Está listo para jugar, pero los médicos le dicen en Valdebebas que no debe disputar dos partidos consecutivos completos porque es arriesgado para su musculatura. Ancelotti cumple con esa orden doctoral. El muchacho se encuentra bien, pero no ofrece garantía de seguridad. Hazard es un caso difícil que excede al fútbol, afectado por aspectos psicológicos inherentes. Desgraciadamente, la situación del belga se ha convertido en crónica en el Real Madrid por culpa de las lesiones. Los miedos de los doctores de la entidad trasladan sencillamente el miedo que siente el futbolista a otro percance.
Fichado como una estrella, considerado entonces el quinto futbolista del mundo, ataca su tercera campaña en el club y nunca ha sido titular indiscutible porque sus fisuras, sus operaciones y sus dolencias musculares le han impedido vivir tres partidos consecutivos completos vestido de blanco desde hace tres años. Ahora, cuando se esperaba que jugara más, su ostracismo habitual ha supuesto que no tenga un sitio en el once. Vinicius, un chico de 21 años, le ha quitado el puesto.
Esta temporada será decisiva en su porvenir; no podría continuar un cuarto año siendo un futbolista residual y tampoco lo desearía él, por eso quiere revertir su situación en ocho meses de órdago
«El problema de Hazard es que el entrenador elige otros jugadores». Así de sincero se muestra Ancelotti. «Lo importante es que tenga la motivación para trabajar y jugar, y la tiene. Y jugará en su momento. Ha tenido muchas lesiones y poco a poco obtendrá su mejor versión. Tiene que aguantar, porque posee la calidad, pero a veces el entrenador prefiere a otros». El entrenador no puede engañar a nadie y menos a Hazard. Lo ha dicho con franqueza.
Una sobrecarga en el isquiotibial derecho, sufrida con su selección, le ha vuelto a dejar fuera del Real Madrid durante tres semanas. Los cambios de entrenamiento, de Ancelotti a Roberto Martínez, le influyen negativamente. Y el método para recuperarle genera un antagonismo latente entre el Real Madrid y Bélgica. Bob Martínez asegura que la mejor manera de verle jugar bien es darle una continuidad de partidos. Los médicos blancos afirman que no puede disputar varios encuentros consecutivos en su totalidad y las lesiones constantes dan la razón al Real Madrid. Pero quién sabe, no lo sabe ni el propio delantero. Con el número siete todo es una incógnita.
El resultado de todos estos miedos, los de Hazard y los de los médicos basados en tres años de lesiones, es que el futbolista disfrutó de 22 partidos en su primera campaña en España, de 21 la temporada pasada y de ocho en la actual, pero casi ninguno completo. Este curso solo ha estado en el campo 383 minutos. Suma cinco goles en 28 meses. Es para tener miedo, sí.
Todo lo que sucede en torno a este hombre no presenta un razonamiento cartesiano. Intervenido dos veces en el peroné derecho, cargaba el peso en la pierna no operada por temor y se rompía muscularmente en esa izquierda otrora buena. Se recuperaba y luego se rompían los músculos de la pierna intervenida quirúrgicamente. Nadie encontraba el motivo. Es como si las operaciones hubieran descompensado sus músculos con una debilidad crónica. Y le da miedo no saber por qué, no encontrarle un argumento clínico ortodoxo.
Sin un minuto en el Camp Nou, sin haber protagonizado un clásico en tres temporadas, Hazard no es titular en el Real Madrid. Es una carta de segundos tiempos. Hoy espera tener minutos ante Osasuna. No es un baluarte del equipo.
Esta temporada será decisiva en su porvenir. No podrá continuar un cuarto año siendo un jugador residual. Tampoco lo desearía él.
