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Velarde, Jovellanos y Goya

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Se nos ha muerto el profesor Juan Velarde. Escribo estas líneas desde el conocimiento, el afecto y el agradecimiento, ya que fui alumna suya de Ciencias Económicas y Empresarialesen ICADE (Universidad Pontificia de Comillas de Madrid), allá por el año 1986.Para mí, ha sido desde entonces y seguirá siendo siempre «el Profesor». Tuvo una vida fructífera hasta el final, una vida profesionalrepleta de títulos, premios, libros, artículos y clases magistrales en numerosas universidades, muchas de las cuales le distinguieron con el doctorado honoris causa. Nacido en Salas, Asturias, en 1927, fue catedrático, académico y premio Príncipe de Asturias de Ciencias Sociales. Profesor de economía durante 75 años, comenzó sustituyendo al abogado José Antonio Primo de Rivera como ayudante de cátedra de Luis de Olariaga Pujana. El catedrático Juan Velarde Fuertes era el decano de los economistas y el académico más longevo de todas las academias de España desde que se fundaron.De su trayectoria ya se ha dicho todo, su currículum ya lo ha desgranado la prensa. Con el profesor Velarde se muere una generación, un pequeño grupo de economistas que impulsaron y ayudaron, con el Plan de Estabilización de 1959, a la modernización de la maltrecha economía de España después de haber superado una terrible guerra civil. Vivió la guerra, el antiguo régimen, la Transición y la actual democracia. Hasta se sentía cómodo en esta época porque lo importante para él era estar por encima de las trifulcas partidistas; estaba en otra esfera. Lo esencialpara él era hacer las cosas bien y apartar los lugares comunes. Las ideas eran fundamentales. Y demostró en multitud de ocasiones que era un científico y un intelectualque funcionaba con sentido común. Como muestra de su carácter y su generosidad, voy a relatar una pequeña historia que me refirió él mismo hace unos años en su despacho como presidente de la Real Academia de Ciencias Morales y Políticas en la Torre de Lujanes de Madrid. A principios de los años setenta del siglo pasado, el profesor vio expuesto el famoso retrato de Jovellanos, de Goya, en el escaparate de una tienda de material de bellas artes junto al Teatro de la Zarzuela. Se lo comentó a su compañero y amigoel catedrático y académico Enrique Fuentes Quintana, y ambos decidieron hablar con el entonces ministro de Hacienda, Alberto Monreal Luque (antiguo alumno del profesor), para que viera la posibilidad de comprarlo para el Estado. Monreal Luque les preguntó quequé interés tenían en ello y, ofendidos por la pregunta, Velarde y Fuentes Quintana se marcharon. En esa época, el profesor Velarde era secretario general de Planificación y Desarrollo, con Cruz Martínez Esteruelas de ministro de Planificación y Desarrollo. En 1973, se produjo el asesinato del presidente del Gobierno,Luis Carrero Blanco, hecho que provocó una crisis política. Una mañana, mientras el profesor Velarde despachaba con Fuentes Quintana, le llamó el ministro para decirle que se eliminaba el Ministerio de Planificación y Desarrollo, que se iba a Educación y que lo quería con él. El profesor le contestó que no, puesto que el ministro de Presidencia le había ofrecido la dirección del Instituto de Estudios Políticos. No obstante, en ese momento se acordó del cuadro de Jovellanos, así que le dijo: «Si compras para el Prado el cuadro, me voy contigo de secretario general técnico al Ministerio de Educación», a pesar de los problemas universitarios existentes entonces. Fuentes le tachó de majadero y se extrañó de tanto interés, ya que se había hecho a la idea del buen trabajo que podían realizar juntos en el Instituto. El ministro habló con el director general de Bellas Artes, Florentino Pérez-Embid Tello, que pidió precios y, al ver que era asumible, el Museo del Prado compró el lienzo.Estando ya el cuadro en el departamento de restauración del Prado, Pérez-Embid llamó al profesor Velarde para ir juntos al museo a verlo antes que el propio ministro. Y así es como el economista Juan Velarde Fuertes logró que el lienzo «Gaspar Melchor Jovellanos» acabase colgado en el principal museo español. Yo tengo con él una importante deuda personal, ya que me permitió sacar a la luz algo importante: la relación Madrid-Cataluña desde un punto de vista distinto al tradicionalmente existente. Me abrió los ojos sobre el hecho de que Madrid no ha sido nunca una ciudad casposa, ni siquiera en el siglo XIX, ni todos los liberales eran masones anticlericales, sino que también había liberales cristianos. El profesor me animóe impulsóa escribir un libro sobre el comercio decimonónico en Madrid que ha contribuido a romper esa dicotomía entre un Madrid liberal frente a una Barcelona proteccionista. Ahora se ha ido por la puerta grande. Descanse en paz. SOBRE EL AUTOR Silvia Baschwitz Rubio Economista y alumna del profesor Velarde en ICADE

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