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Heroica obra de arte de Van der Poel

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El ciclismo vive un momento efervescente por la prodigiosa irrupción de una generación que ha cambiado el perfil de este deporte. El ciclismo control, de aburridos pinganillos y llegadas en grupo a dos kilómetros del puerto, salta por los aires con la aparición del talento conocido. Mathieu van der Poel, Wout van Aert, Tadej Pogacar y el renqueante Remco Evenepoel se han adueñado de la escena y ofrecen recitales a diario. En la Tirreno-Adriático se vivió una jornada antalógica, fue en la quinta etapa como pudo ser en la tercera o la cuarta. Un ataque descomunal de Van der Poel en solitario a 50 kilómetros de la meta en el circuito de Catelfidardo destrozó todo, menos a sus semejantes. Imponente la remontada del ganador del Tour, Tadej Pogacar, y airosa la resistencia de Van Aert, que obligaron a Van der Poel a acabar extenuado. El holandés cruzó la línea vencedor y se derrumbó en el asfalto, como Roche en 1987 aunque sin mascarilla de oxígeno.<blockquote class="twitter-tweet"><p lang="en" dir="ltr">️ <a href="https://twitter.com/mathieuvdpoel?ref_src=twsrc%5Etfw">@mathieuvdpoel</a>: &quot;I was riding completely on empty in the last few kilometres. I was told that <a href="https://twitter.com/TamauPogi?ref_src=twsrc%5Etfw">@TamauPogi</a> was coming close but I wasn&#39;t even able to listen. I just wanted to reach the finish as fast as I could. I&#39;m happy with the win.&quot;<a href="https://twitter.com/hashtag/TirrenoAdriatico?src=hash&amp;ref_src=twsrc%5Etfw">#TirrenoAdriatico</a> <a href="https://t.co/7sAlo8FXqX">pic.twitter.com/7sAlo8FXqX</a></p>&mdash; Tirreno Adriatico (@TirrenAdriatico) <a href="https://twitter.com/TirrenAdriatico/status/1371128337981116419?ref_src=twsrc%5Etfw">March 14, 2021</a></blockquote> <script async src="https://platform.twitter.com/widgets.js" charset="utf-8"></script> Es época de disfrutar con el ciclismo porque los jóvenes así lo han decretado. Corren con el soporte moderno de la tecnología y los datos, pero a la antigua, desbocados, como si no existiera el mañana. Toda aquella parafernalia del día a día y de la reserva de fuerzas es papel mojado para Van der Poel y su séquito. Por las colinas del Adriático cabalga Van der Poel como un potro, con la misma intensidad con la que despedazó el otro día la Strade Bianche en dos actos, el latigazo en las arenas blancas con los mejores ciclistas del mundo y el destello explosivo en la cuesta de Santa Caterina ante Alaphilippe (campeón del mundo) y Egan bernal (vencedor de un Tour). En los muros de Castelfidardo vuelve a escapar incontenible el holandés, aunque ahora faltan cincuenta kilómetros y un pelotón al acecho. Escapa en solitario y no duda. Su derrote amplifica el daño en el grupo, que se deshace con la salida de Pogacar, el líder de la Tirreno, que quiere cazar al genio neerlandés y distanciar a Van Aert. La pelea es hermosa entre los tres talentos. Navegan de uno en uno, a su estilo. Furioso Van der Poel, impetuoso Pogacar, elegante Van Aert. No cuentan los otros, Landa, Nairo Quintana, y tampoco Bernal, pasajeros de un tiempo que empieza a no pertenecerles. Lo dijo Landa el año pasado. «Habrá que darse prisa en ganar, porque no van a dejar nada». Van der Poel se vacía en los últimos kilómetros, con Pogacar mordiendo minutos y segundos. Encuentra el corredor del Alpecin una bajada que lo alivia en el último kilómetro. Es su salvación. Así consigue mantener nueve segundos de renta ante el ganador del Tour en la última rampa. Es el ciclismo que enamora, épico, heroico. Van der Poel ha regalado una exhibición y está vacío. Cruza la línea, baja a duras de la bici y se deja caer, exhausto, en la carretera.
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