Real Madrid - FC Barcelona: El Barça, campeón de la Supercopa de España (2-5)
Hansi Flick consiguió su primer título al mando del Barcelona y puede que haya dado un manotazo a las dudas que le han estado persiguiendo durante los dos últimos meses. No hay mejor medicina para un grande que ganar al otro y hacerlo como lo hizo el conjunto azulgrana. Fue mejor con once y no fue peor cuando se quedó con uno menos y los madridistas más esperanzados soñaron que oían los famosos tambores de la remontada.
No los hubo porque el Real Madrid se deshizo en Yeda. Carlo Ancelotti creía que había encontrado el equipo tras darle muchas vueltas, con Camavinga y Valverde en el centro del campo, pero lo que se vio en la final de la Supercopa es que no está suficientemente trabajado o que no le da para competir en los partidos contra rivales del mismo nivel.
El Madrid estuvo lleno de agujeros y el Barcelona no lo desaprovechó: por dentro o con balones desde la banda, con Lewandowski recibiendo en el centro, con Rapinha pareciendo un jugador descomunal, con Yamal dejando una gota de colonia en cada balón que tocaba o con Casadó hilando con una experiencia que desmiente lo que dice su carné de identidad.
Contra eso, el Madrid no estuvo solidario, esa palabra que tanto repite el entrenador italiano y que no deben entender sus futbolistas. A Camavinga y a Valverde el campo se le hizo largo y ancho. No podían tapar todas las fugas de agua. El francés, además, demostró que aún le queda para ser un mediocentro defensivo riguroso.
No ayudó que Tchouameni está desaprovechando sus cualidades técnicas y físicas. Como mediocentro no ha llegado a rendir lo que se esperaba y como defensa, tiene que aprender demasiadas cosas. No funcionó casi nada en el Real Madrid. Ese casi fue Kylian Mbappé, que no paró de tirar desmarques.
No le acompañó Mbappé y Rodrygo tuvo dos apariciones: una para celebrar al principio del partido un balón recuperado en su córner y otra, cuando metió la falta que puso el segundo tanto blanco, algo que fue insuficiente. Y que dejó malas noticias para los blancos: no supo cómo atacar cuando, por una vez, el partido se le había puesto, por una vez de cara.