Poder valenciano
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En la misma semana del inicio del mundial de fútbol de Rusia podríamos decir que este nuevo Gobierno «fashion» le ha endosado un 4 a 0 en lo que a representación política valenciana al anterior Ejecutivo de Mariano Rajoy. Ábalos en Fomento, Montón en sanidad, Màxim Huerta en Cultura y Deportes y Luis Planas en Agricultura. A todos ellos podríamos sumar la ascendencia política del Ministro de Ciencia y Tecnología, Pedro Duque, cuya mujer, Consuelo Femenía, embajadora española en Malta, es de Xàbia. Como bien decía el compañero Quico Arabí, los valencianos tenemos “un grapat” de carteras ministeriales. Lo de ser profeta en su tierra ya veremos. Pero es sin duda una noticia a celebrar.
Tiempo atrás queda ese anquilosado “poder valenciano” de los Gobiernos de Rajoy que se resumían en que si uno u otro ministro veraneaba en algún pueblo de nuestra costa.
Mientras, las filas socialistas están pasando unos primeros días de “vino y rosas”, con la recuperación del Gobierno central en solitario y con más de 3.000 cargos a repartir de pastel, y de momento con el beneplácito de la prensa nacional e internacional, además de una estabilidad bursátil. Se puede unir aquí, en la Comunitat Valenciana, la puesta en marcha de À Punt, el medio de comunicación público.
La oposición, y ahora más que nunca se puede decir que es el PP tanto en la Comunitat como en España, sigue posicionándose en un tablero convulso. La apertura de la nueva tele pública valenciana inició su recorrido recordando el apagón de la antigua Canal 9. El presidente Fabra se pasó de frenada al ser la única autonomía que cerró su tele pública, y más cuando el Consejo Asesor tenía ya previsto un ERE para mantenerse con una estructura más reducida.
A todo esto se le suma la sentencia de la Gürtel valenciana, donde por mucho que se hablen de actitudes del pasado, el ciudadano medio informado de la calle relaciona política con corrupción y a una siglas establecidas. Y eso que aún queda un calendario judicial notable por delante para los próximos meses.
Imagen de Isabel Bonig tomada este lunes en MadridEl congreso extraordinario del Partido Popular a nivel nacional no puede cerrarse tan solo con rapidez, porque lo marcan los tiempos. Tiene que servir para una renovación profunda de personas y, posteriormente del relato. Manteniendo los valores, hay que volver a ilusionar y abordar con valentía todos los temas. No entiendo esa máxima, que marcan los rostros de siempre, de intentar presentar solo una lista unitaria. Lo único que indica es miedo a los cambios y al debate.
Personalmente pienso que cuanta más variedad mejor. Parece ser, y sobre todo por los medios de comunicación, que el candidato ya está previsto de antemano. Hablo de Feijóo, que se une a esta escuela de políticos gallegos que siempre han dominado el centro derecha español. Fraga, Rajoy y, posiblemente, Feijóo, al igual que el líder nacional de Nuevas Generaciones, Diego Gago, también gallego.
El PPCV no debería desaprovechar esta oportunidad y ocupar todos los puestos que, como estructura territorial y de votos, le corresponden. Sería un buen punto de partida para hablar de nuevo PP con todas letras y romper con el pasado. No valen medias tintas.