta no podía sacar más brazos, hacer más estiradas, llegar a más balones.
El Madrid aceleró y aquello ya se convirtió en un abordaje en toda regla, de esos a los que tanto se ha acostumbrado el Bernabéu y que ha echado de menos en partidos decisivos. Un equipo con decisión, con ganas y hambre. Fue un asedio al que el Mallorca no veía fin. Y no lo vio.
Hasta Courtois subió a rematar el último saque de esquina y, en la jugada de después, llegó el tanto, una sonrisa en el presente de un club que solo mira al futuro.

