Fútbol
Añadir Noticia
Noticias

Lucas devuelve al Deportivo al fútbol profesional tras cuatro años de 'infierno'

0 3

El Deportivo de La Coruña ha vuelto. De momento, a la segunda categoría. Pero ya está de regreso en el fútbol profesional, cuatro años después, de la mano de Lucas Pérez, o mejor dicho, de su zurda, tras derrotar este domingo al Barcelona Atlètic (1-0) en un Abanca Riazor a reventar. Cuatro años en el 'infierno' en los que incluso coqueteó, en la última temporada de la extinta Segunda B, con despeñarse hasta lo que hoy es Segunda Federación. Si el Atlético de Madrid celebró en su día un ascenso a Primera con un spot en el que el Mono Burgos emergía de una alcantarilla, el Deportivo tendrá que grabar a Lucas trepando desde el centro de la Tierra. A falta de dos jornadas para que termine la temporada, ya es matemático: sube el Deportivo. Y explota de alegría La Coruña, la ciudad volcada con el equipo, teñida de blanco y azul, a juego con el agua y la espuma del Atlántico, como en los mejores tiempos. 31.833 personas en el estadio, nuevo récord, una olla a presión, miles más en el exterior, pantalla gigante en la 'fan zone', tifo en la grada de los Blues dedicado a Arsenio Iglesias y Bebeto, con guiño al himno gallego. Y todo esto para volver a Segunda, se pensará desde fuera. El mismo club que tiene en sus vitrinas una Liga y tres Copas, que alcanzó las semifinales de la Champions y la Recopa, que en sus días de vino y rosas se sentó a la mesa de Real Madrid, Barcelona, Milan, Juventus, Manchester United, Arsenal, Bayer de Munich, PSG… Pero el mismo, también, que estuvo a punto de desaparecer por la deuda. Que se despidió de la élite hace seis años, cuando ya se habían mustiado los viejos laureles. Desde entonces, aquel 'equipo ascensor', sumido en la mediocridad, con un carrusel interminable de entrenadores y jugadores, no ha acumulado más que sinsabores. Bofetadas como el ascenso a Primera frustrado en Mallorca, tras un 3-0 sonrojante. El descenso de Segunda en medio del 'Covidgate' del Fuenlabrada. El palo del playoff de Primera Federación con el Albacete, en casa, en el 113, cuando alcanzaba con empatar. El fiasco de Castellón con una agresión incomprensible del portero. De jugar en el Bernabéu, el Camp Nou, Old Trafford, San Siro y Highbury, a batirse el cobre en los campos -a veces, de césped artificial-, del Coruxo, el Langreo, el Ceuta, el Dux y el Tarazona. Sin tal rosario de desgracias y decadencia es imposible comprender la catarsis de esta tarde-noche en la que La Coruña se echa a la calle para festejar un logro modesto. Las epopeyas no entienden de categorías. Igual que en un mes de mayo Djukic lanzó un penalti flojo y medroso a los brazos de González, en otro mayo el Deportivo celebró su única Liga, con un 2-0 al Español. Y en este mayo de 2024, el ascenso a Segunda sabe casi igual de bien. Ya no están Djalminha, ni Mauro, ni Fran, ni Makaay. Pero está Lucas Pérez, que decidió dejar el Cádiz, en Primera, para rescatar al club de su ciudad del fútbol amateur. Porque toda epopeya, aunque sea a pequeña escala, necesita un héroe. Lucas, incapaz de marcar en la primera vuelta, cosas de meigas, se ha echado el equipo a la espalda con 17 asistencias y 12 goles. Incluido el más importante, el que recordará toda su vida: el del ascenso. Digno del mejor guión. Arranque caliente Lo que no figuraba en ningún guión es que los bomberos tuvieran que extinguir un incendio en el techo del autobús del Dépor, por culpa de una bengala. Un preámbulo caliente que dio paso a un arranque de partido con los blanquiazules volcados, aplicando el manual de entrar avasallando. Pero era primero contra segundo, y el filial del Barcelona no tardó en equilibrar fuerzas. El intento por intimidar se saldó con una falta peligrosa de Lucas. Los culés empezaron a tocar y a dominar. Pidieron dos penaltis, Germán estuvo providencial en un mano a mano. Minutos de agobio. El Deportivo optando por replegarse para lanzar contras. La tuvo Lucas, que apretó bien al central, pero se ofuscó cuando la jugada pedía el pase atrás. El duelo se fue espesando, con pocas ideas en los de casa, salvo alguna escapada de Mella por banda. Y la sensación creciente de que habría que fiarlo todo al balón parado. Con Lucas en uno de esos días en los que se obsesiona en protestarle al árbitro, y la grada celebrando hasta las amarillas al rival, se llegó al descanso. 0-0. El Dépor volvió al césped como un tiro. No se había cumplido un minuto y a Lucas se le fue por un palmo en el mano a mano. Y fue Lucas, cómo no, el que desató la locura al transformar una falta directa en el 56. Cinco después, Mella estuvo a punto de poner el 2-0: eslalon hacia dentro y el balón lamió la escuadra. Lástima que, una vez más, se quedara tieso alrededor del 70. De ahí en adelante, la tensión se impuso al fútbol. Nervios, reclamaciones de penaltis, Germán dolido en el 85, cloroformo y que pasaran los minutos… 7 de descuento. Como el dorsal de Lucas. Eternos, pero con final feliz. El Deportivo vuelve al fútbol profesional como colofón a una temporada convertida en una montaña rusa. Una primera vuelta nefasta y una segunda arrolladora. En la primera mitad del curso llegó a caer a puestos de descenso. El entrenador, Imanol Idiákez, salvó dos bolas de partido cuando la dirección estaba a otra derrota de bajar la guillotina. La trituradora de técnicos en la que se ha convertido el club en los últimos tiempos no se activó esta vez, se recuperaron lesionados, se apostó por la cantera, desapareció el trivote. El equipo hizo 'clic'. 17 partidos después, con 14 victorias y 3 empates, el ascenso directo. Atrás quedan cuatro años en los que el Deportivo, del que se esperaba que fuera un trasatlántico que abusara en una categoría impropia de su entidad, se empeñó en ser el Titanic. Hasta que venció a la Ponferradina en enero, Lucas empezó a golear, los chavales de la cantera demostraron su valía y el equipo se lo creyó. Lo suficiente para espantar fantasmas. Justo a tiempo para no seguir defraudando a una hinchada volcada, con casi 30.000 abonados, aforos en Riazor más propios de Primera, y el tesoro impagable de esos seguidores jóvenes que no habían nacido cuando se levantó la Liga o eran demasiado pequeños para recordarlo. Identidad, sentimiento, pasión: los intangibles que verdaderamente -al margen del músculo financiero de Abanca- han mantenido con pulso al Deportivo cuando parecía condenado a acabar en la morgue. En Riazor, en sus aledaños, en la fuente de Cuatro Caminos, La Coruña festeja y el deportivismo se siente un peldaño más cerca de volver al lugar que le corresponde por historia, currículum y masa social. Nadie se mueve de la grada al concluir el partido. Manteos, discursos y comunión con la afición. Y el inefable «¡Coruña entera se va de borrachera!». En el cielo, Arsenio Iglesias y Pepe Domingo Castaño sonríen y dejan caer una lágrima. Esta vez, de felicidad.

Загрузка...

Comments

Комментарии для сайта Cackle
Загрузка...

More news:

Read on Sportsweek.org:

Otros deportes

Sponsored