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«Me da más miedo ir al supermercado que entrenar en una piscina»

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Joan Lluís Pons, bronce en el último Europeo de Glasgow 2018, nunca había estado tanto tiempo sin meterse en una piscina. «Ni cuando era infantil», reconoce en plena desesperación por ver cómo el resto de deportes van poco a poco recuperando la normalidad mientras la natación se queda atrás, castigada por la burocracia que unos días ve seguro el medio acuático y otros lo demoniza. Entre fase y fase, la piscina nacional se impacienta, pues son ya dos meses sin poder entrenar. Y eso, en un deporte como la natación, es un mundo. Una eternidad. Lo saben bien en la Federación, que estos días elevaban la voz para pedir un cambio de registro al Gobierno, pues se ven perjudicados y temen que ese retraso con respecto al resto le pase factura en los Juegos. Pons vive pendiente de un papel que le dé luz verde para tirarse al agua y es consciente de pasarán meses hasta que recupere el nivel de antes de la pandemia. «Otros atletas, mejor o peor, pueden entrenar en su casa, pero nosotros no. Nosotros, si queremos entrenar, tenemos que estar en el agua. Si le echamos tantas horas a la piscina es porque lo necesitamos y eso lo tienen que entender los políticos. Ahora era un buen momento para hacer pedagogía. Para hablar de igualdad, pero al final volvemos a darnos cuenta de que hay deportes de primera y de segunda», señala crítico el balear a ABC. Entrenar por videollamada Cuando Madrid y Barcelona pasen a la fase 1, el Gobierno tiene previsto abrir los Centros de Alto Rendimiento y permitir allí el entrenamiento de algunos nadadores, pero la medida es insuficiente a los deportistas, pues la mayoría de ellos entrenan en piscinas de su ciudad. «Lo del CAR está bien, pero solo afecta a un pequeño número de nadadores. Hay muchos medallistas nacionales que van a tardar mucho más en entrenar y solo porque no se considera al agua un medio seguro. A lo mejor, pasear al perro o ir a por tabaco conlleva más riesgos que meterse en una piscina con las medidas de higiene y seguridad que todos conocemos. Yo tengo más miedo de contagiarme cuando voy al supermercado que si pudiera entrenar», señala Pons, que confía en que el Gobierno les ayude. <blockquote class="twitter-tweet"><p lang="es" dir="ltr">No todos los DAN podremos volver a entrenar la próxima semana. Espero que el <a href="https://twitter.com/deportegob?ref_src=twsrc%5Etfw">@deportegob</a> pueda reconsiderar las medidas respecto a los deportes acuáticos en la Fase 1. <a href="https://t.co/wFT5GRWRER">https://t.co/wFT5GRWRER</a></p>&mdash; Joan Lluis Pons (@jllPons) <a href="https://twitter.com/jllPons/status/1259187168779608065?ref_src=twsrc%5Etfw">May 9, 2020</a></blockquote> <script async src="https://platform.twitter.com/widgets.js" charset="utf-8"></script> Desde el CSD confirman que están estudiando el asunto para dar una solución, aunque no es fácil, pues se juntan muchos condicionantes. En cualquier caso, hay buena voluntad y confían en que la próxima semana -tras el diálogo con las comunidades autónomas- pueda haber algún tipo de novedad positiva al respecto. Como Pons, hay otros muchos nadadores que asisten con estupor a la desescalada sin que haya avances en su deporte. Es curioso, por ejemplo, ver a las chicas del equipo de natación artística estos días, entrenando cada una desde su casa y conectadas con el resto por videollamada. Coreografía que se pierde en el aire y que es imposible sincronizar. «Es una situación extraña para todos, pero más para nosotras. No nos queda otro remedio que hacerlo así y hemos aprendido a sacar una lectura positiva de ello, no nos queda otra. Eso sí, echamos de menos la piscina y el daño que nos hace cada día que no estamos en ella es muy alto», reconoce Blanca Toledano, miembro del equipo nacional, bronce en el último Mundial. La nadadora reconoce que cuando estalló la crisis del coronavirus se encontraban en plena forma, con el preolímpico a la vuelta de la esquina, y que pasarán meses hasta que puedan retomar ese estado físico. «A nosotros nos cuesta mucho más ponernos a tono que a un atleta, por eso necesitamos volver cuanto antes», explica. Los técnicos de la federación estiman que por cada día de parón sin piscina, un deportista necesitará otros dos o tres para volver a ser el de antes de la pandemia. Lo que tras dos meses sin agua se traduce en una «pretemporada» de medio año. En esas está, por ejemplo, Mireia Belmonte, que podría saltar a la piscina el próximo lunes si se abre definitivamente el CAR de Sant Cugat. Mientras llega ese momento, Pons apela a la solidaridad del resto de deportistas. «Ellos ya tienen lo que querían y esperamos que ahora nos ayuden a que podamos entrar al agua», señala con esperanza. Una campaña para que abran las piscinas Además de la carta enviada por Fernando Carpena, presidente de la RFEN, al Consejo Superior de Deportes para pedir una solución para los deportistas acuáticos, la federación de natación ha lanzado una campaña para alzar la voz en este sentido y que se abran las pisinas. En la misma, se busca sensibilizar a las autoridades para que en la Fase 1 se puedan abrir las piscinas y espacios acuáticos para la práctica deportiva y que los deportistas puedan empezar a prepararse en las mínimas condiciones posibles de trabajo.
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