El Barça, líder en solitario tras golear a una Real Sociedad (4-0) hundida tras la expulsión de Elustondo
Lamine Yamal es apenas un adolescente. No puede conducir coches, por ejemplo, pero sí puede conducir la pelota en el campo y ya es un jugador que los rivales tienen muy en cuenta. Pero las ayudas a veces son insuficientes contra su habilidad. El extremo encaró a Javi López, el lateral, y a Barrenetxea, el extremo que estaba echando una mano, pero ninguno de los dos pudo frenarlo. Se hizo hueco para pasársela a Dani Olmo, que dentro del área tuvo mucha frialdad para encontrar la mejor opción: un nuevo pase a Gerard Martín para que marcara su primer gol como profesional.
Poco después, el que se estrenó fue Casadó. También Olmo tocó la pelota antes, pero esta vez era un remate defectuoso. El pivote casi intentó quitarse, pero rozó el esférico lo suficiente para encaminarlo en la dirección correcta: la portería.
Dos goleadores novatos devolvían al Barcelona a la primera posición, con premio extra: antes de esta jornada estaba empatado con el segundo, el Real Madrid, y ahora es líder en solitario, a un punto de su más inmediato perseguidor, que pasa a ser el Atlético. Queda mucho y las distancias todavía son mínimas.
Apenas transcurrieron cuatro minutos entre un tanto y otro. El partido estaba ya muy decantado. El destino de la Real Sociedad quedó marcado un rato antes, cuando a los 17 minutos Elustondo fue expulsado con roja directa por derribar a Dani Olmo. Movió rápido el balón el Barça, entre Raphinha y Lewandowski, que lanzó al mediapunta. El central donostiarra lo derribó y después se quejó. Es una acción interpretable, porque estaba lejos de la portería de Remiro y Javi López podía haber llegado a molestar, pues ya estaba replegando. Quintero González, el árbitro, lo tuvo claro y al ser una acción en la que caben las dos visiones, no sería de VAR. Elustondo abandonó el campo resignado y la Real ya no fue lo que estaba siendo.
Porque habían empezado animados los chicos de Imanol, que incluso llegaron al gol en una de sus primeras acciones, pero el tanto de Sergio Gómez fue anulado por un fuera de juego previo claro. No es que tuviera remates en la portería de Szczesny, pero sí estaba incomodando el juego del Barcelona. En pocos conjuntos más que en este tiene tanta influencia la expulsión. La idea de la Real es presionar arriba, hombre a hombre incluso por momentos, y tras la roja tuvo que cambiar de plan y replegarse.
Eso reduce los espacios para los atacantes rivales, pero Lamine Yamal sabe moverse en autopistas y en caminos de piedra. Tiene una facilidad innata con el balón y su maniobra puso la firma a lo que ya estaba escrito. Porque carburaba el equipo entero, con mucha participación de Dani Olmo en esa perfecta interpretación de unir la línea media con la de ataque; y la habitual omnipresencia de Pedri. El Barcelona se adueñó del balón y además lo circuló con precisión, a veces incluso recreándose un poco dentro del área. No permitió sustos atrás.
Imanol no tardó en dar descanso a alguno de sus jugadores más importantes, como Zubimendi. La segunda parte iba a ser un ejercicio de resistencia, sin olvidar tirar alguna contra que le permitiera meterse en el encuentro, pero no pudo hacer daño y acabó sin tiros entre los tres palos, como el Barça en San Sebastián. No tuvo fuerzas ni para hacer faltas: acabó sólo con cinco. La buena noticia fue la reaparición de Traoré tras romperse el cruzado hace seis meses. Araujo, de cabeza; y Lewandowski, que metió el pie tras un disparo del central uruguayo, pusieron el marcador final, que pudo ser todavía mayor.