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Ona Carbonell: «Todos íbamos a muerte»

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Ona Carbonell, doble medallista olímpica y capitana del equipo español de natación sincronizada, conquistó el domingo al jurado de «MasterChef Celebrity» -y a Ferrán Adrià- en la tercera edición del concurso de TVE. Segunda quedó la actriz Paz Vega, más que digna rival, aunque con un menú menos sofisticado. O más pegado a la tierra. Esa disparidad de estilos y el hecho de que Carbonell aprendiera con ayuda de los prestigiosos hermanos Roca originó algunas críticas. Desde la productora, Shine Iberia, atajaron la polémica: «Todos los participantes se buscan la vida para tener la mejor preparación. Paz y Santiago estuvieron con Diego Guerrero, Antonia con Urrechu, Boris con un cocinero en Miami, etcétera. Lo hemos visto otros años: Saúl Craviotto -ganador de la segunda edición- se formó con Marcos Morán en Casa Gerardo... Además, la autoría del menú es 100% de Ona Carbonell. En ningún caso son platos del Celler de Can Roca», explicaron. La propia deportista añade que la práctica es habitual, aunque el Celler tiene «mucho nombre». «Saúl me dijo que estuvo casi mil días practicando con un estrella Michelin. Todos lo hicmos. Intenté aprender todo lo posible». Pese a su éxito, se sabe lejos todavía de los profesionales: «¡Madre mía!, es un campo que desconocía. El deporte es lo más duro del mundo, pero la hostelería requiere mucha exigencia, la búsqueda de la excelencia y muchas horas». Su experiencia en la natación le sirvió en el aspecto mental y psicológico. «Ayuda la competición, pero sobre todo el entrenamiento. Es la base de la sincronizada: la constancia, repetir hasta que te salga bien, no estar nunca conforme...». Pese a todo, Ona Carbonell no cree que su paso por el programa sea comparable a un Mundial o los Juegos Olímpicos, para los que se tuvo que preparar «toda la vida». «Eran nueve horas al día para jugármelo luego todo en tres minutos, pero es verdad que aquí también te enfrentas a retos siempre distintos, en este caso muy difíciles porque no era mi medio y porque la cocina es infinita». Y como en cualquier competición, también sufrió momentos bajos: «A veces sentía impotencia y no sabía cómo salir adelante. En esos casos intentaba mantener la calma, sabía estar serena. Eso me lo ha dado el deporte. Te juro que también estaba muy nerviosa, pero sin perder la serenidad». «Todos podrían haber ganado y todos íbamos a muerte», cuenta Carbonell, que por otro lado fue la participante más castigada porque estuvo envuelta en casi todas las eliminatorias, 29 de 31: «Me lo tomaba como una oportunidad. Era un estrés máximo y pasaba muchos nervios, pero luego había cocinado más, conseguía más tablas y aprendizaje». ¿De verdad no sabías ni freír un huevo? «Nada de nada. Era muy mala. Mi chico me dijo que iba a hacer el ridículo, pero los deportistas somos un tanto obsesivos y quería darlo todo». Su principal consejero fue Craviotto. «Me contó que la prueba era más bestia de lo que podía imaginar y que todo era muy real. También me aportó buenos consejos, como que intentara ir rápido». ¿A quién temía más? «¡A todos! Como en el deporte, todos son rivales. Ona Carbonell donará el dinero del premio a la Fundación Pequeño Deseo. «No soy madre, pero no hay nada peor que tener un hijo enfermo y no lo dudé a la hora de elegir».
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