Nacional: Cómo hacer para ganar luego de tremenda pérdida

Foto: Dante Fernández/AFP vía Getty Image

Gestionar el dolor: esa es la principal tarea que tiene por delante la institución para volver fuerte en lo deportivo

El martes 27 de agosto de 2024 a las 21.38 dejó de latir el corazón de Juan Manuel Izquierdo. Su alma ya se había ido unos días antes, quizás el jueves 22, cuando luego de caer desvanecido en el centro del campo de juego del Morumbí -en la derrota 2-0 de Nacional ante San Pablo que significó la eliminación de la Copa Libertadores– fue atendido en forma inmediata, retirado en ambulancia desde el mismísimo campo de juego y en el trayecto al hospital sufrió un infarto.

Los días posteriores fueron de sufrimiento, dolor y un creciente deseo de fe a la espera de un milagro que no se produjo. El accidente cardíaco terminó generando uno neurológico que le provocó la muerte.

Tristeza, impotencia, rabia… Eso y algunos sentimientos más afloraron en todos los que se fueron enterando de la noticia tanto en el país como en el mundo, pero sobre todo esta desgracia generó empatía y solidaridad.

Se fue un muchacho de solo 27 años, dueño de una sonrisa atrapante y de un carisma brillante, porque quienes lo conocieron bien aseguran que irradiaba luz dado que todo era positivismo a su alrededor. Atrás queda una familia destrozada, con una compañera que asegura haber muerto un poco de ella con él y dos hijos, uno de dos años y otro de apenas 10 días. Sí, 14 días. Destroza el corazón.

También quedan atrás dos padres que seguro rezaron hasta quedarse sin energías para intercambiar lugares, porque eso es lo que quiere cualquier mamá o papá: que los hijos no sufran y que se cumpla la ley de la vida, es decir que ellos partan primero. Será difícil encontrar consuelo e imposible erradicar el dolor, pero la vida seguirá con la responsabilidad de esa familia de cuidar del legado de Juan: esos dos niños. Aunque también queda algo atrás: los compañeros.

Ser parte de un plantel es entrar a una nueva familia, con las alegrías, sinsabores y hasta roces que existen en cada una de ellas. Porque el fútbol es eso: familia, por más que haya imbéciles en las tribunas que quieren romper con eso. ¿Cómo consolar a los compañeros, esos con los que muchas veces se pasan más horas que con la familia del hogar?

Los jugadores de Nacional estuvieron cuatro días sin entrenar porque no había ánimos, ya que llegaban a Los Céspedes y faltaba algo; o mejor dicho, alguien. El miércoles, cuando por fin cumplieron una sesión relativamente normal (consultados algunos protagonistas confirmaron que no pudieron enfocarse en lo que se estaba haciendo) por la noche recibieron el mazazo de la muerte de Juan.

Las horas más amargas, las de la despedida en la sede de Nacional y la partida para siempre del compañero en una carroza en la que el primero en apoyar el féretro fue el capitán Diego Polenta, pasaron; todavía quedan otras muy duras y luego vendrá lo que sigue, que para Nacional es un gran desafío. Primero, el humano: recuperar una moral que está en el punto más bajo. Segundo, ganar el Clausura o en su defecto la Tabla Anual para pelear el Uruguayo. Porque dentro de dos o tres partidos las exigencias serán las habituales. Entonces, ¿cómo se sale de esto?

Hay que gestionar el dolor. Esa es la gran tarea que tiene por delante la dirigencia y el cuerpo técnico de Nacional, que por cierto también está muy afectado por lo ocurrido. Sin embargo son Martín Lasarte, Mauricio Victorino, Esteban Conde y los profes Marcelo Tulbovitz y Julio Moreno los que tienen la responsabilidad de ser lo más fuertes posible para ser tutores de un brote que viene débil.

El hincha tricolor deberá ser paciente. La herida tardará en sanar y eso repercutirá seguramente en el rendimiento del equipo. Lo más prudente parece ser apoyar y no exigir, al menos en las primeras presentaciones. Y eso no significa perder las ilusiones, porque si hay algo que tiene Nacional es experiencia en salir de situaciones muy duras.

En setiembre de 2010, por ejemplo, perdió la vida como consecuencia de un accidente de tránsito Diego “Oreja” Rodriguez y al final de la temporada, ya en 2011, el tricolor se coronó campeón.

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