Noticias

Se derrumba un mito: la IA solo puede reemplazar el 2,5% de los trabajos remotos Leo Piccioli

0 4

¿Cuál es la probabilidad de que tu jefe o cliente esté pensando -o vaya a pensar- en automatizarte? 90%

¿Cuál es si trabajás remoto? 99%

Pero, ¿cuál es la probabilidad de que una IA pueda hacer tu trabajo entero? La respuesta concreta, más adelante.

Esta semana se publicó el Remote Labor Index, el primer benchmark que mide la capacidad de automatización de la inteligencia artificial (IA) en condiciones reales de trabajo. El estudio tomó 240 proyectos reales de freelancers verificados en Upwork, con briefs, archivos y entregables que clientes pagaron entre 200 y 22.500 dólares.

Los investigadores del Center for AI Safety y Scale AI entregaron esos proyectos a los modelos más avanzados disponibles: GPT-5, Claude Sonnet 4.5, Gemini 2.5 Pro y Grok 4. La instrucción fue simple: completar el trabajo como lo haría un profesional humano.

El resultado: solo 2,5% de los proyectos alcanzaron el estándar esperado.

La cifra derrumba el mito de la automatización inminente. Pero también revela algo más inquietante.

El problema no es hoy, es mañana

Los datos del estudio muestran que los modelos están mejorando gradualmente. Hace un año, GPT-4 era lo mejor. Hoy ya fue superado por múltiples generaciones de modelos más capaces, más rápidos y más precisos.

Hace unos días, Tesla compartió en X, "Los humanos no van a manejar mejor, pero el Full Self-Driving avanza sin parar". Traducido al mercado laboral: los profesionales tendemos a estancarnos, mientras la tecnología no para.

La pregunta entonces no es si la IA va a poder hacer tu trabajo. La pregunta es cuándo. Y qué vas a hacer mientras tanto.

Siete acciones para líderes y profesionales

El estudio del Remote Labor Index no solo cuantifica el problema. También revela patrones sobre dónde falla la IA y qué habilidades siguen siendo exclusivamente humanas. De esos patrones emergen siete acciones concretas.

1. Bajar el miedo inflado

El miedo a la automatización se convirtió en una industria. Consultores que venden cursos de supervivencia, gurús que prometen salvación tecnológica, medios que titulan catástrofes laborales porque el clickbait vende.

Ese 2,5% los hace innecesarios. No significa relajarse. Significa respirar. Pensar. Actuar desde la estrategia, no desde el pánico. El miedo paraliza. La información libera.

Que la IA se robe tu trabajo, un miedo "inflado" en la actualidad.

2. Ser protagonistas de la tecnología

Esta una elección binaria: ser víctima de la IA o ser protagonista con la IA.

El que es víctima espera. Espera a que su jefe decida. Espera a que la empresa implemente. Espera a que alguien le diga qué hacer. Mientras espera, la película avanza.

El protagonista prueba, rompe, aprende. Usa la IA para hacer en una hora lo que antes le llevaba un día. Y con el tiempo que le sobra, hace lo que la IA no puede: pensar, decidir, crear valor.

3. Eliminar tareas repetitivas

Toda tarea repetitiva puede automatizarse. Lo expliqué a fondo en "Sé tu propio CEO" y es cada vez más cierto. Pero ahora es más urgente. Porque si uno no automatiza sus tareas repetitivas, alguien más lo va a hacer. Y ese alguien puede ser el jefe, el cliente o la competencia.

¿Cómo? Primero, eliminar lo que no genera valor. Esa reunión semanal que no sirve. Ese reporte que nadie lee. Ese proceso que existe porque "siempre se hizo así".

Segundo, automatizar lo que se puede automatizar. Ese mail que se manda diez veces por semana. Ese Excel que se actualiza todos los lunes. Esa tarea que lleva 30 minutos y que una IA puede hacer en 30 segundos.

Tercero, tercerizar lo que no se puede automatizar pero tampoco tiene que hacer uno mismo. Que lo haga el más eficiente.

