Retos y Caídas: La Crónica de una Ruta Memorable con AlfonsoyAmigos
Mis compañeros son más fuertes de lo que creen, más capaces de lo que imaginan
La
luna llena se retira poco a poco, dejando un cielo despejado y sin nubes. Sin
embargo, la mañana está tan fresca que hasta los perros se aguantan las ganas
de salir a la calle para aliviarse, por no enfrentarse al frío.
En San
Agustín de Guadalix, aparecen unos compañeros ligeros de equipación,
confiados en su resistencia y otros, abrigados como osos polares, seguramente intentando
evitar perder un grado de su calor corporal.
Me
sorprendió que, a pesar de estar a dos grados, no demasiado frío para lo que
nos aguarda en próximas fechas, algunos se quejaban de tener manos y pies
helados…, aunque como dijo Gonzalo: “Soy friolero, pero no me arrepiento de haber
venido”. Por mi parte: espero que el verano tarde mucho
en llegar. Cada uno, un mundo.
Hoy
nos hemos reunido un popurrí de frioleros y calurosos: Andrés,
Barri, Fer, Gonzalo, Jesús, Luis Ángel, Nacho, Pedro, Raúl, Santi y Alfonso.
Los abrazos se agradecen más que de costumbre.
Una ruta memorable
Ruta
de casi 43 kms, con 695 m de desnivel acumulado. No es
mucho ¿verdad? Pero ha dado de sí más de lo
que algunos habían imaginado, con alguna demora, algún extravío, llamadas por
móvil y por walkie, más calor del esperado y una sorprendente exhibición de
vuelo sin motor, cortesía de Fer.
Nacho, ¿qué piensas? |
Un ascenso más llevadero
A los
pocos metros de dejar atrás los coches, se nos presenta una empinada cuesta. Pero
tranquilizo a los compañeros, pues un sendero con inicio medio escondido nos
hará más divertido y llevadero el ascenso. Para
los veteranos de esta ruta, comentar que hemos suprimido el terrible rampón que
daba acceso a la Dehesa de Moncalvillo.
El cambio de ritmo
Después
de superar unas cuestas continuadas, algunos ya empiezan a quitarse ropa de
abrigo, mientras los “diesel” no han conseguido entrar en calor.
Un trayecto pintoresco
Vamos
a recorrer más de 10 kms de fácil rodar, por verdes praderas a pesar de que
apenas han retenido el rocío de la noche pasada y que echan de menos unas
lluvias recientes.
Se
rueda rápido, con mucho ánimo y disfrutando de un entorno que la mayoría
conocemos, pero que sorprende a quienes lo ven por primera vez. Pero
no va a ser la única sorpresa del día.
El desafío continúa
Sorpresa
serán también los kilómetros duros que ahora nos aguardan, nada más dejar atrás
nueva puerta de la Dehesa. Suspiros profundos antes de retomar
marcha por un camino empinado y pedregoso que no invita mucho a tomarse
alegrías y sí a pensar: Pero ¿qué hago yo aquí?
Un esfuerzo titánico
Dos
kilómetros terribles que parecen ir empeorando más y más a cada metro que se
avanza y que apenas permiten respiros. Nota: Intentar realizar
el trazado en descenso en próxima ocasión.
Aquellos
que parecían haber empezado fríos, ahora no dejan de dar pedaladas incluso por
los tramos más empinados y complicados. ¡Bravo!
Pausa para recargar energías
Cuando
el relieve lo permite, los que van en cabeza se detienen para reagrupar y aprovechar
para tomarnos una barrita. A Fer se le ve inquieto, no
se ha apedado de la bicicleta y sigue dando vueltas. Será
que no quiere quedarse frío a pesar de que el sol empieza a dejarse notar.
La caída de Fer
Al
dar la señal de partida, Fer toma la iniciativa y arranca. Acostumbrado
a los terrenos más duros y complicados, a las trialeras que solo él es capaz de
superar, abandona el sendero y se lanza por una zona de piedras con un intimidante
escalón de bastante altura. ¡Cuidado! se escucha más de un
grito de aviso. Más de uno hemos visto la dificultad
de la maniobra.
El
aviso ha llegado tarde o, tal vez, ha servido para espolear aun más a Fer… pero,
como en cámara lenta, vemos que su rueda delantera se clava al fondo del
escalón, su rueda trasera se alza y pone vertical y Fer realiza vuelo con
voltereta acrobática y medio tirabuzón para caer sobre su espalda, afortunadamente
sobre una alfombra de hierba.
Después del susto
Él se
ha llevado el fuerte golpe y nosotros un auténtico susto hasta que, muy preocupados,
le vemos levantarse poco a poco por su propio pie, tras tomarse un minuto para
recuperarse del impacto. Todo pundonor, nos
tranquiliza y reemprendemos la marcha.
Estamos
en el punto más alto de la ruta, a 1013 m, junto al cerro de la Camorcha, y
ahora nos podemos relajar por un tramo sin apenas desnivel por el Sendero de
Matahonda, que nos va a llevar hasta la Cruz de la Boca del Valle. Nueva
foto, pero Andrés y Jesús se nos han escapado por delante.
Vías
pecuarias entre fincas permiten pedalear sin dificultad y, después, una nueva
trialera complicada donde Fer empieza a resentirse de la caída. Aquí
no se puede hacer gesto al banquillo para que el entrenador te sustituya.
Pedro, sácame una foto |
Un paraíso junto al agua
Muy
tranquilo y agradable el descenso hasta el borde de las aguas, donde vemos
numerosos patos. El senderillo que nos conduce
hasta uno de los ramales es una auténtica maravilla, sin perder de vista el
agua en ningún momento. Apetece hacer un montón de
fotos, pero al final me voy sin ninguna por no detener la marcha del grupo, que
está disfrutando de lo lindo.
El ascenso final
Al
final del sendero, es inevitable tener que volver a tomar altura por una cuesta
durísima: 800 metros traicioneros a estas alturas de ruta. Estamos
junto al nacimiento del arroyo de La Tejera. Hoy
no nos vamos a acercar a la pantalla del embalse.
El Camino de Servicio del Canal Alto
El
Camino de Servicio del Canal Alto va a ser nuestro compañero durante bastantes
kilómetros, con esos toboganes apenas imperceptibles que siguen haciendo mella
en las piernas, pero que nos acercan más y más a nuestro final de ruta.
“No, no, no queremos que se acabe”
La
verdad es que nadie me pide continuar, pero tras los últimos kilómetros y un
descenso vertiginoso hasta los coches, percibo que el recorrido ha gustado a la
mayoría, a aquellos que han sido capaces de levantar la vista de su rueda
delantera y disfrutar del entorno.
¡¡Enhorabuena
a todos!!
¡¡Cuídate,
Fer!!