Nadie en el mundo como el Real Madrid: gana la Intercontinental al Pachuca (3-0)
El Real Madrid consiguió su segundo título de la temporada. Tras la Champions, la Supercopa, y ahora la Intercontinental, son dos de los premios de propina que permiten al equipo de Ancelotti presumir de triunfos mientras el resto de equipos miran los partidos del campeón y siguen con sus cosas en inverno. La Intercontinental ya no tiene el valor que tenía porque una de las consecuencias de la desigualdad es que ha restado valor a los partidos entre clubes de diferentes continentes, pero al equipo de Ancelotti le sirve para sumar poner otra pica en el visitadísimo museo de trofeo y, sobre todo, para sentir que hay una serie de cosas que empiezan a salir bien y eso permite ser optimista para el futuro.
Una de esas cosas fue el modo en el que se encontraron durante bastantes jugadas los hombre de arriba. Sin miedo, Ancelotti planteó un partido con Mbappé, Vinicius, Bellingham y Rodrygo y lo lo mejor del encuentro llegó cuando combinaron por el centro del ataque. Rápidos, precisos y con ganas, los futbolitas de ataque dejaron miguitas interesantes de lo qu puede ser si coinciden en estados de forma. Bellingham ya está a tope, Vinicius es el mejor y cada partido que pasa Mbappé tiene mejor cara. En Doha se mostró muy participativo en el juego colectivo, aportando soluciones al primer toque para intentar abrir la defensa rival. Fue un futbolista má motivado que hace unas semanas y, por tanto, más importante. Además, en su primera Intercontinental, marcó. Ya ha jugado y marcado en la Supercopa y aquí, es lo que tiene el Real Madrid amigos.
Su valor en el gol fue ir al desmarque y mostrarse a un Vinicius que dejó uno de esos regate que van a tener que disimular mucho los que votan en los premios para hacer que no lo han visto. Bellingham se la dio en profundidad y el brasileño, con una rápida bicicleta se deshizo del portero y encontró al punta francés.
El Pachuca, con el gol en contra, se dio por vencido. En realidad, casi se dio por vencido cuando, después de salir a todo trapo, vio cómo Courtois le negaba un par de remates. Era la única baza del equipo mexicano: salir, apretar y meter un gol con el que intentar sobrevivir el resto del partido. No salió, el Madrid le echó para atrás y después, ya, fue cuestión de tiempo. Sólo reaccionó un poco en la segunda mitad, pero siempre con precaución, como quien juega contra mayores y sabe que en algún momento se va a hacer daño.
El Pachuca no dio guerra y el Madrid se lo tomó con mucha calma. No le hacía falta nada. Era bonito ver combinar a los de arriba, era, principalmente, esperanzador, pero no duró mucho porque ni hizo falta.
Ocurre en todos los encuentros donde las diferencias entre ambos equipos son evidente y los dos contendientes lo saben. Según pasaban los minutos, el choque perdió ritmo y el ambiente se enfrió, pese a que el público casi llenó el estadio de la final del Mundial.
Fue Rodrygo quien despertó a todos con un golazo magnífico, cuando parecía que había perdido todas las opciones. Se fue escorando hacia un lado y cuando vio que por ahí no se podía, se paró, se cambió de pierna y clavó la pelota lejos del portero rival. Ha vuelto encendido Rodrygo, tras un comienzo tímido y como sintiéndose víctimas. Los goles le pueden ayudar a que se hable de él tanto como de los otros.
El partido ya se rompió. El Pachuca se acercó más y el Madrid tuvo espacios para correr y para que cada futbolista buscase un gol. Fue Lucas Vázquez, que disfruta muchísimo más en ataque que en defensa, el que provocó un penalti y fue Vinicius (Mbappé, por precaución, había sido sustituido) el que lo marcó. El mejor del mundo con el mejor equipo del mundo.