Laporte y los otros 'fichajes' de España

La nacionalización exprés del francés Aymeric Laporte, jugador del Manchester City pero con un pasado futbolístico muy arraigado en España y en Athletic de Bilbao, es el último eslabón de una práctica cada vez más frecuente en el fútbol. Por la excesiva competencia en sus países de origen o por las posibilidades de éxito que emanan algunos combinados nacionales, y muy pocos por romanticismo, cada vez son más los futbolistas que renuncian sobre el césped a su hogar para abrazar a uno nuevo. España, en los últimos años, no ha sido una excepción. Tres leyendas del fútbol nacional como Di Stéfano, Kubala y Puskas fueron los fichajes más mediáticos de la Selección en la década de los 50, y todos ellos compartían el haber jugado con anterioridad con sus países de origen (Argentina el primero, Hungría los dos restantes), cuando el fútbol iba más de sensaciones y de menos burocracia. A raíz de esta malentendida invasión, la Federación Española de Fútbol prohibió la nacionalización de jugadores extranjeros para el equipo nacional en 1964. Ya en los 70, el argentino y colchonero Rubén Cano fue otro de los primeros extranjeros en jugar con España. Icónico fue su gol con la espinilla contra Yugoslavia en Belgrado, pues valió para obtener el billete a Argentina 78. Juanito, en el estadio balcánico, recibió un botellazo. Tras estos precursores hay que viajar hasta los 90 para seguir el rastro de este fenómeno en nuestro país. Aquella era una época en el que el equipo de una ciudad lejana del noroeste, La Coruña, era la envidia fugaz del todo el territorio. El central y mediocentro brasileño Donato fue uno de lo rostros más emblemáticos del 'SuperDépor', lo que le llevó a debutar con España en 1994, con la que jugó 12 partidos. El carioca, en aquel vestuario, fue compañero del argentino Juan Antonio Pizzi, que tras pasar por Tenerife y en el Barcelona también acabó por nacionalizarse. Ya en el siglo XXI, el Málaga descubrió a todo el país a Enrique Guedes da Silva 'Catanha', segundo máximo goleador de la Liga en la temporada 1999/2000. En la campaña siguiente, ya con el Celta, recibió su pasaporte español, aunque solo disputase tres partidos con la absoluta. El defensa argentino del Atlético de Madrid Mariano Pernía corrió algo más de suerte cuando pasó a la disciplina de la Roja en 2006, ya que fue uno de los 23 jugadores que viajaron a Alemania para disputar el Mundial de ese mismo año. El éxito de Senna y el fracaso de Costa Pero seguramente el caso más exitoso en este baile de banderas es el de Marcos Senna. El brasileño, con 28 partidos de rojo, fue el centrocampista titular de la Selección campeona en la Eurocopa de 2008 en Austria, un hacer compaginado con su relevante papel en el Villarreal, club con el que aún hoy sigue vinculado. Aquel glorioso periplo de la Selección escrito hace ya una década estuvo construido sobre el fútbol posicional y sus metamórficos jugadores de ataque. Es por eso que, tras algunos signos de declive, se inició la tramitación del pasaporte de Diego Costa, una de las sensaciones de la Liga española antes de marcharse al Chelsea inglés en 2014, donde prolongó su buena racha unos años más. Su juego en las competiciones de clubes no se trasplantó en su totalidad al de selecciones y, pese a que fue titular en varios partidos en el Mundial de 2014 y 2018, acabó por ser un fantasma en las listas con el paso de los años.