Salud!
Se alzan las copas, se estiran los abrazos, se elevan las plegarias, se chocan los recuerdos, se olvidan las ofensas, se profundizan los afectos. Cada fin de año es el momento de una saludable tregua para aliviar tensiones y soñar con un mundo mejor. Con la esperanza de que ese sueño dure mucho mas que el suspiro de cada año nuevo, saludamos a todos uds, a nuestros queridos amigos que cada día nos ayudan a construir este espacio de rugby.
Y, como cada fin de año, nos despedimos con el Brindis ovalado que alguna vez escribió nuestro amigo Ricardo S.
Felicidades para todos!
Daniel Dionisi y Nicolás Casanova.
BRINDIS
En un final de año en el que todo parece que termina, pero todo vuelve a comenzar, les proponemos un brindis:
Por las mujeres, las que van a ver jugar rugby a sus hijos, novios, candidatos o maridos y que, como madres permisivas, aprueban que sus hombres-niños se porten como salvajes durante un rato los fines de semana, sin expresar su angustia cuando el suyo se golpea (porque le han dicho que el rugby es un deporte muy seguro), ni pretender un lugar en la barra del pub cuando llega el momento de hablar de un juego de hombres; que durante el partido venden cheesecakes pro-gira a Nueva Zelanda o pastafrolas pro-agua caliente en los vestuarios… ¡Salud!
Por ese rugbier postergado que apenas entró un par de veces como sustituto en la Intermedia; que sus mejores partidos los jugó soñando despierto, y que llega al club todos los sábados a las 10:30, bolso en mano, para ver si queda un lugar en la Pre “C” y jugar de lo que sea, sentirse Richie McCaw por un rato y comprobar, así, que en el rugby hay lugar para todos… ¡Salud!
Por los forwards, que se hacen llamar pack (jauría) hasta que transpirados, resoplando, sin aire ni piernas, van perdiendo la ferocidad del lobo. Con el sindicato de las primeras líneas que dice poseer el secreto alquímico del rugby esencial; con las torres de la segunda línea que ven pasar la pelota sobre sus cabezas en cada lineout; con los alas, psicópatas especialistas en tacklear a destiempo al apertura contrario, y el octavo, el único que se nombra por su número, especie de nowhere man que siempre quiso jugar de back… ¡Salud!
Por los árbitros, verdaderos jueces de última instancia de un juego en el que las reglas se llaman “leyes”; que conocen sus mil y una interpretaciones aunque “no discutirás con el réferi” es la principal; que a veces pueden cambiar de parecer, y en medio de una explicación paternal lo piensan mejor y te mandan al sin-bin; que hablan, hablan y hablan más que los dos medio-scrums juntos pero que, sin ellos, tampoco sería posible jugar… ¡Salud!
Por los seguidores de Periodismo-Rugby, los jugadores y los veteranos; los chicos de la elite, los nacionales y populares, los snobs; los racionales, los pasionales, los doctorales, los historiadores y los cronistas; los chicaneros, los punks, los posmo y los trolls; los amateurs y los profesionales; los que leen y no escriben, los que escriben y no leen y los que saben más de lo que escriben; los porteños, los del interior, los del exterior, los old-boys y los newcomers… ¡Salud!
Y por los que partieron de gira y que ahora, allá, deben estar organizando un tercer tiempo de aquéllos, mientras el eterno William, haciendo gala de una gran indiferencia por las reglas del football que se jugaba en aquellos tiempos, les muestra cómo tomó la pelota con las manos y corrió con ella para apoyar el primer try de la historia en el Close de Rugby School, en Warwickshire… ¡Salud!
Richard S
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