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Aventura bajo la Niebla. Ruta MTB en Valmayor y Valdemorillo

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De Borrascas y Caídas: Otra ruta épica de AlfonsoyAmigos



Continúa la ida y venida de borrascas y tormentas, subidas y bajadas de presión que nos transportan en una montaña rusa emocional, especialmente a aquellos que, en estas fechas, estamos para pocos trotes y zarandeos.


En lugar de empastillarnos, hacemos un esfuerzo por recurrir a rutinas de relajación, mantenernos activos y pasar tiempo al aire libre en contacto con los amigos… aquí estamos.

Sí, aquí estamos hoy, sin miedo a mojarnos o llenarnos de barro y poniendo una gran sonrisa al mal tiempo: Andrés, Ángel, Enrique, Ernesto, Fer, Jesús, Juan, Pedro, Rafa, Santi y Alfonso.

El lugar de encuentro es tan conocido y familiar como el pasillo de casa, el punto de partida de incontables rutas desde hace más de 15 años, ya sea para una salida rápida o improvisada, con calor, viento o, como hoy, con frío, jugando al escondite con la niebla y esquivando los avisos de lluvia.

Presente de principio a fin: la niebla


Arrancamos, dando las primeras pedaladas por el Camino de la Cañada y cruzando el puente sobre las vías de tren de la línea Madrid-Hendaya, inaugurada en 1864. Tras superar la ermita del Cerrillo, giramos a la derecha para tomar el camino hacia el embalse de Las Lagunas y vadear el arroyo Ladrón.

Por delante, un sendero que se alegra de vernos, rápido, disfrutón y más aun de bajada, que era uno de nuestros preferidos en los inicios de este Grupo y que, por entonces, parecía complicado y se saldó con más de una caída.

Sigue cerrado al paso el acceso a la presa del embalse de los Arroyos, lugar que aprovechamos para reagrupamos y seguir adelante, teniendo pronto a la vista el Embalse de Valmayor, construido sobre el río Aulencia.

Nuevo tramo espectacular y divertido, pero tenemos que cruzar al otro margen y lo hacemos por el puente en la carretera de Madrid a El Escorial. Al otro lado, tomamos un desvío por la derecha y vemos los restos del antiguo Puente del Tercio, del siglo XVIII, pero que en la actualidad casi siempre está sumergido bajo las aguas.

Abandonamos la pista principal para coger el trazado de un senderillo apenas marcado, con la arena dificultando nuestro avance, pero que nos da ocasión de hacernos unas fotos y tomar después el desvío por el Camino de la Parra, ahora sí, en ascenso.

La cañada o Camino del Rey, con desnivel negativo, nos permite avanzar rápidos hasta llegar al cruce con la M-510, donde cogemos un desvío, que nuestro track no marca, por el camino Vilanillo, por el que nos acercamos a la Estación de Tratamiento de Agua Potable. ¿A pedir agua? No, a dar un rodeo, poder ver la impresionante pantalla del embalse y coger una subidilla hasta las inmediaciones del Poblado Valdemayor, de actividades deportivas.

Reagrupamos y cruzamos la pantalla con mucha precaución. Más adelante, teníamos previsto coger un sendero para evitar el tramo de la carretera de Valdemorillo, pero nos encontramos con una puerta con un gran candado. A seguir por asfalto toca, hasta rotonda donde tomamos desvío por el Camino de Navalroble.

Avanzamos con fluidez, pero nuestro gozo en un pozo, cuando vemos pasar algún ciclista a toda velocidad con placas de números en las bicis. ¡Tate! Hoy es la XXXIV Edición de La Clásica de Valdemorillo, la prueba MTB de más historia del calendario español… y nosotros sin caer en ello.

Zona pedregosa, complicada y más si te encuentras en sentido contrario a ciclistas en plena competición. Mal asunto. Mejor pensar en una alternativa que nos obligará a dar un buen rodeo y dejarse llevar por quienes se manejan mejor en estas lides: Enrique, Santi.

Retomamos el Camino de Navalroble, entretenido, pero que nos aleja de nuestra propuesta original y nos obliga a tomar tramo de la M-600, hasta el desvío junto al Helipuerto de Valdemorillo, para rodar con facilidad.

Una puerta de fácil apertura nos invita a adentrarnos en una zona de dehesas y llegar a una explotación ganadera, que se “cerrará en banda” sin ofrecernos una nueva puerta por la que continuar. Nada, toca volver a la pista principal. Vamos bien de hora, pero parece disgustar a algún compañero rodar de más “pa na”.

Tomamos un nuevo desvío, ahora por la Vereda del Camino de Robledo de Chavela, en subida continua, que a todos nos resulta familiar de una forma u otra, pero que cuesta estar seguros cuando la niebla te impide ver referencias.

Giramos a la derecha y la que se deja rodar es la Cañada Real Leonesa Oriental, sí, la que pasa también por el Collado Hornillo y San Rafael, hasta reagruparnos donde comienza la colada del Camino de la Crucijada


Charcos y las lagunas de Castrejón

Charcos hay, encontraremos unos cuantos en nuestro recorrido habilidoso por la zona, pero no logramos ver con agua las lagunas, se ve que necesitan más lluvias. Y ya estamos en las inmediaciones de Zarzalejo (Estación)

El GR-10 se nos ofrece para que continuemos nuestra marcha, al pie de Las Machotas, pero estamos en el punto más alto de nuestra ruta.  El recorrido es muy conocido para todos, por la colada del Camino del Chicharrón, con algunos tramos complicados entre lanchas de piedra y restos de una antigua calzada romana.

Tal vez por confianza, un despiste, un mal trazado, un resbalón en la piedra mojada… vaya usted a saber. Unos metros delante de mí veo a Enrique que se está incorporando del suelo, dando muestras de que ha tenido una caída. Parece estar bien y así me lo indica, salvo por que el quinto dedo de la mano derecha está mirando para Murcia, según dice él mismo.

No voy a dar más detalles sobre los intentos de minimizar el daño, que apunta a una luxación. Con el dedo dañado fijado al cuarto dedo y seguramente soportando un dolor no reconocido, Enrique y Ernesto se adelantan para llegar cuanto antes a los coches. ¡Que vaya todo bien, amigo!

El resto reanudamos también la marcha, hasta El Escorial por el Camino de Tierra del Molino, para coger después la colada del Camino del Chicharrón. No nos queda nada más que acercarnos a la colada de las Cebadillas y apretar la marcha.

Senderos con charcos que sorteamos de la mejor forma y cancelas que hay que abrir y cerrar. Aunque no bajamos el ritmo, yo al menos no volveré a ver a Enrique, pero Juan ha apretado para intentar alcanzarle y esto da origen a un nuevo despiste...

Un árbol de hojas bajas esconde una rama traicionera que ha intentado comprobar la resistencia del casco de Juan. Prueba superada: el casco bien, pero él se ha llevado algún rasguño y un minuto de flipe por el golpe.

¡Vaya mañanita!, menos mal que ya finalizamos… pero la niebla sigue presente.

Recuperaros TODOS pronto, amigos. Nos vemos en breve.

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