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La Armada se abrasa en Tokio

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La pista cuatro del Ariake Park es un explanada sin sombras rodeada por unas vallas, con un pequeño graderío. Un escenario menor, suburbial, impropio de los cuartos de final de un torneo olímpico de tenis. El termómetro marca 33 grados, pero la sensación es opresiva. La humedad empapa las camisetas y aplasta los pulmones. Se hace difícil respirar. A las dos menos cuarto de la tarde, las nubes han desaparecido y el sol cae a plomo, violentamente, como si tuviera cuentas pendientes con los tenistas. Paula Badosa acaba exhausta el primer set de su partido contra la checa Marketa Vondrousova. Los últimos puntos han sido agónicos: su rival le ha colocado unas bolas fulminantes y precisas en la línea; ella ha querido correr pero no ha podido llegar. Lleva 38 minutos de partido. Vondrousova gana 6-3. Paula Badosa se retira a su rincón. Pide la ayuda de las asistencias. Durante el partido no ha mostrado signos de problemas físicos, pero algo grave le pasa. Tiene escalofríos, se marea, tiembla, pierde un poco el conocimiento. Abandona la pista en silla de ruedas, con una toalla tapándole la cabeza. A las dos menos diez de la tarde, Badosa se despide del torneo, de los Juegos Olímpicos, de las medallas. No puede más. Unas horas antes, a las once de la mañana, el ruso Daniil Medvedev abre el programa de la jornada contra el italiano Fabio Fognini. Juegan en la pista central. En el segundo set, a Medvedev le fallan las fuerzas. Se apoya el raqueta, resopla. El juez de silla, Carlos Ramos, le pregunta si puede seguir jugando. El ruso se yergue y camina desmadejadamente hacia el centro de la pista. Se encara con el árbitro y le replica: Puedo terminar el partido pero puedo morir -replicó el ruso-. Si muero, serás tú el responsable Medvedev consigue rehacerse. Se va al vestuario, se da una ducha fría, regresa y gana el partido en tres sets. Se enfrentará en cuartos de final contra Pablo Carreño, el único superviviente de la Armada en el torneo olímpico. Las quejas de los tenistas por el ambiente infernal que se vive en Tokio han sido continuas desde que empezó el torneo, pero la jornada del miércoles ha resultado especialmente tórrida y los casos de Badosa y Medvedev demuestran que no hablaban por hablar. “En estas condiciones no se podía jugar”, sentencia Ángel Ruiz Cotorro, médico de la Federación Española de Tenis. “Hoy -apostilla- ha sido el día más complicado porque ha subido mucho la humedad, pero ya llevamos muchos así y hay un efecto sumatorio que se añade al esfuerzo, a la tensión...”. Novak Djokovic propuso hace unos días buscar unas horas menos dañinas. Es una medida especialmente fácil de adoptar en Tokio porque anochece temprano y a partir de las cuatro de la tarde, aunque sigue haciendo calor, el sol ya no molesta y a veces se levanta incluso brisa. Tras los numerosos incidentes registrados ayer, la Federación Internacional de Tenis anunció que atrasaba la próxima jornada, cuyos partidos comenzarán a las tres de la tarde. Solo un español podrá beneficiarse del cambio horario: Pablo Carreño, único superviviente de la Armada tras una jornada negra. Ayer despachó al alemán Koepfer en dos sets (7-6, 6-3), en un partido difícil, sobre todo en el primer set, que se resolvió con un 'tie break' muy disputado. Koefker terminó el partido vociferando, sudando torrencialmente, con la camiseta casi convertida en una segunda piel. A Paula Badosa le acompañó en su despedida Garbiñe Muguruza. En la pista dos del Ariake Park, la tenista kazaja Elena Rybakina, número 20 del mundo, empleó hora y media de partido para derrotarla en dos sets (7-5, 6-1). Muguruza cayó ante una rival muy sólida, capaz de cerrar los puntos definitivos con golpes exactos y fulminantes. Así sucedió en el 4-1 del segundo set, batalla crucial del partido, cuando Garbiñe y la tenista kazaja se enzarzaron en una pelea terrible por hacerse con el tanto, con empates sucesivos y ventajas alternas. Finalmente, Rybakina consiguió jugar magistralmente una bola, moviendo a la española por el fondo de la pista hasta que la tuvo a su merced para aniquilarla con un 'smash' inapelable. Ese tanto, que colocaba el 5-1 en el marcador, suponía la sentencia definitiva para Garbiñe, que se despide así de la ilusión de las medallas. Tras pasar una tarde difícil, con dolor de cabeza, sensación de debilidad extrema y una fatiga demoledora, Badosa mejora y poco a poco se va recuperando del golpe de calor. En redes sociales publicó un mensaje de despedida: “Siento mucho haber tenido que terminar el toreno así. Eran mis primeros JJOO con España y tenía una gran ilusión representando a mi país”. Su baja supuso una doble derrota, ya que tampoco pudo participar en el doble mixto español, en el que formaba pareja con Pablo Carreño y que debía jugar horas más tarde. El tenista asturiano se queda solo en el horno tokiota.
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