Marruecos, un país patas arriba por el Mundial 2030
Una pasión indisimulada y un país patas arriba. Marruecos se prepara con ilusión, mimo y ambición para celebrar, junto a España y Portugal, la Copa del Mundo de fútbol 2030. Una cita en un formato transcontinental inédito con la que los vecinos del sur pretenden hacer una puesta de largo internacional y plasmar la entrada en el «club de los grandes países». El gran resultado de «los leones del Atlas», el apodo del combinado nacional, en el Mundial de Qatar, en el que fueron semifinalistas tras derrotar a España en cuartos, ha contribuido a elevar las expectativas y la autoestima nacional dentro y fuera de las canchas en un país muy joven y futbolero.
Para Adnane Bennis, el director del digital en lengua inglesa «Morocco World News», «la importancia para Marruecos de ser sede conjunta de la Copa del Mundo junto a España y Portugal es enorme. El país ha acelerado los preparativos a todos los niveles: construcción, transporte, formación de personal y desarrollo de mentalidad. El conjunto del país es consciente de que es la hora de Marruecos. Recibiremos al mundo y mejor que estemos preparados», resume a LA RAZÓN.
Las autoridades marroquíes contemplan una inversión global de 5.000 millones de euros en los distintos proyectos de infraestructuras. La perla de todo es el nuevo estadio Hassan II de Casablanca, que tendrá un coste de 450 millones de euros y no sólo será el mayor del Mundial sino que aspira a ser el más grande del planeta con sus 115.000 plazas. Marruecos contará con seis sedes mundialistas –Tánger, Rabat, Fez, Agadir, Marrakech y Casablanca– en la cita planetaria de 2030. Los seis estadios serán reformados y ampliados con ocasión del considerado segundo mayor evento deportivo global después de las Juegos. Las obras de mejora del estadio príncipe Mulay Abdellah de Rabat, que tendrá capacidad para 65.000 personas, avanzan a buen ritmo: debe estar listo para esta primavera.
Los estadios no son las únicas obras de envergadura en las que el país magrebí se encuentra embarcado: para 2027 está prevista la terminación del proyecto de unir con alta velocidad el trayecto Tánger-Marrakech (desde 2018 el TGV une las ciudades de Tánger y Rabat). El corazón económico y ciudad más poblada del país, Casablanca, está viviendo una profunda mejora en sus infraestructuras viarias. Aunque el empuje no ha menguado en los últimos años, desde el inicio de su reinado Mohamed VI se ha volcado en modernizar el norte del territorio, en el que la ciudad de Tánger –con su puerto TangerMed– ocupa un lugar central e indiscutible.
El Gobierno marroquí levanta en Rabat el que será mayor hospital de África. Por razones obvias, los aeropuertos serán también objeto de obras de ampliación y mejora. Hace tiempo que Francia y España son los principales inversores y clientes del reino, pero con más motivo Rabat mira a sus vecinos del norte en busca de apoyo económico para los numerosos y variados proyectos en curso y los que vendrán durante el próximo lustro.
Mucho antes de 2030, a finales de este año, Marruecos será sede de la Copa de África de Naciones: el mejor test sobre las capacidades de Marruecos a la hora de organizar eventos de envergadura internacional. Entre tanto, las autoridades y empresarios del país norteafricano se esfuerzan por seguir mejorando la oferta turística, que batió en 2024 su récord histórico de visitantes (también de ingresos): 17,4 millones. El objetivo de Rabat para 2030, coincidiendo con el Mundial, no es otro que llegar a la redonda cifra de 30 millones de visitantes y consolidarse como líder turístico de África.
La sensación de satisfacción e ilusión generalizada entre los marroquíes por el Mundial no impide que una parte de la opinión pública se pregunte legítimamente por la rentabilización de unas infraestructuras que tendrán que sufragar los contribuyentes en un país de rentas bajas y grandes desequilibrios. Para el director de «Morocco World News», en cambio, «si no asumimos riesgos, tanto países como empresas o individuos, no hay éxito, y hay una enorme oportunidad de hacerlo».
A diferencia de celebraciones recientes de otros Mundiales o Juegos Olímpicos que acabaron siendo deficitarios, Marruecos presenta aún grandes déficits de infraestructuras y servicio por lo que sus autoridades creen que el esfuerzo financiero que se está haciendo será rentabilizado. El otro gran reto para las autoridades marroquíes es llevar el desarrollo más allá de las grandes ciudades en un país en el que existen profundos contrastes entre el mundo urbano y el rural. El objetivo final es el de crear nuevos puestos de trabajo y oportunidades para una población joven y que sigue creciendo como la marroquí.
Las autoridades, con el rey Mohamed VI a la cabeza, tienen claro que el Mundial 2030 será un escaparate inmejorable. «Los marroquíes son grandes aficionados al fútbol. Tener en su territorio el Mundial es un sueño hecho realidad», concluye Bennis.