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Cinco rutas en bici para descubrir una bella y desconocida Palencia

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Desde altas cumbres a campos de cereales, atravesando vegas y llanuras salpicadas de arte románico, pueblos con encanto, historia y fauna singular. Es la carta de presentación del reto Cyclope, que pone a prueba a los aficionados al ciclismo en una ruta circular de cinco etapas y 481 kilómetros por Palencia con tramos duros y también sosegados a través de un paisaje en el que se escalonan enclaves populares y otros que no lo son tanto pero brillan como el resto. A las entrañas de esta provincia bien se les podría aplicar el nombre con el que se define a la catedral de la capital, la «bella desconocida». La ruta comienza en un cruce de caminos: Frómista. En esta villa se dan cita varios itinerarios. A pie se siguen los pasos hacia Santiago y por agua se surca el Canal de Castilla. Sobre los pedales, el rumbo inicia una progresiva ascensión hacia el norte de la provincia con la Montaña Palentina en el horizonte y un reguero de joyas del Románico por descubrir en el recorrido que, precisamente en este punto de partida, encuentran uno de los exponentes más conocidos, la iglesia de San Martín. La etapa continúa por Osorno, custodiada por su ermita de la Piedad, y sigue hasta Herrera de Pisuerga, una ciudad marcada por su historia. En época romana se produjo el asentamiento de la Legio IIII Macedónica, fue ocupada por los visigodos cuyo legado pervive en la necrópolis ubicada en las inmediaciones y en la Edad Media se transformó en un burgo amurallado. El municipio conserva en su casco histórico construcciones típicas castellanas y edificios blasonados. De ahí, los pedales llevan a Moarves de Ojeda, donde orgullosa recibe la iglesia de San Juan Bautista, de la que quedó prendado Miguel de Unamuno que describiría el friso del templo como la «encendida encarnadura». El patrimonio va uniendo los puntos en el mapa en esta etapa que pasa también a los pies de la ermita de Santa Cecilia de Vallespinoso de Aguilar, uno de los templos más pintorescos del románico palentino encaramada sobre una roca. Tras el sprint final se llega a Aguilar de Campo, capital galletera en la que merece especial mención el monasterio de Santa María la Real, antiguo cenobio premostratense que fue uno de los focos artísticos más importantes para el desarrollo del románico y alberga un centro expositivo desde el que asomarse al legado de este estilo artístico de los alrededores. Tras una etapa de marcado sello patrimonial, toca ahora conectar con la naturaleza en estado puro. La Montaña Palentina será el escenario de un camino serpenteado con vistas de infarto. Sus 1.376 metros de desnivel positivo en poco menos de 100 kilómetros ponen a prueba el estado de forma del viajero. Tal vez antes de partir, merece la pena una escapada a la Cueva de los Franceses, donde mantos calcáreos, estalagmitas y estalactitas se despliegan a una profundidad de 21 metros, y al Geoparque de Las Loras. Comienza un recorrido entre Aguilar de Campoo y Guardo en el que disfrutar pedaleando entre bosques y embalses. Sobre dos ruedas la ruta continúa por Barruelo de Santullán, Salinas de Pisuerga y Cervera de Pisuerga, lugar de trasiego de caminos entre tierras cantábricas y castellanas en el que destaca en su arquitectura testimonios de fortificación y las populares casonas solariegas blasonadas. Es, además, la puerta de entrada del Parque Natural Fuentes Carrionas, con picos y crestas modelados en las duras calizas que dan forma a un singular relieve de agujas, precipicios y profundos valles entre los que se cuelan lagos de origen glaciar. El recorrido continúa atravesando pequeños pueblos enclavados en el Parque Natural, como Triollo, junto a la cola del Embalse de Camporredondo, que baña también la siguiente parada, Alba de los Cardaños. Su mirador ofrece unas grandes vistas del emblemático Pico Espigüete. Poco antes de llegar al final de la etapa, Velilla del Río Carrión atesora un ecosistema natural de gran valor medioambiental con una variada fauna donde el oso pardo y el urogallo son protagonistas. El pedal se detiene al llegar a Guardo, cabecera de comarca de tradición minera y paso peregrino de la ruta jacobea conocida como el Camino Olvidado que se seguía cuando se descubrió el sepulcro del Apóstol para resguardarse de las hostilidades de la época. Tras duros tramos de montaña de la etapa anterior, comienza un descenso más sosegado siguiendo el curso del río Carrión en un paisaje de vega en el que la primera parada será Saldaña, un municipio con poso histórico en el que se respira su pasado medieval. A escasos kilómetros de allí se encuentra la Villa de La Olmeda, uno de los mayores yacimientos romanos del país. Una gran mansión del Bajo Imperio con 1.450 metros cuadrados de mosaicos que bien merece un desvío antes de continuar hasta Carrión de los Condes, uno de los puntos más interesantes del Camino de Santiago en el que destaca el Monasterio de San Zoilo, que se adereza con el título de Real y es un importante cenobio del medievo con sello románico. Faros de Tierra de Campos De paisajes de vegas a Tierra de Campos, la siguiente etapa transcurre por la orografía clásica castellana a través de varios tramos llanos con los que dar un respiro a las piernas y que llegan a interesantes localidades como Paredes de Nava. Las cuatro torres de sus iglesias se yerguen en la llanura de los llamados Campos Góticos y es conocida por ser cuna de del poeta Jorge Manrique, el pintor Pedro Berruguete y su hijo el escultor Alonso. Continúa la ruta por un mar de cereales en el que navegan los clásicos palomares de este paisaje de Tierra de Campos a través de pueblos como Frechilla o Fuentes de Nava, un paisaje de leyendas en el que destacan edificaciones religiosas como la iglesia de San Pedro y su esbelta torre de 65 metros de altura conocida como «Estrella de Campos» o «Linterna de Campos». Un faro en el camino al que le sigue otro de similares dimensiones. La siguiente parada, Ampudia, esta también señalizada en la distancia mediante la conocida como «Giralda de Campos», que guía hasta esta villa de calles porticadas custodiada por su fortaleza. La etapa concluye en Dueñas, una localidad histórica a los pies de los Montes Torozos testigo del paso de Almanzor, la estancia de los Reyes Católicos, el nacimiento de su hija Isabel, la visita del emperador Carlos V, el acogimiento del Consejo de la Inquisición o la ocupación de la ciudad por las tropas de José Bonaparte. La última jornada retorna al punto de partida en Frómista a través de la comarca de El Cerrato. Este particular camino continúa a través de Cevico de la Torre hasta el municipio de Baltanás. En el cerro del «El Castillo» existió una fortaleza medieval de la que hoy no quedan restos pero en la zona resisten bodegas excavadas de hasta seis niveles. Tras una parada en Quintana del Puente los pedales guían hasta Astudillo con templos con un importante patrimonio artístico y una red de galerías subterráneas con pasadizos y bóvedas en las que se han criados tintos y claretes de un territorio sorteado con bodegas tradicionales. El círculo se cierra en Frómista, completando un extenso recorrido junto a la cuádruple esclusa del Canal de Castilla, para aquellos que decidan embarcarse en un nuevo viaje.
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