Óscar Ramírez se deja ver como nunca antes: Alajuelense, fútbol, vida y algo más
Lo que prometía ser una simple entrevista con Óscar Ramírez, el técnico más ganador en la historia de la Liga Deportiva Alajuelense —quien en plena Semana Santa tomó la decisión de volver al banquillo rojinegro―, se transformó en una cátedra apasionante sobre fútbol y una ventana íntima a la vida de un hombre cuya trayectoria está tejida con los hilos de la pasión y la experiencia.
Para el Macho, dirigir no es solo un trabajo, sino un “vicio” entrañable, donde la línea entre la obligación y el disfrute se difumina con cada entrenamiento y cada partido. Y hoy está de vuelta en su casa.
Pero antes de desentrañar sus estrategias y visiones para esta nueva etapa al frente del banquillo rojinegro, emergió su faceta humana.
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En respuestas que brindó para que se colgaran en la página electrónica del club, otros en su lugar evocarían títulos y momentos de gloria personal, pero él prefirió destacar la satisfacción intrínseca de guiar y ver florecer el talento de sus pupilos.
“¿El día más especial en mi carrera como DT de LDA? Un partido con Herediano. Hablando de jugadores resolutivos, me acuerdo de un partido donde nos habían expulsado a un jugador y no pudimos dar ninguna dirección técnica en el momento. Entre ellos mismos armaron un 4-4-1… Los diez resolvieron cómo ocupar los espacios y esos maes comenzaron a jugar, a meter pata. No había terminado el primer tiempo e íbamos 2-0 arriba", recordó Óscar Ramírez.
El Macho recordó que ese día le dijo a Mauricio Montero, quien era su asistente que ese era el partido que él soñó dirigir; porque los jugadores aplicaron todo el trabajo que ya venían desarrollando, interpretando su idea de juego, cómo implementarla y asumiendo un rol determinado.
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Porque para él, lo lindo de su profesión también es ver cómo aprenden. En sus palabras resonaba el orgullo de un maestro que ve a sus alumnos superar las expectativas.
El atesora esos momentos con cariño, porque al inicio, años atrás, esos muchachos que asumió no levantaban la mano, no eran participativos, pero los motivó a ir a la pizarra, invitándolos a masticar el juego y a valorar sus propias opiniones.
“Al final de la temporada yo preguntaba y todos levantaban la mano. Aquel partido contra Heredia fue una satisfacción, ver que ellos, con el conocimiento adquirido, ya veían el fútbol de otra manera. Ese día yo me senté y estaba tranquilo, viendo el partido en el banco. En el medio tiempo todos esperaban la charla y prácticamente no les dije nada. Un par de correcciones y siguieron asumiendo el partido con criterio… resolviendo. Terminó 3-0 aquel día", relató.
También se acuerda del partido que perdieron en México contra Toluca, porque llegaron dos delanteros de la acera rival, lo esperaron, le dieron la mano y le dijeron: “Profesor, lo felicitamos… ¡qué equipo!”.
Ante eso, aseguró que son de las cositas lindas del fútbol. En su retorno al club de sus amores, Óscar Ramírez abraza la modernidad y se apoya en un cuerpo técnico de lujo, destacando el rol crucial de Wardy Alfaro y Bryan Ruiz.
“Wardy y Bryan son un pilar muy importante. Hoy vimos un video y Wardy lo editó de una vez, y eso para mí es buenísimo. Refuerza muchas cosas de lo que estamos haciendo, descubrimos otras cosas del rival. Disfruto poder estar delegando. Antes me costaba, pero ahora siento todavía más respaldo.
”Es decir: yo pienso algo, comento algo táctico y al día siguiente ya está toda la información. Esa parte me alivia el trabajo, a diferencia de experiencias anteriores donde tal vez estaba un poco más saturado”, apuntó.
Él mismo se siente diferente. Hoy se considera otro Macho Ramírez y está convencido que es parte de la experiencia acumulada, de haber pasado cinco años en Alajuelense, más esa vivencia en el Mundial de Rusia.
Óscar Ramírez: ‘Hoy elijo ser más práctico’
Pensándolo mejor, considera que todo eso hace que ahora el manejo con los muchachos sea más directo.
“Uno es más resolutivo, más pragmático. Antes tenía un enfoque más paternal y se me hacía un poco más difícil. Ahora gané ese pragmatismo por esta etapa en la que estoy en mi vida. Darle largas a un asunto es perder más tiempo, y esa parte creo que la tengo más clarita. Antes uno le daba más vueltas al asunto, pero hoy elijo ser más práctico,” reconoció el estratega, artífice de cinco títulos liguistas y mundialista como jugador y técnico.
Nadie tiene dudas de que es un estratega estudioso, con lectura de juego oportuna y toma de decisiones en momentos cruciales.
