España - Suiza (3-2): España, también cuando no importa
Que se cambie al portero en el descanso ya dice todo de lo que importa un partido. Robert Sánchez jugó el segundo tiempo en la portería de la selección española, mientras que la primera parte la había disputado Remiro. El partido contra Suiza, con nada en juego porque España ya había hecho sus deberes antes, sirvió para que De la Fuente diese minutos a otros futbolistas y regalase varios debuts con la absoluta. Fue un partido fiesta, como si España se estuviera dando un homenaje a sí misma por lo que bien que lo ha hecho en la Nations League. No fue un gran partido, porque el deporte profesional, sin nada en juego, pierde parte de su esencia, pero sí que fue un encuentro para mostrar que España, cuyo plan A es excelente y el B también es muy bueno, no desentona mucho con el plan C.
España peleó para ganar el partido, con un orgullo que tanto dice de la ambición de este grupo y de lo que aspira. Ha ganado cinco partido y ha empatado uno en esta competición y en casi todos ha dejado buenísimas sensaciones, sin importar los nombres. España ganó por un gol y acabó el choque sin lesiones, lo que hubiese sido un drama, viendo cómo fue el encuentro. Así, cuando, en la primera parte, Pedri se llevó un pisotón en la rodilla y pareció que se volvía a lesionar, el estadio (y posiblemente por Barcelona), tembló. En cuanto un futbolista se cae y se echa la mano a la rodilla, en el imaginario de los aficionados aparece una lesión grave.
No pasó nada, el partido acabó sin dolor y con varias satisfacciones personales, desde debuts a goles. Marcó Yeremi Pino en la primera mitad y después, en la segunda Bryan Gil y Bryan Zaragoza, dos futbolistas parecidos y con muchas soluciones. Debutaron Paredes, Samu Omorodion o Pablo Barrios y el Heliodoro Rodríguez disfrutó con un partido de paz y que España quiso ganar, pese a que daba un poco lo mismo.
La afición quería ver a esta España triunfal y felizmente insaciable y también quería ver marcar a Pedri, por eso, tras el claro penalti a Morata, el público pidió que el penalti lo tirara el azulgrana nacido en Tenerife. Fue tan abrumador, había tan poco en juego, que Morata dejó para otro día el alcanzar a Fernando Torres en la lista de goleadores históricos de la selección y le dio la pelota a su compañero. Morata es un veterano de los antiguos, de los que piensa en el equipo y va dejando detalles que hacen grupo. Quizá por eso, sea un futbolista más valioso ahora que antes, cuando la ansiedad por demostrar lo que pensaba que valía le atenazaba.
El caso es que Pedri lanzó el penalti fuerte, pero mal y su gente tuvo que conformarse con que el tanto lo marcara, tras un par de rechaces del penalti, Yeremi Pino, que nació en Las Palmas de Gran Canaria.
España dominó el partido sin prisa, al mando de Casadó, un futbolista que pinta para ser el mediocentro del equipo durante muchísimo tiempo. Pedri dejaba pinceladas y Fabián intentaba remates. Como no había urgencias, el choque empezó bajas revoluciones y ni siquiera Nico Williams logró acelerarlo desde la banda.
Fue en la segunda mitad, cuando despertó Suiza y el partido tuvo más picante. Monteiro dio potencia y gol al rival y España tuvo que despertar hasta dos veces. La primera con Bryan Gil y la segunda con Bryan Zaragoza porque Zeqiri, a cinco minutos del final, había empatado de nuevo. El empate era bueno. Qué más daba.
A España le importaba.