Natación sincronizada
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Benzema, un letal goleador a destiempo

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Fue como en los últimos partidos. El Madrid jugó solo una mitad. La primera fue atrozmente aburrida y tras el descanso Benzema marcó y cambió el partido otra vez. O más bien solo lo alteró. Si dura más la temporada acabamos convencidos de que Cristiano estuvo bien vendido. Porque la nave del Madrid se hundió este año pero del naufragio sale Benzema haciendo figuras de natación sincronizada como Esther Williams. El Madrid volvió a perpetrar una primera parte insoportable. Un único tiro, por supuesto fuera de portería, obra de Marcelo. En el Athletic, un cabezazo a las manos de Keylor y un par de centros desde la derecha con cierta mala intención. Ya no hubo más. Hubo trotes, idas y venidas, intentos frustrados de Asensio, la danza misticoide de Benzema, el engañabobos de Modric y Kroos y la guerra de guerrillas antiestética y ya fuera de lugar de Lucas. Lo único bueno del Madrid fue haber controlado la velocidad de Williams. También Vallejo, que salió de titular y dio buena impresión. Era otra primera parte memorable por lo mala. Jamás ha jugado tan mal al fútbol el Madrid como en estos meses de postemporada. No es que juegue mal, un fútbol malo, es que no juega. Es un fútbol de mentira producto de malas decisiones seguidas de decisiones políticas. En el Madrid de Solari, con ser un desastre, había verdad. Reguilón era verdad, los expedientes disciplinarios, buenos o malos, eran verdad. Era verdad Vinicius. Esto de ahora es el resultado de haber traído a Zidane antes de tiempo, no para preparar la próxima temporada, que eso podía hacerlo desde un despacho, sino para minimizar las críticas y desastres de la temporada actual. Evitar pitadas, evitar problemas disciplinarios, evitar divisiones en la plantilla. Porque lo normal, un curso menos político de los acontecimientos, hubiera deparado un equipo quizás de reguilones, de gente joven sacando la cabeza y veteranos en la grada. En lugar de eso, Zidane ha impuesto una paz zidanesca que ha operado como un enorme velo. Amnistía para los veteranos, reivindicación del grupo y un «aquí no pasa nada» cuya traducción futbolística es esto que estamos viendo: el antifútbol, el no fútbol, la mentira hecha fútbol, el gran paripé desganado, el trámite despachado por jugadores desmotivados, estrellas superpagadas que tiene toda la semana para preparar esto: un tiro en 45 minutos partido tras partido. Estos meses, que tendrían que ser meses de catarsis, meses para que algún joven se echara el equipo a la espalda, están siendo los meses de un equipo de cartón piedra sin buenos ni malos, sin ganadores ni perdedores, donde huyendo del conflicto y la polémica se ha adelantado el futuro para no afrontar lo sucedido. Por eso a lo que juega el Madrid no puede llamársele fútbol, porque no lo es. Es algo que se le parece, una representación. Un equipo juega según un patrón, un estilo, un carácter. Algo. Y este fútbol de tedio, del hacer como que se juega, de la desgana y la indefinición, ha de ser también consecuencia de algo, de una determinada manera de hacer las cosas que cristaliza en estas primeras mitades de monumental aburrimiento. Las 50.000 personas que semana tras semana soportan estos partidos sin rechistar pueden soportar cualquier cosa. La operación tiene mucho de genialidad, porque todo lo que se ha escrito sobre la falta de gol en el Madrid, la falta de un 9, ahora parece una locura. Benzema roza los 30 goles y se ha convertido en el mejor rematador de cabeza de Europa. ¿Fue un sueño lo vivido esta temporada? ¿Era mentira la sensación de que faltaba un nueve como el comer? La temporada acaba con una única certeza: Benzema fue el mejor. Benzema y diez más. Así que de este año horrible sale triunfante el benzemismo, y en parte es como si nada hubiera pasado. Esta gestión de Zidane no está sirviendo para demostrar el error del club sino para darle la razón al club, tanto que hasta el proyecto que viene ya parece que va a nacer de Benzema. No de las cenizas de este año, sino de sus goles. Pero si de este año sale vencedor el benzemismo, ¿quién sale perdedor? El benzemismo se convierte en el nuevo raulismo, y sus seguidores se dedican a contabilizar goles que valen muy poco. Que no valen gran cosa. Por eso esta postemporada tiene algo de gran maquillaje, de gran artificio para extraer del año unas conclusiones retocadas. ¡Ojo a esto! Al volver del descanso Benzema marcó de cabeza tras un pase de Asensio. Era una contra al ralentí de Kroos que descolocó a un Athletic tétrico. Poco después, Benzema marcó de cabeza tras un córner. Las dos veces ganó a un tierno Yerai. No estuvo bien el portero, Herrerín, que cantó también en el tercero y último de Benzema. Herrerín, de alguna forma, se sumó al homenaje previo a Agustín Herrerín, el delegado del Madrid q.e.p.d. El Athletic volvió a decepcionar en el Bernabéu. Solo hubo un remate de Williams que Keylor paró con la tibia. En el Madrid hubo algo de vida en esos minutos. Un sombrero de Benzema, una ruleta de Asensio. Ohs turísticos en la grada. Y luego unos pocos minutos con alguna cosa de Bale (pitado hasta nueva orden) y un recorte precioso de Brahim, al que apeteció ver más. Benzema sacó su fusil y maquilló al Madrid y su estadística personal. Actualmente es el 9 del momento en Europa. Vamos a acabar el año repudiando a Jovic, a Kane y hasta a Mbappé. Como si todo hubiese sido un sueño. ¿Para qué necesitará el Madrid a nadie más teniendo a Benzema?
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