Sin embargo, su primer anhelo tras colgar los botines apuntaba en una dirección muy diferente y confesó que al principio no quería ser técnico.
“Mi ilusión cuando me retiré era solo la finca. Esa es mi otra pasión y como quiero terminar mi vida. Ese es el cierre que quiero: una finquita, tranquilo, con mis siembros. Yo siembro cítricos: naranja y limón. Hay algo que lo jala a uno con la niñez, son los años más bonitos y uno como que busca ese entorno.
”Y en Hojancha, el pueblo que me acogió —porque Belén ya lo consumió la ciudad y perdimos ese pueblo que era—, allá usted se despierta y lo que se escuchan son las chicharras. Eso me tranquiliza, eso me lleva a la infancia. Reitero: creo que la infancia es la parte más linda de la vida”, manifestó.
Pero el llamado del “vicio” futbolístico fue más fuerte. Sus visitas esporádicas al GAM reavivaron la llama. Contó que tenía que estar viniendo a San José por unos temas personales, sin sospechar lo que eso acarrearía.
“Cuando entré al CAR y compartí con los chiquillos, uno volvió a acordarse del sueño de uno cuando quería llegar a Primera. Al compartir con los profes de ligas menores, ahí comenzó nuevamente a picar el bichito de estar en el día a día. Ya luego, por las circunstancias de público conocimiento, tomé la decisión de que podía ser de ayuda para los chiquillos y para la institución”, destacó.
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Así que se unió a la Liga en agosto pasado para corregir y pulir a esos cachorros que germinan en el semillero rojinegro; pero tiene muy claro que la presencia de Wardy Alfaro y Bryan Ruiz en el día a día terminó por inclinar la balanza.
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El Macho vio en ellos a dos profesionales que podían estar a su lado para esta nueva experiencia.
“Con Wardy me tocó ir a Brasil y vi la capacidad que tiene… es un profesional tremendo. Y Bryan, con toda su experiencia internacional, el tiempo que lleva en el club y su conocimiento del juego, respaldó la decisión de asumir esta misión. Dios quiera que tengamos la posibilidad de que se nos dé el título.
”Con los muchachos, de lo que he visualizado, está despertando eso. Eso es lo importante: que lo sientan, que lo canalicen. Pero primero es lo primero: clasificar y luego, ojalá, etapas finales”, indicó.
El Macho: un estudioso del fútbol
Al abordar la eterna dicotomía del fútbol, entre la genialidad espontánea y la disciplina táctica, el Macho sentencia que se debe contar con jugadores que hacen la impensada, pero también los de la mecánica.
Para él, si no hay orden, si no se hacen respaldos, pues… por eso se le dice mejenga, porque todo el mundo juega donde le da la gana. Así que, siempre debe prevalecer el orden y el respeto de zonas.
Ya después viene lo impensado: el mano a mano, el que driblea como lo hacía Garrincha o lo que se le ve a Messi o Yamal…
“Es una mezcla para poder imponerte. Mejenga mejenga, no pero tampoco tan amarrado. Uno claro que da directrices, pero el que toma las decisiones es el jugador. A mí no me gusta el jugador que es rígido con las directrices, sino que debe ser resolutivo, y ahí es donde se ve con cuál criterio elige serlo, si es en pos —o no— del colectivo… del equipo”, aseguró el Macho.
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Finalmente, al reflexionar sobre el consejo que se daría a sí mismo en este nuevo desafío, su mirada se enfoca en el objetivo primordial.
“¿Qué consejo me puedo dar a mí mismo? Creo que lo que urge entender es que hay que ganar el campeonato y es clave cómo guiar al grupo hacia eso. Cuando estamos en trabajos de definición, decirles: ‘Dale, bien, esa puede ser la del campeonato’.
”Estar en ese bombardeo de lo lindo de ser campeón. Reforzar muchísimo eso para convencerlos de que sí podemos ser campeones. Es poco tiempo, pero tengo un gran cuerpo técnico que ya viene trabajando, y ni hablar del apoyo de la afición. Habrá momentos críticos, pero es muy importante que los jugadores sepan que la afición los va a respaldar", reflexionó.
El ameno diálogo se acabó, pero mostró al Macho que el liguismo quiere, ese hombre que respira fútbol y que el balompié nacional extrañaba.
Su hijo Andrés, convertido en su analista de video y su equipo técnico lo esperaban para el almuerzo en el CAR, antes de encerrarse en el camerino para esas horas de análisis de detalles de cara al próximo partido.
La pasión de Óscar Ramírez sigue intacta, un “vicio” que alimenta la esperanza de una afición rojinegra sedienta de gloria y que hoy disfruta de verlo en su banquillo de nuevo, algo que por momentos parecía un sueño improbable. Y el propio Macho demostró que no hay imposibles.
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