Lo Celso y Antony se piden la Champions a golazos
El argentino y el brasileño firman unos deslumbrantes tantos en los minutos 85 y 91 que salvan la heroica resistencia del portero Joan García y consuman la remontada
Memorable remontada, otra más, la de este Real Betis Balompié que hoy, en el mundo del fútbol, es lo más parecido a un tsunami y que con su 1-2 ante el Espanyol, se mantiene a un solo punto de la quinta plaza que dará un lugar en la próxima Champions. Ante el fogoso y ordenado equipo periquito, que se mantenía invicto en su RCDE Stadium desde octubre, perdían los verdiblancos en el minuto 85 por 1-0, y aunque el asedio heliopolitano era sostenido y con constantes llegadas, ese porterazo que atiende por Joan García se había erigido en lo más parecido a un muro. Hasta que Gio Lo Celso y Antony sacaron el genio que atesoran para voltear el resultado con dos goles que abrirán las tertulias de las cafeterías sevillanas en la mañana de este lunes.
Si fantástico fue el tanto que firmó Lo Celso, mejor aún lo fue el de Antony. Y era realmente complicado mejorarlo. Pero el brasileño es un crack de talla mundial que Manu Fajardo tuvo la inmensa habilidad de ganar para la causa bética en el pasado mercado de invierno. Se abrió de repente el escaparate de una alta joyería para que alguien se llevara prestado un pedrusco tallado. Y bien que lo lucen los béticos.
El jugador del Manchester United lo había intentando por arriba y por abajo, pero sabía que para salvar los dedos de Joan García, había que dibujar una rosca casi inconcebible, como fue la de su golpeo en el minuto 91 desde el vértice derecho del área espanyolista. La rosca, muy abierta, era ya inalcanzable para el portero desde la salida del balón, pero estaba por ver si el endiablado efecto acabaría por enroscar tanto la bola que la colara por la escuadra. Y vaya si la coló. Justo por la escuadra. Ese 1-2 provocó el enésimo estallido de júbilo de un equipo que se ha encaramado a una ola victoriosa que a ver si no lo lleva a la Champions y a la Plaza Nueva en unas semanas. En camino está.
La prudencia mandaba una rotación masiva, como nunca en la temporada, y Manuel Pellegrini es hombre muy prudente. Sólo repitieron en el once inicial, de la noche ante la Fiorentina, la pareja de centrales, Bartra y Natan, más Antony. El brasileño se toma su cesión alBetis como una suerte de liberación, como un lúdico escape donde se ha reencontrado como futbolista (y de los buenos, buenos) y quiere rebañar cada minuto de verdiblanco.
Altimira y William Carvalho, que disfrutó de su primera titularidad de la temporada, dieron descanso a Johnny Cardoso y Pablo Fornals, a los que les aguarda un arduo trabajo en el Artemio Franchi. Y aunque Altimira empezó con buen son, ganando balones divididos, haciendo la raya y dando fluidez al primer toque, a William le costó seguirle el ritmo. Un ritmo alto en el que este admirable Espanyol que ha compactado Manolo González se siente seguro, sobre todo en Cornellá. Fue la seguridad que sintió Pol Lozano al asistir a Roberto en un descuido de los centrales.
Pero es tanto, tanto lo que llega a juntar este Betis sobre la hierba… Cuando el partido se torció con el gol de ese buen delantero que es Roberto (28’), Pellegrini ya supo que la tarde iba a forzar a tirar de lo mejor del repertorio ofensivo. Que Isco, Abde y Bakambu no iban a completar su descanso para la batalla que se avecina el jueves en Florencia.
Y cuando Isco y Abde ingresaron en la yerba por Willian Carvalho y Jesús Rodríguez, los más discretos del Betis hasta entonces, el equipo de la camiseta amarillo flúor terminó de embotellar al Espanyol y lo sometió a a uno de esos intensos asedios que sólo son capaces de obrar los equipos realmente buenos, los que tienen fútbol a borbotones y un concienzudo trabajo táctico, como es el caso.
Desde el minuto 56 al 62, Joan García realizó cuatro intervenciones seguidas, unas más meritorias que otras. A Antony le sacó una junto al palo y ahí debió convencerse el brasileño de que debía ajustar aún más su punto de mira. Como hizo Sabaly con su pierna izquierda en el minuto 68. Cogió rosca imposible para el porterazo, pero la pelota, tras rebotar en el palo, no quiso entrar.
Por supuesto que ese acoso y derribo bético dejó muchos espacios atrás, pero el Espanyol se hundió tanto ante el asedio, que apenas salió, mientras blindaba su 1-0, en un par de llegadas de Puado por la izquierda bien resueltas por Adrián. El resto de las ocasiones eran de los béticos. Pero el gol se resistía. Hasta que Isco adelantó a Lo Celso, que vio clarísimo un pasillo interior hasta Joan García. No estaba nada claro, pero él lo vio así y con esa pasmosa clarividencia se deshizo de hasta tres rivales para soltar un mágico golpeo de exterior con su zurda y ponérsela junto al palo al guardameta. Sólo así no llegaría Joan García. El argentino lo sabía y ajustó el golpeo como un cirujano.
En esa fase decisiva, el partido no tenía freno, era puro ardor, las transiciones se sucedían. Y el Espanyol reaccionó como un león herido. Como el Betis seguía muy expuesto, Kral recibió un centro de Jofre desde la derecha y remató como pudo, de tacón pero sin poder imprimir fuerza al golpeo. La pelota iba a portería, pero allí estaba Bartra para impedirlo (86’).
Nadie daba un duro entonces por que este desbocado Espanyol-Betis iba a acabar 1-1, y el gol cayó del lado bético por el enorme peso específico de lo que entonces tenía sobre la hierba. Lo pudo hacer Isco, lo pudo hacer de nuevo Lo Celso, pero quien tuvo la oportunidad fue Antony y esta vez se sacó de la chistera un gol propio de la serie de dibujos animados Campeones, la de Oliver y Benji. La parábola con efecto que dibujó la privilegiada zurda del brasileño parecía sacada de uno de esos interminables partidos nipones. Pero fue real. Muy real. Así lo pueden testimoniar los cientos de béticos que saltaron de sus asientos en el RCDE Stadium.
/DiarioSevilla
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