Lamine Yamal y Raphinha llevan al Barcelona a cuartos de la Champions
Lamine Yamal y Raphinha guiaron al Barcelona al triunfo ante el Benfica y a los cuartos de final de la Champions, en un partido marcado por el fallecimiento el pasado sábado del doctor Carles Miñarro. Hubo un emotivo minuto de silencio antes de empezar, pero el fútbol, después, fue simplemente fútbol. Supo gestionar el equipo español la situación de las últimas horas vividas y pudo dedicar la victoria a su compañero y doctor, por mucho que el deporte no pueda llenar el vacío dejado.
Un Barça fiel a sí mismo
Ganó el Barça siendo fiel a lo que lleva siendo durante todo el curso. Es un equipo que juega abierto, con riesgo, y que concede, pero que normalmente también golpea duro. El abismo que hay entre la espalda de la defensa y el portero, Szczesny, da pánico, y para que los rivales no lo aprovechen el despliegue físico en la presión tiene que ser importante. Arrancó animado el Benfica, pisando el campo barcelonista y llegando, aunque sin demasiado peligro. El Barcelona comenzó a carburar cuando lo hizo Lamine Yamal. Tiene el atrevimiento de su edad, apenas un adolescente, y la habilidad con la pelota de los elegidos. Después de un par de intentos, le salió el quiebro que dejó sentado a Florentino y asistió a Raphinha para que marcara el primero. La duda es si tiró a portería, por la forma de colocar el cuerpo, pero le salió un centro perfecto para que el brasileño rematara cruzado a placer.
Está Raphinha que se cree capaz de cualquier cosa, pero es que además le sale. La fe mueve montañas, dicen, y su nivel de confianza respecto a la temporada pasada se ha multiplicado por mil, lo mismo que sus números. No tardó el Benfica en igualar ese primer tanto, con el empate de Otamendi de cabeza, en un córner mal defendido por los catalanes. Fue justo en la acción siguiente, por tanto, como si no hubiera pasado nada. Era un volver a empezar, pero las cartas parecidas, porque el Benfica también es un equipo que se va para arriba con soltura.
El planteamiento de ambos dejó un encuentro de ida y vuelta, sin mucho juego en el centro del campo, y otra vez supo manejarse bien en esa situación el Barça. Seguramente porque tiene a futbolistas de más calidad, como Pedri, que de nuevo fue el director de la orquesta, y que además tiene un despliegue espectacular por todo el campo. Se aplauden tanto sus pases y sus giros con la pelota como las recuperaciones en las que tiene que correr varios metros hacia atrás.
Dani Olmo y Lewandowski, dos veces, perdonaron tres ocasiones claras, mientras que Lamine Yamal marcó un gran tanto desde fuera del área, con un toque sutil. Esta vez le concedieron la salida por su pierna izquierda, la «buena», y en lugar del regate como en la acción de antes, se sacó el recurso del disparo. Fue una caricia a la pelota, teledirigida a la red.
Puede salir el extremo por los dos lados, lo que le hace imprevisible, y siempre lleva la pelota pegada a la bota, como si fuera una extensión de ella, lo que hace difícil quitársela. Raphinha todavía puso la guinda antes del descanso, firmando su doblete. En los tres partidos contra el Benfica de esta temporada ha marcado.
No es el Barcelona un equipo que ante la situación en la que estaba sepa dormir el encuentro y que pase el tiempo hasta el final. El intercambio de golpes continuó y de nuevo siguió siendo quien creó más oportunidades de verdad. El Benfica se acercaba, pero en muchas ocasiones era más la sensación que la realidad y Szczesny no se vio obligado a ninguna heroicidad. Muchas jugadas las abortaron los centrales, Araujo e Iñigo Martínez, muy concentrados, y otras estaban condenadas porque había antes un fuera de juego, claro o justo. La entrada de Renato Sanches aportó a los portugueses más calidad, pero no lograron volver al partido.
No se movió el marcador y en realidad para el lado que más pudo hacerlo fue para el del conjunto de Flick.