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Los túneles de viento unen al ciclismo y la Fórmula 1

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Dos mundos tan dispares y asimétricos, desiguales hasta lo remoto en su organización, modelo de negocio o movilidad, han empezado a asociarse en acuerdos de cooperación que pretenden perpetuarse en el futuro. El ciclismo y la Fórmula 1 se han encontrado por el camino de las actividades estratégicas comunes. Tres equipos del UCI World Tour, la primera división ciclista, han sellado convenios de colaboración con escuderías de Fórmula 1 para el curso 2020. El Ineos, gigante del Tour que ha ganado siete de las últimas ocho ediciones, se ha juntado a Mercedes, campeón de los últimos seis Mundiales. Dinero llama a dinero, coloso con coloso. El Bahréin, antiguo Lampre, se denominará con el apellido de la segunda mejor escudería de la historia de la F1 y último equipo de Fernando Alonso, Bahréin-McLaren. Y el Israel Start Up, última formación en llegar a la élite ciclista, se vincula a Williams, emblemática estructura de F1 que atraviesa su peor época y que el año pasado fue el farolillo rojo en todas las carreras. Apenas existen nexos entre la Fórmula 1 y el ciclismo. Un piloto amante de la bicicleta y su estilo de vida, Fernando Alonso, intentó levantar un equipo ciclista de la nada para ganar el Tour y ser referente desde el primer minuto en el pelotón. Alonso trató de juntar dos mundos, exprimir las virtudes de cada deporte en una idea magnífica y aplicar la vanguardia tecnológica de la F1 en el ciclismo, pero el proyecto murió antes de nacer. Hace dos veranos, el Tour se inventó una salida modo Fórmula 1, los ciclistas en formación de parrilla, en la etapa más corta de su historia, breve paseo de 65 kilómetros por los Pirineos que ganó Nairo Quintana. Y poco más. Ferrari ha colaborado con los fabricantes italianos Colnago y Bianchi, y ha rotulado bicis rojas con el emblema del cavallino probablemente en monturas diseñadas por Colnago o Bianchi. Son dos mundos desiguales en los que prevalece la admiración de los pilotos por las heroicidades de los ciclistas, y en los que éstos sienten fascinación por la cultura del lujo y la exclusividad que envuelve a la Fórmula 1. Mark Webber se saltó el protocolo de una cena para saludar a Carlos Sastre, un ganador del Tour seducido por el oropel del Gran Premio de Valencia. Más allá de eso, había pocos vínculos en común. Era así hasta que el pasado diciembre la familia real de Bahréin instrumentalizó su equipo ciclista para juntarlo a su escudería de Fórmula 1. McLaren es propiedad del fondo inversor Mumtalakat (controlado por la familia real del emirato) y del empresario saudí de origen francés Mansour Ojjeh, antiguo socio del mentor de la compañía Ron Dennis. La estructura que se llamaba antes Bahréin-Mérida se denomina ahora Bahréin-McLaren. La unión incluye el uso por parte del conjunto ciclista del nuevo túnel del viento que ha construido McLaren en su fastuosa y cósmica sede de Woking, donde trabajan más de mil empleados. En el acuerdo, la escudería de F1 cede a dos ingenieros para trabajar en el túnel del viento y en los estudios aerodinámicos que realizan todos los equipos ciclistas relacionados con la posición en la bicicleta de sus corredores. Además de ciencia, el Bahréin desarrollará actividades estratégicas de marketing y comunicación con McLaren. En el Bahréin se estrenará Mikel Landa, trotamundos del pedal y aspirante a ganar una grande, que ha pasado por el Euskaltel, el Astana, el Sky y el Movistar. Alquiler por horas Los túneles del viento están detrás de los acuerdos suscritos por los equipos del ciclismo. Hasta la fecha los mánagers de las formaciones alquilaban por horas las galerías de viento ubicadas cerca de Milán, o el construido en la localidad belga de Paal por la marca de bicicletas Ridley, o en la holandesa Eindhoven, donde no era necesario ni siquiera la presencia de los ciclistas encima de la bici ya que tan moderno es que basta con colocar maniquíes en su lugar. Una sesión del túnel de viento puede suponer un desembolso de 3.000 euros para un equipo del World Tour. Mercedes ha suscrito un compromiso global con la petroquímica Ineos, que además de su equipo ciclista, tiene a uno de los barcos favoritos para ganar la Copa América de vela. Toto Wolff, el manager de Valtteri Bottas y jefe de Lewis Hamilton, ha creado una división denominada Mercedes Benz Applied Science (MBAS) en la que todos aspiran a beneficiarse de los conocimientos científicos sujetos al rendimiento hombre-máquina. «Estamos en una posición sólida para aprender unos de otros», indica Wolff. El promotor del nuevo equipo de élite Israel Start Up, Sylvan Adams, consiguió que el Giro saliese de Israel en 2018 y celebrase tres etapas por el país. El próximo verano su sueño ciclista correrá el Tour. Lo hará asociado a la escudería con peores resultados en los últimos tiempos en la Fórmula 1, la histórica Williams, que contará con un piloto probador israelí, Roy Nissany, en 2020. El vetusto túnel del viento de la sede de Grove, en el Silicon Valley de la Fórmula 1, estará a disposición de los animosos ciclistas israelíes, que este año han contratado como fichaje estrella al irlandés Dan Martin.
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