Habrá Clásico el domingo. El Real Madrid volverá a medirse al Barcelona como el pasado año, en aquella goleada que sentenció a Xavi Hernández, aunque en unas circunstancias bien distintas. Con los azulgranas rearmados, en el juego y en los despachos. En su semifinal, el equipo blanco impuso la lógica y la calidad para sellar la clasificación en una buena actuación coral, con Bellingham de nuevo como referencia ofensiva y Camavinga como dueño y señor del centro del campo. Fue necesaria la notable actuación blanca para derrotar a un Mallorca excelente, disciplinado y venenoso, que tuvo sus opciones en la primera mitad y que no perdió la cara al partido hasta la prolongación, cuando concedió dos goles. La refriega tras el 0-3 reflejó la igualdad y las cuentas que se guardan los unos a los otros.
Ancelotti y el Madrid se tomaron con seriedad absoluta el duelo ante el Mallorca. Con la alineación de gala del italiano, discutible para parte del madridismo, el equipo blanco se instaló en campo contrario desde el inicio en busca de una ventaja rápida. En cinco minutos apareció dos veces Greif, ante Lucas Vázquez y Rodrygo, con los bermellones replegados sobre su área. No por voluntad propia, sino por el empuje, el juego vertical y la buena disposición blanca. Llegada tras llegada, parecía que el gol estaba al caer, pero el equipo de Jagoba sobrevive de maravilla.
En esto último hay un aspecto discutible. Se esperaba el duelo Maffeo-Vinicius, y antes del cuarto de hora ya hubo mambo. Buscó el bermellón al brasileño y se desplomó al sentir el contacto de la mano de Vini. Ridículo. Se llevó la reprimenda de De Bugos, que también regañó al madridista. El caso es que en el primer tiempo hubo cuatro faltas del delantero sobre el lateral, a quien le sobra ese supuesto oficio para sacar de quicio al oponente. También es mucho mejor cuando sólo juega. El Madrid extrañó la aportación de su extremo, que incluso a la media hora cambió de posición con Mbappé, muy activo.
Es obligatorio también aplaudir el conjunto que ha construido Arrasate, una roca en defensa y un tormento en ataque. Metió dos delanteros para sembrar la duda en la defensa reconvertida del Madrid, con un extremo en el lateral y un pivote de central. El caso es que el Mallorca resistió mucho y salió poco, es cierto, pero cuando lo hizo llevó veneno. En la primera contra, Dani Rodríguez se escapó de Mendy y Larin saltó a destiempo en busca del cabezazo. Muriqi volvió a comportarse como el ariete perfecto, bajando todos los balones largos y generando a sus espaldas. Y no se resintió del tempranero relevo de su capitán, Raíllo, mermado por gripe. Entró Copete. No cambió nada.
Como en el duelo de Liga, el Mallorca había llegado al descanso con sus opciones intactas. Incluso, abrió el segundo acto buscando por fuera los centros que tanto incomodan al Madrid. Llegó en una Dani Rodríguez, capitán bermellón, tras pase atrás de Larin, y en otro centro chocó Tchouaméni con el hombro del delantero canadiense. Cayó aturdido. Tanto que obligó al cambio. Asencio al verde. Y entonces, cuando parecía más metido el Mallorca en la pelea, se abrió el melón. Arrancó en un robo de Rodrygo que activó el ataque blanco. Entró Vinicius, sirvió desde línea de fondo, cabeceó el 11 al palo, Greif sacó la de Mbappé y Bellingham resolvió la papeleta con contundencia. El inglés ha regresado al lugar donde asombró en el inicio de la pasada campaña, ese mediapunta liberado que mejora cada jugada de ataque. En el pase, en el remate o en la amenaza.
Jagoba metió tres cambios para revitalizar el partido. Quitó a Larin para ganar la pelea en la medular. Ancelotti cambió pieza por pieza, Ceballos por Valverde. Camavinga se apoderó del centro del campo y el Madrid perdonó la sentencia, especialmente en un remate de Rodrygo, inocente, y en una jugada antológica de Vinicius, entre Maffeo y Copete. El brasileño no se tomó muy bien el cambio en el tramo final, dejando su sitio a Brahim. Definitivo. En el tramo final tiró el pase a Mbappé que Copete convirtió en el 0-2 al desviarlo. Y su apertura a Lucas desde la izquierda a Lucas, solo, activó el centro que coronó Rodrygo en su cumpleaños. Bellingham le dejó un recado a Maffeo y estalló la tangana, con Asencio encendido. Feo broche a un partido bien jugado por ambos, igualado hasta el calentón final.