El Real Madrid tiene hambre y gana al Mallorca (3-0)
Fue Mbappé quien empezó la jugada, Vinicius el que llegó hasta la línea de fondo para dar el pase atrás. Fue Rodrygo quien remató ese pase de Vini y el balón fue al palo. Llegó a Mbappé, pero su fuerte tiro lo paró Greif y la pelota llegó a Bellingham, que, con el interior, mandó la pelota a la red entre un enjambre de piernas mallorquinistas.
Mbappé, Vinicius, Rodrygo y Bellingham. Se va a repetir esa combinación de nombres a lo largo de la temporada del Real Madrid. Y, probablemente, para bien, porque el equipo de Ancelotti ha encontrado ya, si le permiten las lesiones, el equipo con el que quiere seguir coleccionando títulos. Y los cuatro de arriba, en forma y con ganas, son imprescindibles. El problema con el que se encontraba Ancelotti para juntarlos es que temía que se rompiera el equipo: demasiada gente mirando hacia delante, cuando los equipos se construyen desde atrás. Pero es que el entrenador ha encontrado la manera de ajustarlos: primero con el trabajo de Bellingham, un futbolista que es un ejemplo, por lo que corre y porque cuando se pone a jugar es una maravilla. Y encima golea. Lo tiene todo el futbolista inglés, rozando la perfección.
Detrás de ellos, corriendo por todos, Camavinga y Valverde. En el club blanco tuvieron siempre claro que la transición del trío Casemiro-Modric-Kroos era una serie de futbolistas más físicos. Pero no terminaban de combinar bien. Ahora sí lo han hecho y el Madrid es un equipo mucho más agresivo, que va y va.
No esperaba, para nada, el Mallorca la salida en tromba del rival. Fue un acoso al que le faltó derribo quizá porque a los delanteros blancos les costó elegir la mejor opción de tiro. El Mallorca de Arrasate tenía muy claro que había que esperar al Madrid con el famoso bloque bajo y luego mandar balones a Muriqi para respirar. Lo pasó mal el equipo de la isla, con Mbappé muy enchufado, sobre todo cuando salía desde la banda, y con Rodrygo, que parece un futbolista nuevo, más, ya lo hemos dicho, Bellingham.
Y, por supuesto, Vinicius, que estuvo algo más intermitente porque, además, tenía que resolver unas batallas con Maffeo. Los rivales del brasileño van a por él, a ver si se calienta, reacciona y lo echan. Pero lo de Maffeo, al principio del encuentro, rozó el ridículo. O no, directamente fue ridículo cómo fingió un golpe de Vini. Más o menos como Dimitrievski, pero con una actuación mucho peor. Todo eso desencadenó en un final feo entre los dos equipos, con Maffeo, provocado esta vez por Bellingham, como protagonista de nuevo.
El caso es que entre esas trifulcas, que Muriqi peleaba y llegaba a muchos balones y que el Madrid parecía que remataba contra una pared, el buen comienzo del equipo blanco se fue diluyendo porque el gol no llegaba y eso quita energía a cualquiera.
El Mallorca se recompuso y vio que el tiempo corría a su favor. No hacía daño arriba, menos por un par de llegadas que acabaron en malos remates, pero ya no sufría.
El partido se calmó. El Madrid seguía siendo superior, pero ahora se lo tomaba con más calma. Fue entonces cuando marcó Bellingham y el Mallorca tuvo que cambiar de plan. Ya no valía estar tan arropados y jugar con el reloj y que, sin prórroga, se llegase a los penaltis. Arrasate cambió de plan para ir más al ataque y Ancelotti, además de dar unos minutos de descanso a Valverde, sacó a Brahim.
Habrá que apuntarlo también al verso ese que forman los delanteros blancos. Brahim dio más luz a los suyos, mientras el Mallorca, con el marcador en contra, sintió todo el cansancio de la desesperanza. Se metió un gol y no paró de Rodrygo. Y el Madrid pasó a la final, a esa cuenta pendiente.