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Gloria y drama en el Tour: Pogacar destrona a Roglic

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La gloria y el drama se juntan en el Tour de Francia en la penúltima etapa, una contrarreloj agónica que depara un desenlace increíble, inesperado, maravilloso cuando se habla de deporte y de emociones. Tadej Pogacar, el joven esloveno de 21 años, desbanca a su compatriota Primoz Roglic, líder del Tour durante dos semanas y gran favorito a la victoria este domingo en París. Es la crueldad de la derrota, el éxtasis del triunfo. En el deporte nada está escrito. El ciclismo vive en la Planche des Filles una reedición de la contrarreloj de 1989, cuando Greg Lemond arrebató el triunfo a Laurent Fignon por ocho segundos. Roglic abre la boca, busca oxígeno, fuerzas donde no le llegan y se hunde en los 36 kilómetros de la crono. Nervioso y sin ritmo, el maillot amarillo del Tour entrega su sudor y su prenda dorada a su compatriota esloveno. Pogacar, la sensación de la carrera, cúspide de la nueva ola juvenil que invade el ciclismo, gana la etapa y arrasa a Roglic, que pierde el Tour por 59 segundos. Un epílogo apasionante, como el ciclismo.

Roglic es inexpresivo y frío como el hielo. Lo demostró en la última Vuelta a España, que ganó como un témpano de espíritu. Pero en la meta de la contrarreloj, una mezcla de llano y montaña, es la imagen de la desesperación, de la derrota que conmueve y apena. Transmite emociones. Llega con la boca fuera, sin gafas, descompuesto, martirizado en su buzo completamente amarillo, diseñado para celebrar su victoria en el Tour.

Roglic es un excelso contrarrelojista, diez victorias en su palmarés, y tiene 57 segundos de ventaja para administrar y ampliar sobre Pogacar. Pero el día se tuerce, sus piernas no aceptan el ritmo vertiginoso, enloquecido de su compatriota, que lo supera en el llano y lo deja al borde de la angustia.

El reloj es un martillo de arena para Roglic, que comprueba cómo decrece su ventaja, se hunde su ánimo y se bloquean sus piernas. Los brazos en escuadra tiemblan, la moral decae. Pogacar vuela.

Planea Pogacar como un águila por las montañas, insuperable en el llano frente a los podencos como Dumoulin, Van Aert o Cavagna, intratable en la ascensión de kilómetros, su elemento natural, el mejor escalador del Tour sin duda.

Pogacar desplaza a los aficionados en la montaña, tal es su pedaleo, cambia la bici del llano a la cumbre como un rayo, como los Fórmula 1. Roglic va lento, su mecánico se pone nervioso en el cambio de bici, los aficionados le molestan.

A mitad de la cumbre, el desenlace ya está marcado. Roglic va a perder el Tour. Lo va a ganar Pogacar, el joven prodigio que deslumbró en la Vuelta a España 2019, dos etapas, tercero en la general, mejor joven. 20 años. Tiene ahora 21, mañana cumple 22, y su progresión es infinita. «Yo solo quería correr el Tour, imagínate ganarlo», dice el protagonista en sus primeras palabras. Va a conquistar el Tour, se lleva el maillot blanco de mejor joven, los puntos rojos de la montaña. Lo nunca visto. El ciclismo y el futuro son suyos.

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