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Miguel Rubio: La época de Velasco, comparada con la de ahora, es un paraíso democrático”

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Textos de Miguel Rubio y de/sobre el Grupo Cultural Yuyachkani en la revista Conjunto (selección, prólogo y notas de Vivian Martínez Tabares) es un librazo, publicado por Casa de las Américas y la Escuela Nacional Superior de Arte Dramático “Guillermo Ugarte Chamorro” (ENSAD), que reúne artículos y ensayos sobre Yuyachkani publicados entre 1976 y 2024 en la revista cubana Conjunto, especializada en teatro latinoamericano. Edmundo Torres: las manos que danzan es una imprescindible exposición en el CCPUCP que recorre la trayectoria del artista Edmundo Torres, en la que podemos apreciar más de 80 piezas de su creación (esculturas, máscaras, atuendos, instalación y video), que nos revelan no solo la calidad de artista que es Torres, sino también su estrecha relación con Yuyachkani. Esta exposición va hasta el 6 de julio y Miguel Rubio Zapata es su curador. DES-CONOCIDO es la última obra de Yuyachkani, la cual podrá verse en la Alianza Francesa de Lima del 29 de mayo hasta el 14 de junio. DES-CONOCIDO es un unipersonal de Julián Vargas con la dirección de Miguel Rubio Zapata.

Libro, exposición y obra de teatro. Tres sólidas manifestaciones culturales que tienen al Grupo Cultural Yuyachkani como eje central. No sorprende, si hay un grupo cultural acostumbrado a decir cosas en tiempos difíciles, ese no es otro que Yuyachkani y el contexto actual no es la excepción. La República conversa con Miguel Rubio Zapata, director, dramaturgo, profesor, escritor, investigador y fundador en 1971, con Teresa Ralli, de Yuyachkani.

-Ustedes siempre han sido activos. Pero en estas últimas semanas hay varias cosas alrededor de Yuyachkani.

-¿Será que estamos corriendo con el paso del tiempo? Yo creo que es una feliz coincidencia. En 54 años de vida hemos pasado muchos momentos difíciles y este no es un momento menos difícil, pero creo que es interesante porque las alertas del trabajo creativo como que se agudizan en tiempos así.

-Yuyachkani no es una excepción.

-No, no es una cosa que solo nos pasa a nosotros. Los artistas están produciendo en circunstancias adversas. Pienso en quienes hacen cine y su situación adversa, hacemos nuestro también el problema de la censura.

-Hoy la censura a la cultura es más sofisticada.

-Quitar recursos al cine es también una manera de censurar, por supuesto. Los fondos concursables para el teatro en el Ministerio de Cultura se han reducido drásticamente, muchos grupos tenemos que concursar para unos fondos muy básicos. Además, para presentarse en el Gran Teatro Nacional piden ahora requisitos que antes no. Ahora hay una coacción a la libertad artística. Ni en la época de Velasco. La época de Velasco, comparada con la de ahora, es un paraíso democrático. Entonces, si no hubiera ese ímpetu, ese espíritu, esa memoria que está viva en los grupos y en los creadores, yo creo que sería algo más difícil. No es una virtud solo de Yuyachkani. Susana Baca está dando un ejemplo maravilloso después de haber pasado por un momento muy difícil, también están los que hacen performance, arte visual, arte amazónico. Estamos en un periodo de gran productividad.

-Pese a un contexto desalentador.

-Es una respuesta al gran contexto. No solo es resistencia, es resistencia activa. Es resistencia y propuesta. Es diferente a decir resistimos, como si dijéramos aguantamos la cosa, que no nos caiga encima. Resistimos y proponemos con lo que tenemos. Eso es algo importante que hay que señalar.

-En el libro que reúne los artículos sobre Yuyachkani publicados en la revista Conjunto, es notoria la tensión que ha existido en el grupo entre lo popular y lo académico. Pero esta tensión parte de lo social y ese es un factor presente en la toda la historia de Yuyachkani. ¿Creíste que sería así en sus inicios o es algo que se fue dando y acomodando en el tiempo?

-Mucha gente nos ha preguntado cómo es que llevamos juntos tanto tiempo. Como dice Teresa Ralli: somos aprendices con experiencia. Esa vocación, esas ganas de aprender y seguir investigando, no la hemos dejado porque esa ha sido nuestra fuente. Nosotros llegamos a la música, al vestuario, a la máscara, por el mundo de afuera. Cuando digo mundo de afuera, digo la calle, el barrio, el ir a las comunidades y descubrir el Perú con todo ese potencial, a repensar el teatro desde ese lugar. Y hay un conocimiento que es el que intentamos ahora organizar, sistematizar, confesar la vida como diría el poeta, desde lo que significa reflexionar desde la experiencia. Y es un momento interesante cuando esto se encuentra con la academia. En mi época de estudiante, no había el nivel de oferta académica que hay ahora. Un joven de 18 años que quiere empezar a hacer teatro tiene ahora muchas condiciones de información a la mano y no solamente de lo que pasa en Perú, sino también en el mundo. Pero son como lugares distintos de enunciación. La experiencia te obliga a que tú generes pensamientos desde la práctica porque la experiencia te exige. Por ejemplo, nosotros llegamos a la música en el teatro porque cuando llegábamos a una comunidad teníamos que decir ya hemos llegado y teníamos que hacer presencia sonora. Entonces, esa presencia sonora se convirtió más adelante en música y en la necesidad de que los actores y las actrices aprendan a tocar instrumentos. Desde la academia ese mismo pensamiento sería visto desde otro lugar, digamos desde la multiplicidad de la formación.