Es el algoritmo EAT: Eliminar, Automatizar, Tercerizar. Con el tiempo que sobra, hacer lo que importa: pensar, decidir, crear.

4. Enfocarse en lo que genera el trabajo

El estudio muestra que la IA puede completar tareas aisladas. Puede escribir un texto, generar una imagen, analizar datos. Pero el valor no está en la tarea. El valor está en lo que esa tarea genera en el cliente.

Un diseñador no vende un logo. Vende identidad, diferenciación, confianza. Un copywriter no vende palabras. Vende conversión, engagement, ventas. Un analista no vende números. Vende decisiones, claridad, estrategia.

La IA puede completar tareas, pero no puede entender qué necesita el cliente. No puede leer entre líneas. No puede anticipar problemas. No puede generar confianza. Eso lo hace el profesional.

La pregunta entonces no es "qué hago". La pregunta es "qué genera lo que hago". Y si no hay respuesta clara, hay un problema.

5. Actuar hoy, no mañana

Ese 2,5% de hoy no es una verdad eterna. Es un fotograma en una película que avanza a una velocidad que nadie controla. Cada modelo nuevo es mejor que el anterior. Más rápido. Más preciso. Más capaz.

Los humanos no mejoran automáticamente solo porque el tiempo pasa. Pero la IA sí. Entonces la acción no puede esperar a "cuando tenga tiempo" o "cuando las cosas se calmen". La película no espera.

6. Pensar como programador

No se trata de aprender a programar. Se trata de pensar como programador. La diferencia es fundamental.

Aprender a programar es sentarse a escribir código. Pensar como programador es entender cómo funciona el código, qué puede hacer, qué no puede hacer y cuán difícil es hacer algo.

Si uno entiende cómo piensa una computadora, entiende cómo piensa la IA. Y si entiende cómo piensa la IA, puede usarla mejor. Puede pedirle mejor. Puede corregirla mejor.

No necesitamos tantos programadores. Pero necesitamos que más gente entienda cómo piensan los programadores. Porque el que entiende cómo funciona la IA tiene una ventaja competitiva sobre el que no.

7. Asumir la responsabilidad del resultado

La IA falla. Falla mucho. Falla de maneras inesperadas. El estudio del Remote Labor Index lo deja claro: 45,6% de los entregables de IA tienen calidad pobre. 35,7% están incompletos. 17,6% son archivos corruptos.

Y cuando falla, la responsabilidad no es de los programadores, ni de los que le dieron los datos, ni de OpenAI o Google.

La responsabilidad es del que la usa

Si uno usa la IA para escribir un reporte y ese reporte tiene errores, la culpa es propia. Si usa la IA para generar código y ese código no funciona, la culpa es propia. Si usa la IA para diseñar algo y ese diseño está mal, la culpa es propia.

Porque el profesional es el que pone la cara. El que cobra. El que firma.

El rol entonces no es solo "usar la IA". El rol es verificar, corregir y ser responsable del resultado final. La IA es una herramienta. Pero el profesional es el que la usa. Y esa diferencia nunca va a desaparecer.

La amenaza que nadie ve

El estudio del Remote Labor Index mide trabajo remoto freelance en 23 categorías: diseño 3D, arquitectura, desarrollo de juegos, visualización de datos, video, audio, CAD. No mide trabajo de oficina tradicional. No mide tareas administrativas repetitivas. No mide liderazgo.

Pero la lección es universal: la amenaza es para todos. No importa si uno es diseñador, copywriter, analista o arquitecto. No importa si trabaja en una oficina o remoto. No importa si tiene 25 o 55 años.

El jefe podría estar pensando en automatizar. O en contratar un freelancer remoto que cobra la mitad y usa IA para ser más rápido. Y no lo hace porque sea malo. Lo hace porque es racional.

La elección entonces es clara: actuar o esperar. Ser protagonista o ser víctima. Usar la IA o ser reemplazado por alguien que sí la usa.

Pero hay que elegir rápido. Porque la película no espera.

Comments

Комментарии для сайта Cackle
Загрузка...

More news:

Read on Sportsweek.org:

Otros deportes

Sponsored