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Tablas con espectáculo en la segunda partida del Mundial entre Carlsen y Nepo

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Las tablas están infravaloradas. Igual que no es lo mismo un 3-3 que un 0-0 en fútbol, en ajedrez los empates pueden ser emocionantes. La segunda partida del Campeonato del Mundo de Ajedrez no rompió la igualdad en el marcador, pero nos mostró a dos jugadores creativos y agresivos, muy bien preparados y sin miedo liarse a guantazos.

En Dubái, por cierto, ayer se jugó una apertura española y hoy fue una catalana. ¿Nos espera una zaragozana en la tercera? Podemos estar seguros de que no, más que nada porque nunca se ha visto en la final de un Mundial.

Ian Nepomniachtchi, con negras, respondió con una línea agresiva, que implicaba un posible sacrificio de peón, pero a Magnus Carlsen no le gusta nada que le obliguen a defenderse y le dio la vuelta a la tortilla. Rechazó el caramelito y fue él quien se quedó con material de menos, siempre en busca de la iniciativa, un factor esencial en ajedrez.

En esas escaramuzas no faltaron los juegos psicológicos. Carlsen se quedó pensando en la jugada 8, demasiado pronto. El gran maestro David Antón apuntaba que era «mala señal». Luego se vio que no iba tan a ciegas. ¿Tardó en mover para recordar las líneas o para inducir la idea de que estaba fuera de su territorio conocido? Otra artimaña no tan infrecuente es justo la contraria: mover rápido, 'al toque', para dar a entender que está todo controlado, aunque no sea así. El teatrillo y los faroles no son nada nuevo en este juego.

Magnus Carlsen sufrió en la segunda partida del Mundial
Magnus Carlsen sufrió en la segunda partida del Mundial - Eric Rosen

Puede que asistiéramos a un duelo de pillos o que todo fuera más normal, aunque también vimos otra circunstancia extraña, cuando el tablero se quedó vacío, con los dos jugadores ausentes. Le tocaba jugar al ruso. ¿Estaba Nepo en el servicio, igual por los nervios, o miraba la partida en la pantalla desde su área de descanso? Ningún otro deporte permite ese absentismo.

Duelo violento

La cosa se siguió complicando gracias a la creatividad del ruso y a la nueva actitud del campeón. Si en otros tiempos el noruego se conformaba con alcanzar posiciones 'jugables', ahora no rehúye el combate cuerpo a cuerpo. El juego se volvió muy agudo y el número uno no dudó en seguir sacrificando material a cambio de un ataque muy peligroso. También para él. Si el aspirante era capaz de detenerlo, sin duda tendría un final con ventaja.

Poco después de la jugada 20, Nepo tenía peón y 'calidad' de más. La 'calidad' es la diferencia de valor entre una torre y un caballo o un alfil. Sumadas ambas ventajas, peón y 'calidad', es el equivalente a tener tres peones más (o un alfil, por ejemplo). Es parecido a jugar con nueve contra once en el fútbol. «El blanco está luchando por sobrevivir», decía Antón.

Por si alguien se lo pregunta, el dinero es lo de menos. No se juegan demasiado. Ambos finalistas se repartirán dos millones. El ganador se llevará el 60%, el 55% si necesita llegar a las partidas de desempate. Aquí lo importante es la gloria y, en el caso del ruso, la posibilidad de inscribir su nombre en los libros de historia.

Tan complicada era la situación que los expertos no se ponían de acuerdo. Anish Giri creía que las negras estaban mejor, mientras que Antón prefería las opciones del blanco. Tantas dudas y tanto desequilibrio en el tablero, entre dos grandes maestros tan brillantes, eran la muestra evidente de que estábamos asistiendo a «un partidón», como decía Julio, mi compañero de equipo, en el grupo de chat del club. «Se están partiendo la cara», añadía. «Cualquier resultado es posible», celebraba Luismi.

Garry Kasparov, espectador de lujo en Dubái
Garry Kasparov, espectador de lujo en Dubái - Niki Riga / FIDE

En esto aparecieron en escena los apuros de tiempo, otro factor esencial en este juego diabólico. Magnus tenía aún menos minutos en su reloj, lo que quizá terminó por decidir el resultado. Puede que Nepo también desaprovechara alguna opción, alternando jugadas sospechosas con sutilezas geniales. Lo mejor de su estilo es que lograba sorprender al campeón, quien durante una buena fase de la partida no fue capaz de prever sus jugadas. No siempre acertó, por supuesto. Judit Polgar criticó mucho un movimiento de torre del aspirante y David Martínez opinó que quizá había jugado «demasiado creativo».

Es interesante que las piezas negras hayan sido las que dominaran hasta cierto punto en las dos partidas jugadas. Al final, sin embargo, se volvieron a firmar las tablas, después de 58 jugadas. Las últimas 15 solo aportaron el compromiso de ambos por pelear hasta el final.

Quedan doce asaltos y solo hemos visto empates, pero al menos esto pinta mejor, de momento, que los últimos dos Campeonatos del Mundo.

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