"DES-CONOCIDO". Foto: Miguel Villafañe.

-Yuyachkani genera distintos acercamientos. Hace unos días estuve viendo la muestra de Edmundo Torres en el CCPUCP y se percibía un humor o una ironía en las piezas, en especial en las máscaras. El humor es clave en Yuyachkani.

-En la exposición de Edmundo está la danza del Machu Tusuy (danza de los viejos). Aquí tienes la primera máscara que hicimos, es Armando Villanueva en la época de la asamblea constituyente. Cuando se lanza la asamblea constituyente, salimos a las calles con esa danza, que es una danza tradicional que satiriza al viejo hispano, y usamos máscaras de personajes de la época, como Bedoya, Belaúnde, Morales Bermúdez y otros, tomados de las caricaturas de ese tiempo. Ya existía Carlín, felizmente. Dialogábamos con la tradición, pero desde los desafíos contemporáneos.

-Tu generación vivió un contexto que parecía una película.

-Mayo del 68, Vietnam, la Revolución cubana. Había una convulsión mundial, pero esperanzadora al cambio. Sentíamos que teníamos que poner nuestro trabajo al servicio del cambio social. Mucha agua ha corrido tras 54 años y he visto de todo. Lo que sí estoy viendo es que hay muchos jóvenes artistas produciendo y siento que no tengo nada que decirles. Hay una gran producción en el interior del país, miremos Cusco y Ayacucho, por ejemplo. Aquí en Lima, hay que prestar atención al movimiento de teatro que tenemos en Villa El Salvador. En el arte que se hace ahora hay una crítica decidida a la situación política que estamos viviendo. Nadie se resiste a llamar las cosas por su nombre.

-¿Sienten que están en una misión? Ustedes ya quedaron en la historia.

-Nosotros hemos hecho lo que nos tocó. Sé que mi generación estuvo en el poder y que mi generación fracasó también. Mi generación no estuvo a la altura, entonces veo con mucho interés lo que producen los jóvenes ahora. Me interesa muchísimo ver la creación desde ese lugar también. Y nosotros, como grupo, ahora estamos conscientes de que nuestra tarea fundamental es la pedagógica. No digo que vamos a dejar de crear, no hemos dejado de crear, pero el acento fundamental hoy son los talleres, son los laboratorios internos, son los laboratorios que hacemos hacia afuera. Este libro es producto de eso, por ejemplo.

Publicación de Casa de las Américas y ENSAD. Imagen: Difusión.

-Noto desazón cuando hablas de generación.

-Mi generación fue muy rígida, no tenía la mirada integradora de hoy. Lo que aportan las mujeres al pensamiento social ahora es muy importante. No pasa por tomar el poder, sino por cambiar la vida desde sus relaciones cotidianas, desde el día a día. En mi generación, las mujeres eran las secretarias, las que hacían las tareas domésticas. Esa manera es impensada ahora.

-¿Sin qué no te explicas Yuyachkani?

-No me explico Yuyachkani sin la calle. Cuando se habla de la teatralidad expandida, por ejemplo, no es que el teatro sale de afuera, sino que el teatro se mete a la casa, se mete a la sala. Entonces esos personajes invisibilizados reclaman protagonismo y vienen con todo. Vienen con su memoria, vienen con esas nuevas historias que han sido silenciadas y que no han sido tratadas de manera suficiente.

-Julián Vargas es un miembro histórico de Yuyachkani. Su unipersonal DES-CONOCIDO aborda un tópico silenciado: la salud mental.

-Julián hizo un taller en el Larco Herrera en la época de la pandemia y lo entrecruza con su propia condición. Desde ese lugar, desde los testimonios que recoge y desde pensar también qué significa para un actor, se ha creado una situación ambigua autorreferencial en donde la tensión entre el documento y el acontecimiento verdadero con lo ficcional están mezclados con la finalidad de llamar la atención sobre el abandono de la salud mental.

-Hay una actualidad.

-Es actual en la medida en que lo estamos mirando, pero yo creo que siempre ha existido como una cosa marginal, como que de eso no se habla. A los locos se los esconde. A los pacientes o a la gente abandonada en la calle los botaban a 50, 100 kilómetros para que regresen caminando.

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