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EL EMERGENTE. Ronald Acuña Jr. vs Miguel Cabrera

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EL EMERGENTE
Por Ignacio Serrano

Alegría y molestia. Feliz sorpresa y ofendida incredulidad. De ese tenor, y en radical contraste, fue la respuesta de muchos lectores cuando compartimos en Twitter la nota que escribimos comparando a Ronald Acuña Jr. y Miguel Cabrera, a propósito del Premio Luis Aparicio.

Ojo, que la comparación se limitó a hablar de la edad en la que cada uno recibió sus primeros dos galardones. La edad y el momento. Eso no significa que el uno ya haya alcanzado el estatus del otro, aunque sin duda que está permitido soñar.


Veamos aquella nota en solo pocas palabras: Cabrera debió esperar a su tercera temporada en las Grandes Ligas, la de 2005, cuando tenía 22 años de nacido, para al fin ganar la distinción que honra al mejor venezolano de cada campaña en la MLB; Acuña, en cambio, lleva dos en tres torneos, con los mismos 22 años que su predecesor.

No lo hicimos entonces, pero vale la pena compartir este otro dato: el segundo trofeo del slugger aragüeño llegó en 2011, en su noveno campeonato arriba, cuando ya había soplado 28 velitas en el pastel.

Son hechos comprobables, carentes de interpretación o subjetividad. Acuña se ha convertido en estrella a una velocidad más acelerada que el mismísimo Cabrera en su momento.


La pasión con que nos escribieron algunos hizo que nos planteáramos un nuevo ejercicio, así sea por la curiosidad de comparar a ambos en algún momento de sus carreras. ¿Qué tan bueno es el alumno respecto al profesor?

Y sí, lo de profesor es literal, no olviden que Acuña da un pequeño paso al costado justo antes de pisar la tercera base, en cada jonrón, como constante homenaje al mejor pelotero venezolano de todos los tiempos.

Vayamos al grano. Es fácil y rápido. Comparemos lo hecho por ambos en la suma de sus primeras tres justas en las Mayores.

Cabrera consiguió una sólida línea, con promedios de .300/.366/.523, más un OPS de .889 en 405 juegos.

Acuña enseña promedios de .281/.371/.538, con un OPS de .909 en 313 cotejos.

¿Notan similitudes? El inicialista tuvo mejor contacto, y de hecho se ponchó menos en más turnos, pero el patrullero brilló con mejor capacidad para embasarse y más poder. Sí, más poder. Cabrera había tenido posiblemente el estreno más sonoro para un criollo en sus primeras tres zafras y de pronto aparece un varguense que, siendo un año más joven, incluso le supera. Por poquito, pero le supera.


Sí, algún lector seguramente apuntará al hecho de que, por sumar menos choques y más apariciones legales, los promedios de Acuña no valen tanto como los de su colega. Si fuera así, sin embargo, ¿cómo explicar este otro contraste?

El nativo de La Sabana supera al de Maracay en jonrones (81 vs 78), anotadas (251 vs 246) y bases robadas (61 vs 6).

El nativo de Maracay supera al de La Sabana en dobletes (95 vs 59), hits (459 vs 342) y empujadas (290 vs 194).

Pero es en las estadísticas ponderadas donde se crea el mayor desequilibrio: Cabrera puso 133 de OPS ajustado, con con 9.2 de bWAR (el WAR que calcula Baseball Reference) y 8.9 de fWAR (el de Fangraphs). Acuña tiene 133 de OPS+, con un bWAR de 11.9 y un fWAR de 11.7.

Para los que gustan de la analítica más avanzada, el outfielder de los Bravos muestra mejor average de embasado ponderado ajustado a la liga (wOBA) y más carreras creadas ponderadas ajustadas a la liga (wRC+). Y ambos baremos son excelentes para medir qué tan buenos son los tablazos de cada quién, a partir de cuántos son extrabases, y qué aporte verdadero hace un toletero cualquiera a la producción de carreras de su escuadra.


Pero hagamos que esta comparación sea más justa. Utilizando el motor de búsqueda de Baseball Reference es posible ver los numeritos de ambos cuando tenían exactamente 313 encuentros, que es la cantidad que hasta ahora ha disputado el litoralense.

Cabrera es mejor en average (.295 vs .281), hits (346 vs 342), dobles (69 vs 59) y empujadas (219 vs 194).

Acuña es mejor en promedio de embasado (.371 vs .359), slugging (.539 vs .509), OPS (.909 vs .868), anotadas (251 vs 185), triples (6 vs 5), jonrones (81 vs 57), boletos (159 vs 114) y bases robadas (61 vs 5).

Si no se asombraron con la diferencia en jonrones y OPS, repasen la línea y asómbrense, por favor.

Podríamos seguir. Pero es posible que ya el punto esté hecho.

Dejamos aquí una de las mediciones favoritas de este cronista, para cerrar. Se llama WPA, siglas de Win Probability Added (la capacidad para cambiar con un batazo el destino de un juego, algo a lo que dedicaremos una columna entera algún día, porque es esclarecedora y fascinante): Acuña suma 6.3, lo que es una barbaridad después de tres temporadas; Cabrera mostraba 4.9 a la misma altura de su carrera.


Esto no significa que el joven igualará algún día o incluso superará al veterano. El maracayero tiene el triple mérito de haber empezado muy joven, haberlo hecho muy bien y haberse mantenido así por casi dos décadas. Al sabanero le falta todavía lo último.

Pablo Sandoval, por ejemplo, también tuvo un inicio rutilante. Pero se desvaneció. Le faltó esa constancia a largo plazo que define a los eventuales candidatos al Salón de la Fama, donde algún día veremos a Cabrera.

Mientras nos sentamos a ver qué pasa en el resto del camino de Acuña, podemos ver también lo que nos dice la data dura y fría: a la espera de lo que está por venir, al menos sus primeras tres campañas en la Gran Carpa han sido tan buenas o incluso mejores que las del mejor bateador criollo de todos los tiempos. 

Y eso incluye nada menos que el total de cuadrangulares, la virtud más característica de Cabrera.

Ignacio Serrano

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