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Una Semana Santa diferente por Candelario [01-04/04/21] (5 respuestas)

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Llegaba la Semana Santa y dentro de Castilla y León tampoco teníamos muchas opciones de buscar nieve. Está la Palentina (Aunque con importantes porteos), San Isidro (con precios de alojamientos al nivel de Baqueira o más) y la zona de la Sierra de Candelario, que no conocíamos y nos apetecía descubrir. Así que tras una rápida búsqueda (el mismo domingo 28, ya que no teníamos nada clara la movilidad interprovincial...) y unas conversaciones con el forero Uno del centro que nos sugirió rutas para hacer, decidimos liarnos la manta a la cabeza y explorar la zona.

Llegamos el jueves a mediodía a Candelario (precioso pueblo), hicimos registro telemático en el apartamento (qué inventos), dejamos las cosas y nos fuimos de cabeza a patear. La primera ruta era la de la cascada de la Mangá, de ahí a La Dehesa, embalse de Navamuño y vuelta, una rutilla corta de unos 10 km que partía desde el mismo pueblo, poco exigente después del viaje.

Al poco de salir nos encontramos ya el objetivo de la ruta, la cascada de la Mangá



Bea iniciando su yoga en las montañas



Llegamos al embalse de Navamuño, dedicado al abastecimiento de Béjar y a producción hidroeléctrica



Volviendo hacia Candelario, cruzamos el río Cuerpo de Hombre



Y dedicamos el final de la tarde a pasear por las calles del pueblo, donde un paisano (Benito) que paraba por la plaza nos contó historias de Candelario, de sus chacinas, regaderas, batipuertas y de ibéricos en general. También nos indicó el punto óptimo para hacer la foto, con la calle principal y los Canalizos al fondo en la montaña.



Tras confirmar con Cotoback (que había estado el jueves por allí con los esquís) que se podía arrancar directamente desde La Covatilla, nos acercamos a intentar esquiar. El día amaneció lluvioso, por lo que esperamos a ver si escampaba y a las 12 que las nubes nos dieron una buena tregua aparcamos en la estación. Empezamos con los esquís puestos, hacemos un poco de agroesquí (no podía faltar)



Subimos por la pista Las Cimeras. Nos tuvimos que quitar los esquís durante unos 100 metros (ni con agroesquí era viable), pero una vez pasado ese tramo había continuidad. Lo que no tuvo continuidad fue la tregua de la lluvia, que nos sacudió a mitad de subida, así que capucha y a seguir.



A pesar de lluvias y nieblas, estábamos contentos, no hay que dejar pasar ninguna oportunidad, y hay que disfrutar del momento.



Llegamos al Canchal Negro, nuestra idea era tirar hacia el Calvitero, pero la nula visibilidad y el desconocimiento de la zona nos hicieron desistir para no transformar la aventura en desventura. Nos subimos a las rocas (complicado con botas de esquí)



Quitamos las focas, nos helamos de frío las manos (por subirnos a las rocas) y para abajo. Decidimos no arriesgar y bajar por pistas para no perdernos. Según bajamos, los pisteros estaban ya desmontando balizas. Se pone a nevar, nieve muy húmeda y pesada que nos hace bajar Las Serenitas casi sin hacer giros. Poco después ya en El Regajo de Las Mulas (que estaba cerrada porque no se podía llegar esquiando hasta la silla) la nieve mejoró mucho y disfrutamos de la bajada



Un pequeño GIF de parte de la bajada, con Bea gozando



Y contentos por haber podido esquiar recogimos los trastos (probablemente para guardarlos ya hasta la próxima temporada, salvo que nos permitan movernos...) y de vuelta a Candelario.

Para el sábado teníamos prevista la ascensión a Peña Negra, una roca particular en el límite entre Castilla y León y Extremadura. Para hacerla más variada, en lugar de volver por el camino habitual y siguiendo las indicaciones de Uno del centro, bajaríamos hacia Cantagallo, de ahí a Béjar y vuelta a Candelario.

Sin madrugar mucho (más bien todo lo contrario) arrancamos en dirección a la Peña. Descendemos desde el pueblo de forma abrupta hasta el río, pasando al lado de la antigua central hidroeléctrica de La Abeja, hoy en desuso. El río baja con fuerza



Atravesamos paisajes variados, pistas, senderos, bosques, campos de ganado... un terreno muy variado y entretenido. La ascensión no se hace dura, si bien no da respiro. Se suben unos 700 metros de desnivel en 6 km. Al salir del bosque las vistas sobre la Sierra de Candelario y el embalse de Navamuño son espectaculares



Los bolones graníticos se prestan a hacer fotos simpáticas



Y los prados bajo la misma peña, a hacer posturas de yoga.



Coronamos, con las nubes amenazando... aunque no nos llegaron a pillar. Nos subimos hasta el mismo hito, pero soplaba el viento y no había mucho sitio para hacerse fotos.



De bajada hacia Cantagallo nos encontramos con más bloques de granito, así que combinamos la fotogenia de la roca con la luz del sol y una natarajasana (creo) y obtenemos esta foto. A mí me parece bonita...



Un poco más abajo me encuentro a unos simpáticos congéneres, uno de ellos parece que encontraba mi codo apetitoso. Me costó convencerlo de que no era así...



Seguimos camino, internándonos en el bosque de nuevo, metiendo la pata (literal) en el barro y teniendo que meterme luego en el río a limpiarme. Bordemaos Béjar, pasamos por La Ancianita (la plaza de toros más antigua de España)



Y tras 25 kilómetros llegamos de vuelta a Candelario.



El domingo lo dedicamos a abastecernos de ibéricos y de vuelta a casa, tras unas vacaciones muy bien aprovechadas.
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