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Boris Johnson, la llamada que torpedeó la Superliga

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La Superliga, un proyecto que agoniza solo tres días después del anuncio de su nacimiento, se manejó con sigilo y en un círculo cerrado para evitar filtraciones, y personajes de máxima relevancia en los clubes 'fundadores' no llegaron a enterarse de que el pasado domingo era el día de la presentación oficial. Es el caso de Paolo Maldini, director deportivo del Milán, que este miércoles ha afirmado que «nunca he estado involucrado en esas negociaciones. Se decide a niveles más altos. Me enteré el domingo por la noche, como el resto, pero eso no me exime de pedir disculpas al aficionado que se haya sentido traicionado». No hubo filtraciones, se evitaron informaciones antes de tiempo, y el domingo saltó la bomba al hacerse oficial que una docena de equipos se unían para crear una Superliga europea, una alternativa a la actual Champions League. Tres equipos italianos, tres españoles y seis ingleses embarcados en un mismo proyecto que comenzó a zozobrar apenas un día después. No por las fuertes presiones de la UEFA ni de la FIFA contra esa docena de equipos. Una llamada del Gobierno inglés a los «rebeldes» de la Premier (Chelsea, Manchester City, Liverpool, Manchester United, Tottenham y Arsenal) cambió el guión previsto y acabó provocando la desbandada de los 'rebeldes'. La presión de los aficionados, como se pudo ver el martes en los exteriores del estadio del Chelsea a la llegada del autobús del equipo, hizo reflexionar a los dirigentes de los seis clubes que se habían sumado a la Superliga, pero el movimiento definitivo en el tablero de ajedrez del fútbol europeo lo protagonizó el Gobierno de Boris Johnson con sus advertencias. Amenazas que acabaron socavando la moral de los equipos de la Premier que pretendían abandonar la Champions League para sumarse al proyecto liderado por Florentino Pérez. En un país donde los aficionados prefieren ganar la liga inglesa que la Champions, la Superliga fue vista por el Gobierno inglés como una amenaza para el poderío y la competitividad de la Premier, por lo que Boris Johnson se mojó en defensa de su fútbol y descolgó el teléfono. Consciente de que legalmente no podía hacer nada para frenar la competición, el primer ministro advirtió a los equipos rebeldes de la posibilidad, a través del Brexit, de endurecer la normativa para poder fichar jugadores extranjeros. Un aviso que puso en guardia a los clubes 'rebeldes' ante la posibilidad de ver mermado el potencial de sus plantilla. Pero Boris Johnson fue más lejos y también amenazó con implantar en Inglaterra una regla similar a la del 50+1 que reina en Alemania, una norma que deja en poder de los aficionados la última decisión en sus clubes. Ante la posibilidad de que vieran mermada su capacidad de decisión en las entidades en las que invierten mucho dinero, los propietarios de los seis grandes clubes de la Premier acabaron bajándose a última hora del martes del proyecto de la Superliga. La creciente presión de los aficionados también ayudó a ello y el proyecto de Florentino Pérez ha embarrancado aunque el presidente del Real Madrid sigue pensando en una reformulación.
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