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La nueva generación que combate el blanqueo de ETA

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El 10 de enero se cumplirán 40 años desde que la banda terrorista ETA atravesara con varias ráfagas de plomo los cristales del coche de Jesús Velasco, comandante de Caballería y jefe de los Miñones de Álava en presencia de dos de sus cuatro hijas. Su viuda, Ana María Vidal Abarca –fallecida hace cuatro años–, transformó su dolor en coraje y junto a Isabel O’Shea y Sonsoles Álvarez de Toledo fundó la Asociación de Víctimas del Terrorismo (AVT). También convirtió a las mujeres de su familia en una generación de heroínas que no se callan ante la indignidad y la injusticia.

Casilda Chico Velasco tiene 30 años. Hija de Begoña Velasco –quien presenció con 15 años cómo asesinaban a su padre–; nieta de Vidal Abarca, alzó la voz el pasado martes ante la afrenta de la Universidad del País Vasco (UPV), en Vitoria, donde uno de los asesinos de su abuelo Jesús; José Ramón López Abetxuko, daba una conferencia a los estudiantes. «Nos estamos volviendo locos. ¿Qué tiene que enseñar a los jóvenes alguien que ha cometido un asesinato del que no se arrepiente?». «Por su culpa yo no conocí a mi abuelo», dijo a las puertas de la universidad. Estudió Administración y Dirección de Empresas y destaca que a su facultad iban a dar charlas emprendedores, catedráticos... pero nunca terroristas. Ese día, no esperó a que el etarra terminara su discurso, prefirió marcharse antes para no cruzarse con sus pasos. «Llegué muy motivada, pero una vez que leí se me puso un nudo en el estómago», recuerda. Lamenta que «al final, la gente mira para otro lado, quiere vivir cómoda y no exponerse». Sin embargo, a Casilda le educaron para «no darse por vencida, luchar y no conformarse». Pidió vacaciones en el trabajo para poder acompañar a su madre y a su tía porque «para ellas es muy doloroso».

Casilda Chico en brazos de su abuela
Casilda Chico en brazos de su abuela

La frase que más repite es «para ser honesta» junto con «España» y «abuela».

Fue en un campamento de verano cuando, una de sus primas, hija de Ana Velasco, comentó: «Al abuelo lo mataron». Casilda dice que se quedó en shock, porque no tenía información sobre ello. En ese momento empezó a investigar por su cuenta y fue uniendo cabos: recopiló recortes de periódicos que había por casa, revistas y una imagen de su «abu Ana» en la que salía abrazando el ataúd de su abuelo. El titular reflejaba que tenía una abuela coraje y que aún en su dolor gritó sin miedo: «¡Viva España!». Entonces Casilda buscó por Internet qué era ETA y qué era la independencia vasca. Llegó a una conclusión: «A mi abuelo lo asesinaron por querer a España y su unidad, por no dejarse chantajear».

Dice que se siente muy vasca por sus orígenes, que le encanta Madrid, y que le chifa el sur, donde veranea. «¡No entiendo por qué no es compatible!». «Me educaron en la tolerancia absoluta, en unos principios católicos, muy familiares y de respeto. Con lo duro que ha sido en mi caso, no me transmitieron odio ni rencor, simplemente justicia, y no quedarnos callados».

¿Ha sentido miedo alguna vez? «Si mi abuela a lo largo de toda su vida defendió a las víctimas, con la voz bien alta, en el momento más complicado, su ejemplo es mi inspiración para nunca tener miedo y defender lo que es justo: la paz, la unidad y el respeto». No solo inspiró a sus cuatro hijas, sino que dejó su legado también en sus nietos.

¿Cómo era ella? «La recuerdo en su faceta de abuela todoterreno. Tengo muchos recuerdos de ella y también de su faceta pública. La recuerdo como una persona divertida, familiar, transparente, cercana. Una abuela en vaqueros. Era el sentido común». Asegura que los mejores consejos se los dio ella. «Nos forjó un carácter que nos hace que queramos parecernos a ella». Ahora, cuando tiene que tomar una decisión o se ha enfadado con alguien, Casilda piensa qué haría su «abu Ana» y «actúo como creo que lo haría ella».

Ahora, Casilda espera un bebé al que llamará Iñigo. Dice que sale de cuentas el 11 de marzo y aún no sabe cómo le contará a su hijo lo que ocurrió en España y el asesinato de su abuelo. «Supongo que lo iré contando ligado a la historia de mi abuela, que un domingo estaba en misa, el lunes venía a recogernos y el día que mis padres se iban de viaje venía a casa y cenábamos tostadas con mermelada». «Quiero transmitirle la heroína que fue». Destaca que es «triste recordar» porque tampoco los tiempos y la historia están con las víctimas. «No existe firmeza con los presos de la banda y aún no hemos logrado quitarles de las instituciones».

Ana María Vidal Abarca con sus nietos
Ana María Vidal Abarca con sus nietos

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En los tiempos en los que Bildu se sienta a negociar presupuestos con el PSOE, vota en Pamplona y Bilbao por el fin de la dispersión ¿cree que se les está blanqueando? «Absolutamente, se está dejando atrás a las víctimas. ETA dejó las armas, pero se quiere borrar una parte de la historia que es fundamental. Me entristece que un partido como el PSOE esté vendiéndose a cualquier precio por hacer gobierno». También cree que el PNV ha lanzado el órdago a Sánchez porque «cuanto más pidan más van a conseguir». «No podemos dejarnos chantajear por los partidos que quieren destruir España».

La nieta de Ana María Vidal Abarca apenas sube ya por el País Vasco. «Voy dos veces al año» y asegura que no le sorprendería nada en unos cuantos ver a Otegi de Lendakari. «Podría ser, perfectamente. Veo al nacionalismo más fuerte que nunca. Para mí el nacionalismo es un problema de adoctrinamiento que viene generado por la economía, por no querer ceder parte de su dinero a las zonas más pobres» y lamenta que la sociedad esté más preocupada por los problemas de fuera, por los discursos de Greta Thunberg que por lo que está pasando en su país. «Vamos a luchar en todos los frentes y no mirar para otro lado con lo que ocurre en nuestro país», destaca.

Dice que, en su entorno, no ve odio y que ha recibido muchos mensajes de apoyo después de sus palabras del martes. Sin embargo «se te cae el alma a los pies cuando ves que la gente de la charla del otro día eran más de cien, más otras personas que habían ido a apoyarlo».

A la nieta de Vidal Abarca le preocupa cómo se quiere tergiversar la historia, la real, la que vivió su familia y casi mil asesinados por ETA; la que narran las calles de Vitoria, a su paso hacia la universidad vasca (UPV) donde, en cada rincón en tinta invisible recuerda la memoria ese «aquí fue asesinado...».«El presidente del Gobierno será una persona de mi generación y tienen que conocer la historia como fue. Animaría a los jóvenes a que estudien, se interesen por lo que pasó. Tenemos que formarnos». Asegura que «no es una batalla de relatos, es un hecho objetivo donde no hay doble cara. Mataron y hay más de 300 crímenes sin resolver». Y advierte del abandono a las víctimas. «Si cada vez somos menos los que ponemos voz, caerá en el olvido. Yo me comprometo a ponerles voz hasta el día del juicio final en lo que pueda».

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