Más que sólo vender cerveza, así es el oficio de un despachador
Por años, las gradas del Estadio Corona han formado parte de su vida laboral, ha vivido la euforia, la alegría y la emoción de los deportes, aunque asegura que también ha llorado y "mentado madres" de frente a la derrota.
Ricardo Silva Díaz, se dedica a la venta de cerveza, en recintos como el Coliseo Centenario, Estadio Revolución, Feria de Torreón, Plaza de Toros, arenas de lucha libre, entre otros.
Sabe que el oficio no es fácil y precisamente en estos momentos no está pasando una buena racha, debido a la controversia generada por un video en el que se muestra la venta de cerveza en condiciones irregulares en el Territorio Santos Modelo.
Con 47 años de edad, “Richie”, como lo conocen sus amigos, pertenece al Sindicato de Vendedores de Refrescos y Conexos en Espectáculos Taurinos, Deportivos y Artísticos de la Región Lagunera, que tiene más de cuarenta años de conformado.
Platicó que uno de sus tíos lo llevaba a trabajar desde que tenía los doce años en las novilladas de Lerdo o en el Estadio Revolución.
Aunque se fue un tiempo a Ciudad Juárez, con el “boom” de la industria maquiladora, tras siete años comenzó a extrañar la venta en los estadios y regresó a La Laguna.
Comentó que cuando estaba "el viejo Estadio Corona", su jornada comenzaba a las ocho de la mañana, para que a las dos de la tarde, ya tuvieran cerveza fría y alimentos preparados.
"Salías cansado, la gente sí hacia su desastre en sol, pero la raza te saludaba bien, no se fijaban mucho en los detalles, la gente iba a ver el fútbol”.
Ser vendedor de cerveza no les implica recibir un salario fijo. Pertenecer a este sindicato les beneficia en su única percepción, que son las comisiones por ventas.
“En ocasiones es más lo que gastas que lo que llevas a la casa. En un evento promedio, se pueden sacar entre 800 y mil pesos, aunque la percepción para los vendedores se reduce, ya que deben pagar un porcentaje a los ayudantes”.
Cada contenedor tiene capacidad para servir alrededor de 12 vasos de 710 milímetros, equivalentes a dos cervezas de media cada uno.
El manejo del barriles es complicado pues al caminar se agita el líquido, generando espuma, que finalmente también es vendida, pero con controles estrictos de higiene.
“Las personas que publicaron eso creen que los laguneros no sabemos tomar una cerveza, no conocemos el sabor o la textura, en la región lagunera somos cerveceros. Previo a la venta, se pesan los tanques y los kilos que señalan son los que se tienen que pagar al final".
"No es que se recicle o que sea de otro juego, el manejo sí estuvo mal, eso se hacía antes con cubetas, pero ahora la mayoría ya utiliza jarras para un mejor manejo. Pero el compañero la regó porque sí tenía la cubeta en el piso”.
Ricardo Silva sabe que su trabajo, al igual que el resto de sus 62 compañeros sindicalizados y ayudantes, es vender su producto, sea cerveza, refresco o alimentos, pero el valor agregado que le da a este oficio, es que si ven a un aficionado que se encuentra en una estado inconveniente, se le cuida y se cancela su venta.
“No todo es vender o ganar, hay que tener conciencia de las personas, preferimos volverlo a ver disfrutando del siguiente partido del Santos a que le pase un accidente y luego no lo volvamos a ver. Hay que disfrutar de la vida, y yo disfruto mi trabajo y a mí me gusta lo que hago”, finalizó.