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EL EMERGENTE. La difícil decisión del Rey Félix... y lo que a la larga podría costarle

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EL EMERGENTE
Por Ignacio Serrano

Carlos Carrasco luchó contra la leucemia en 2019 y ha decidido jugar este año la temporada recortada de Grandes Ligas. Félix Hernández se encuentra saludable y ha preferido abstenerse. Son dos posiciones completamente diferentes, dos extremos que representan también cuán extrema es la situación que vive el planeta desde que se inició esta pandemia mundial en los alrededores de un mercado de animales exóticos en China.

Algunos aficionados han manifestado, con razón, que Carrasco debería extremar su cautela y cuidados. Su condición es crónica, aunque esté controlada. Quiera Dios que sus defensas estén bien. Pero el barquisimetano ha dicho que arde en deseos de subir al morrito, que no ve el día de volver a competir. Y allí está, con el uniforme de los Indios.



Algunos aficionados han señalado, también con razón, que Hernández debería reportarse, que el protocolo de salud de las Mayores es riguroso, los riesgos mínimos y necesita demostrarle al beisbol que está en capacidad de lanzar al mejor nivel algunas campañas más.

Lo dicho, son situaciones extremas y, si se ve con justicia, ambas posiciones son justificables.

Un puñado de estrellas, desde Ian Desmond hasta David Price, pasando por el Rey, ha anunciado su determinación de quedarse en casa, a costa de renunciar también, muchos de ellos, a varios millones de dólares que cobrarían si jugaran.


Es muy probable que el peligro de contraer la covid-19 sea mayor yendo al mercado o la farmacia que asistiendo a los parques de pelota. Porque la gente que sale a comprar lo que necesita en casa —no hablamos aquí de los irresponsables que actúan como si no pasara nada, socializando y festejando, sin cuidarse, ni cuidar a los otros— , la gente a quien ellos se cruzarán en una tienda de abarrotes no será examinada varias veces por semana, ni su temperatura será controlada antes y después de cada jornada, ni se moverán con los cuidados que uno imagina se moverán todos los que acudan a trabajar en los estadios, bien sobre la grama o lejos de ella.

Es muy probable eso, porque el protocolo de salud diseñado por MLB y aprobado por el sindicato de jugadores es estricto y detallista. Y sin embargo, es perfectamente entendible que haya quien prefiera abstenerse. La incertidumbre con el nuevo coronavirus es muy grande, la cifra de muertes es enorme y personas sanas e incluso jóvenes la han pasado muy mal. Este cronista lo sabe, porque ya conoce un caso cercano.

Así que la decisión de jugar tiene tantos argumentos que la sostienen, y merece tanto apoyo, como argumentos respalda y apoyo merece la decisión de no hacerlo.

Y tiene que haber sido un tema muy, muy importante para Hernández. Porque, aunque haya quien diga que un campeonato de 60 juegos no iba a representar mucho en su cosecha global, la verdad es que en su caso particular sí lo iba a significar.


Lo primero, claro, era recuperar el respeto de la Gran Carpa, de los analistas —futuros votantes de Salón de la Fama— y de la afición. Son varias justas consecutivas en declive, las últimas tres en franco bajón, y poder lanzar en la Liga Nacional, en un elenco competitivo, podía servirle exactamente como le sirvió a su compatriota Aníbal Sánchez, que se recuperó de tres torneos para el olvido con Detroit y volvió a ser un lanzador dominante en Atlanta, precisamente en Atlanta.

Lo segundo es más debatible, pero igualmente vital para él. Su camino a Cooperstown parecía seguro en 2016, hoy es una incertidumbre que depende de dos o tres buenas cosechas más y, sobre todo, de conseguir 31 victorias, 476 ponches y 271 innings y un tercio más. Podrán decirse muchas cosas de él, incluso si ya no puede vivir otra temporada exitosa; pero si lograra al menos acumular esos registros, para llegar a 200 triunfos, 3.000 fusilados y 3.000 entradas, al final será muy difícil que no logre la inmortalidad, así sea como Jack Morris, a través del Comité de Veteranos.

Todo eso sin contar algo que parece obvio: va a ser un poco más difícil conseguir una oportunidad como esta con los Bravos en el próximo Spring Training.

Y no especulemos en cuanto a que en 2020 tendría muy poco chance de abultar sus cifras. No olvidemos el caso de Andrés Galarraga, a quien ausencias forzadas le dejaron —por ejemplo— apenas a un jonrón de retirarse con 400 cuadrangulares, en lugar de 399, una diferencia mínima, y sin embargo descomunal.



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    • Todo esto, claro, pierde importancia ante lo esencial. Y lo esencial, en estos tiempos de pandemia y miedo, merece respetarse sin debate. La enfermedad existe y ya sabemos que puede ser muy agresiva, aunque sean las personas mayores y aquellas con una condición previa quienes corran los principales riesgos.

      Para el Rey Félix, lo esencial es quedarse en casa y protegerse, protegiendo a sus seres queridos. Y para Carrasco, lo esencial es volver a lanzar.

      Extremos. Es lo que en este año a todos nos ha tocado enfrentar.

      Ignacio Serrano

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