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El Real Madrid, con diez, remonta al Valencia en el descuento (1-2)

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Contra todas las adversidades posibles, el Real Madrid salió líder de Mestalla, tras remontar el partido cuando ya se temía lo peor, pues el choque había ido inclinándose hacia lo más malo. Le había costado todo un mundo llegar a la portería contraria y marcar: había fallado un penalti, le habían anulado un gol por un fuera de juego milimétrico, pensaba que el tanto del Valencia había sido precedido de una falta y, lo último, había sido la expulsión de Vinicius porque Dimitrievski, más listo, le dio un cachete, le sacó de quicio y la respuesta de Vini fue más aparatosa, pero no más fuerte. Lo que pasa es que el portero valencianista se tiró al suelo y el VAR y sus imágenes a cámara lenta que, a veces, descontextualizan tanto, expulsaron al delantero.

Fue ahí, en ese momento, en la segunda parte, cuando el partido parecía ya de verdad perdido para los de Ancelotti, cuando, sin embargo, encontró el camino recto para ganarlo. Con Camavinga de lateral-extremo y una defensa solo de Rüdiger y Tchouaméni, con el desorden como arma y la necesidad como empuje, el Real Madrid remontó un encuentro de esos que, dice el tópico, puede valer una Liga. Se agarró a la juventud eterna de Modric para empatar el choque y, después, se llevó la victoria porque el Valencia, tan enorme casi todos los minutos, sintió el miedo cuando vio al Madrid en plan Real Madrid, con el partido empatado y ya en los minutos de descuento. Esos minutos ante los que tiemblan el City, el Bayern, el PSG o el Chelsea, así que, cómo no va a dudar un club que vive en un estado de urgencia. Se lió Foulquier, no lo arregló Guillamón y fue Bellingham quien condenó al equipo local.

Y como el fútbol es así, tan extraño, tan dependiente del azar, Rioja, cuando el que tenía todo perdido era ya el Valencia, en el último segundo del partido, se marcó la jugada de su vida y, tras dos regates, lanzó curvado, bonito, desde la esquina y la pelota, superado ya Courtois, dio en el interior del palo, se paseó en paralelo a la portería y no entró.

No hay nada, pero nada, como el fútbol.

El partido fue todo lo contrario de lo que prometía tras esa especie de reconciliación del principio, cuando el estadio y el club reconocieron y agradecieron al Real Madrid su solidaridad en la DANA. Fue un acto emotivo, una tregua tras años de diferencias que, sin embargo, duró lo que tardó el colegiado en pitar para que la batalla comenzase.

El Valencia estrenó entrenador y, por lo visto, también estrenó espíritu. Baraja, en su casa, si vio el encuentro, debió de preguntarse por qué ahora sí. Fue un Valencia con decisión y atrevido, aprovechando la conocida debilidad del equipo de Ancelotti en defensa, sobre todo en las bandas. Esta vez fue Mendy quien jugó en la izquierda, pero no termina de ser Mendy. No por nada, todos los rumores de fichajes del club madridista pasan por laterales. Sufre demasiado el equipo de Ancelotti y lo aprovechan los contrarios. El Valencia, pese a sus problemas deportivos y sociales, con la grada de animación vacía, se plantó ante el Madrid como si nada de eso existiera, como si los dos equipos llegasen en igualdad de condiciones. Eso dejó una primera parte muy viva, más de ataque que de defensas, pero con ventaja para el Valencia, que tenía las ideas más claras para llegar al área rival.

Al Real Madrid le costaba mucho entrar por dentro y dependió, casi en exclusiva, de los remates de lejos de Fede Valverde. Lo bueno es que esos lanzamientos desde lejos tienen casi más peligro que cualquiera que haga otro futbolista dentro del área. Siempre parece que el rival que se lanza al suelo con todo va a llegar, pero no es verdad, resulta que siempre le da tiempo a Valverde para lanzar su bomba. No tuvo puntería por muy poco. Solo una vez atacó por dentro el líder: un pase de Ceballos a Vinicius.

El Valencia ya había probado a Courtois, que en los últimos partidos había estado menos porterazo que de costumbre. Eso queda atrás: ha empezado 2025 a su nivel y aguantó casi todas las embestidas del rival, hasta que sacó como pudo un remate a bocajarro, pero ya no fue capaz de llegar al remate siguiente de Hugo Duro.

El Valencia se echó atrás después del gol y dio el balón y el campo al Real Madrid.

Fue entonces cuando los de Ancelotti empezaron a acumular desgracias. Con el paso de los minutos, sobre todo la segunda parte, ya fue totalmente del equipo blanco. Se jugó en el campo del Valencia. No fue un acoso brutal, de esos que somete el Madrid cuando se desmelena, fue más ir comiendo el terreno, con los centrales en campo rival. Pero es que sin laterales, no tiene juego por las bandas y se fía todo a los de dentro. Ahí se notó la salida de Brahim, que se mueve como nadie. Mbappé apareció poco y estaba en fuera de juego y Vinicius fue expulsado. Fue entonces Bellingham el que tomó el mando: dio el pase a Modric y, pese a haber fallado un penalti, resolvió el partido y puso el futuro muy de cara para el Real Madrid.

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